DESASOSIEGO
El gobierno de Felipe Calderón se entrampa en sus explicaciones de la crisis internacional; se contradice, cambia de opinión, recula de sus dichos y confunde a la población. Pero la realidad es cruda, pues la economía se cae, los mercados se convulsionan, las empresas padecen los estragos y la gente ve el futuro poco halagüeño. Y la crisis apenas comienza.
Mientras el presidente Felipe Calderón sigue desestimando los impactos en México de la crisis financiera internacional, la realidad se empeña en contradecirlo. El panorama, en efecto, se ensombrece día con día:
La "presidencia del empleo" sigue sin aparecer. Mes tras mes, más mexicanos caen en el desempleo. El jueves 16, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) informó que en septiembre la tasa de desocupación se ubicó en 4.25% de la Población Económicamente Activa (PEA), que además de estar muy por encima de la tasa de 3.87% de septiembre de 2007, es el registro más alto de los últimos cuatro años. En el conjunto de las principales zonas urbanas, el desempleo llega a 5.18% de la PEA.
Si se suman los subocupados, los que trabajan menos de 35 horas a la semana, los que trabajan más de esas horas pero con un salario inferior al mínimo y los que trabajan más de 48 horas con un salario no mayor de dos mínimos, el universo de mexicanos con problemas de empleo, en el sector formal, se acerca a los 6 millones.
Y si a ellos se agregan los casi 12 millones que trabajan en la informalidad, pues no hay razón para afirmar que la crisis no afecta al país, toda vez que el repunte del desempleo es producto de la menor actividad económica.
El propio INEGI dio cuenta, el viernes 17, de una sensible baja en la producción industrial durante agosto pasado. En general ésta cayó, en términos reales, 1.6%, cuando un año antes, en agosto de 2007, creció 2.6%.
La caída de la minería fue de 0.8%, por una menor producción petrolera, aunque esa baja fue menor que la del año anterior, de 4.5%. El único sector con un comportamiento positivo fue el de generación de electricidad, agua y suministro de gas: en agosto del año pasado creció 2% y ahora fue de 3.3%.
Otro sector golpeado por la crisis es el de las exportaciones, obviamente reflejo de una menor demanda de productos mexicanos, sobre todo en Estados Unidos. Los datos apuntan a un desastre: si bien el valor de las exportaciones totales se incrementó en agosto 5.6% a tasa anual -es decir, de agosto de 2007 a agosto de 2008-, producto del mayor precio de la mezcla mexicana de crudo de exportación, en el desglose la crisis asoma contundente:
Las exportaciones no petroleras, que en agosto de 2007 habían crecido en casi 10% a tasa anual, un año después cayeron 2.7%. De éstas, las exportaciones de manufacturas descendieron este año 3.8%, cuando un año antes habían crecido 9.6%. Al interior de las manufacturas, las exportaciones automotrices son las que han resentido con mayor fuerza el embate de la crisis: en agosto de 2007 crecieron casi 21% anual; en agosto de este año se desplomaron 13%; en particular las exportaciones automotrices a Estados Unidos cayeron 16.4%.
Caída generalizada
En el país, las ventas de automóviles nuevos se desplomaron 11.5% en septiembre, según el último reporte de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz. Entre enero y septiembre dejaron de venderse poco más de 16 mil 300 autos por "la incertidumbre que ha generado en nuestro país la turbulencia financiera internacional, que ha obligado al consumidor a posponer sus decisiones de compra de vehículos nuevos ante los posibles cambios en las expectativas de sus finanzas personales. Han afectado también a las decisiones de compra el incremento en los precios de los combustibles y la entrada de vehículos usados (más baratos) a nuestro país", dice la asociación.
Y no sólo el consumo de autos ha bajado. Apuntan a un desplome, también, las ventas de productos y mercancías de uso cotidiano. Según la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD), septiembre fue un mes difícil: las ventas en tiendas de autoservicio cayeron 4.4%; en las departamentales, la baja fue de 13.8%; en las especializadas, 6.8%.
Por tipo de mercancía, las ventas de abarrotes cayeron 3.8%; el consumo de ropa se desplomó 13%, y las mercancías generales (muebles, electrónica, video, óptica, papelería, entre otros) bajaron 6.5%. En particular la venta de enseres mayores (muebles) se desplomó 15% en septiembre.
Todo eso, en la "economía real", la que decían el presidente Calderón y los principales funcionarios del gabinete económico que iba a ser intocada por la crisis económica internacional. El viernes 17, el Banco de México de plano tuvo que aceptar: "La recesión que ya se advierte en los países industrializados, y particularmente en Estados Unidos, está impactando negativamente sobre la actividad económica en México. Así lo sugieren los datos más recientes sobre exportaciones, consumo privado y empleo. Es claro que los riesgos a la baja de la actividad económica se han acrecentado".
En el ámbito financiero el desasosiego no se detiene. El Banco de México cumplió su segunda semana sin reposo. El jueves 16, otra demanda excesiva de dólares había llevado a la divisa estadunidense a cotizarse otra vez por arriba de los 14 pesos. Según fuentes del Banco de México consultadas por Proceso, hubo un riesgo real de que se fuera arriba de los 16 pesos.
Debió entrar al mercado con una oferta de mil 500 millones de dólares, adicionales a los 400 millones que empezó a ofrecer cada día desde el jueves 9. Aunque pudo contener algo, la paridad terminó ese día en 13.14 pesos por dólar. No muy lejos de los 13.25 en que quedó tras una inyección de 9 mil 800 millones de dólares la semana pasada.
Con la subasta del viernes 10, el banco central ha dispuesto de 11 mil 600 millones de dólares de la reserva internacional... y el dólar acabó el último día hábil de la semana en 12.86 pesos, todavía muy lejos de los 9.87 pesos del 4 de agosto pasado, el punto más bajo.
En la Bolsa Mexicana de Valores siguió el desastre. Entre contagios de Wall Street, ventas masivas de inversionistas extranjeros y nacionales que no quieren saber ya nada de acciones y demás papeles bursátiles, pésimos reportes trimestrales de grandes empresas, y los malos datos de la economía real, la bolsa siguió en picada. El viernes 17, el principal indicador bursátil cayó por enésima vez: bajó 0.71% y acumula en el año una pérdida de 31.23% de su valor.
Para rematar, el precio del crudo mexicano siguió bajando. Aunque el viernes recuperó 1.44 dólares, la mezcla mexicana de exportación terminó en 59.84 dólares por barril, 14.33 dólares debajo de los 74.17 del viernes anterior; 49.63 dólares menos del precio más alto alcanzado en el año, de 109.47 dólares por barril a finales de agosto, y lo más preocupante: 10.16 dólares debajo de la estimación de 70 dólares por barril para todo 2009, con el que se proyectaron los ingresos públicos para ese año y que fueron aprobados el miércoles 15 por el Congreso.
Cero perspectivas
Más allá de los datos duros, oficiales, que revelan el impacto de la crisis en la economía nacional -y que es sólo el principio de lo que vendrá-, el desastre económico internacional ha cobrado entre sus víctimas a grandes empresas nacionales. Unas se han desplomado por efecto directo de la recesión en Estados Unidos y el mundo; otras, sobreendeudadas en dólares, se tambalean porque la parte financiera de la crisis los sorprendió mal parados y con poca destreza para enfrentarla.
En el primer caso, el ejemplo paradigmático lo dio Cementos Mexicanos, de Lorenzo Zambrano. Cemex, orgullo de la IP nacional, verdadera trasnacional mexicana, con presencia en 55 países y que es el tercer productor de cemento en el mundo, reconoció en el último informe a sus accionistas la brutalidad con que ha sido golpeada por la crisis.
En el último trimestre, informó, sus utilidades netas cayeron 74%, al pasar de 780 millones de dólares en el tercer trimestre de 2007 a 200 millones en el mismo lapso de este año. De hecho, la crisis sorprendió mal parada a la empresa. En los últimos años, la cementera había estado comprando empresas en varias partes del mundo, con el ánimo de ser la principal productora mundial de cemento.
El año pasado se hizo de la australiana Rinker Group Limited, a un precio de 15 mil 300 millones de dólares... que consiguió con créditos por todo el mundo. Sobrevino la crisis y la mexicana quedó en una fragilidad extrema, por la caída brutal en la construcción, en las ventas de cemento y en los diversos materiales que usa la industria.
Ahora se ve forzada a apretarse el cinturón y tiene que hacer muchas cosas al revés. Y lo peor para las familias que viven de la cementera regiomontana: anunció también que despedirá a 10% de sus 64 mil empleados que tiene en todo el mundo. Todo ello como parte de un programa de reducción de costos de por lo menos unos 500 millones de dólares al año.
Pero no sólo Cemex sufre por la crisis. Si bien esa empresa fue afectada directamente por la crisis hipotecaria de Estados Unidos, el resto de las grandes empresas han salido dañadas por su extrema vulnerabilidad ante el repunte del tipo de cambio en México, debido a sus enormes deudas en dólares.
Un análisis de la casa de bolsa Acciones y Valores, del Grupo Financiero Banamex -filial mexicana de Citigroup-, explica el origen de ese endeudamiento y que, a la vez, se halla en el centro de las últimas embestidas contra el peso mexicano.
A las grandes empresas, en los últimos años, se les hizo fácil endeudarse en dólares, por la estabilidad que mostraba la moneda nacional y porque las tasas de interés en Estados Unidos eran mucho menores que en México. Así, las tesorerías de los grandes consorcios se fondeaban directamente para beneficiarse de tasas bajas en dólares y de una apreciación de 9.5% del peso frente al dólar en los primeros siete meses del año.
También, dice el estudio, parte de sus pasivos en dólares provino de la adquisición de productos financieros derivados para transformar su fondeo en pesos hacia dólares. Pero también muchas incursionaron en el mercado de productos financieros derivados como línea de negocio adicional e independiente a las actividades propias y originales de la compañía.
La quiebra de la "Cómer"
El caso más relevante de esto último es lo que ahora se le ha criticado, porque además abusó de ello, a Comercial Mexicana. El gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz, ha sido enfático en señalar los abusos de esa empresa: La Comercial, dijo, es una empresa que vende tomates, que vende ropa, productos perecederos y también productos de consumo duradero; pero no es una empresa que exporte, y por tanto las actividades propias de su negocio no justificaban que entrara en operaciones financieras de riesgo vinculadas con el tipo de cambio.
No tenía por qué jugar y apostar con sus acreedores a que el peso se mantuviera en un rango que ellos pactaron. Pero desde hace tiempo, la famosa "Cómer" "empezó a meterse en el negocio de vender volatilidad". Y perdió.
Y todas perdieron con la caída del peso. El análisis de Banamex señala que en las últimas siete semanas, hasta la que concluyó el 10 de octubre, el peso sufrió una depreciación superior a 32%, "lo que ha ocasionado fuertes pérdidas para las empresas con pasivos en dólares. De hecho, dos importantes emisoras, Controladora Comercial Mexicana y Corporación Durango, cayeron en incumplimiento de sus compromisos financieros".
De una muestra de 22 grandes consorcios nacionales con fuertes pasivos en dólares -entre ellos, Cemex, América Móvil, Bimbo, Femsa, Televisa, TV Azteca, Kof, Telmex, Vitro, Grupo Industrial Saltillo, Sare, TMM, Elektra, además de la Comercial y la papelera Durango-, el estudio indica que el conjunto aumentó sus pasivos de corto plazo en dólares, entre el 30 de junio y el 10 de octubre pasado, 23%, y sólo por el cambio en la paridad.
Muchas de ellas, las que tenían vencimientos en puerta, fueron las que realizaron las masivas compras de dólares en las dos últimas semanas, que llevaron a la fuerte depreciación del peso.
Y mientras la economía se cae, se convulsionan los mercados, las empresas padecen la crisis y la gente se desalienta ante el futuro poco halagüeño, el gobierno se entrampa en sus explicaciones de la crisis, se contradice, cambia de opinión, recula de sus dichos y confunde a la población.
El miércoles 8, luego de la primera embestida contra el peso, que llevó al dólar arriba de los 14 pesos, el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, y Guillermo Ortiz hablaron, adusto el gesto, de que aquello fue producto de demandas "exageradas" de dólares, "inusuales", "fuera de lógica" y "ajenas al entorno macroeconómico". Que la intervención del Banco de México en el mercado cambiario -cosa que no había hecho en 10 años- fue para "ordenar el mercado" y frenar movimientos y compras "inusitadas" que no se habían visto desde la crisis de 1995. Dejaron clara la idea de que había habido un ataque especulativo contra la moneda nacional.
Todavía el domingo 12, Carstens reforzó la idea. En Washington dijo claramente que la debacle del peso fue propiciada por la acción de empresarios que querían obtener ganancias rápidas e irregulares.
Dichas declaraciones suscitaron, además de la irritación pública -pues recordaron a los sacadólares y las voluminosas fugas de capitales de otras épocas-, la queja del sector empresarial y llamamientos del Congreso al presidente de la República y al propio Carstens, para que dijeran quiénes habían especulado en contra de la moneda nacional e impusieran las sanciones correspondientes.
El jueves 16, la SHCP "aclaró" que la investigación que ha emprendido la Comisión Nacional Bancaria y de Valores para detectar acciones irregulares de empresas en el mercado cambiario, "no se trata de una acusación al sector empresarial".
"Lo que se busca -dijo- es garantizar el interés del gran público inversionista, quienes toman decisiones de inversión con base en la información disponible públicamente. Si la información revelada por las empresas emisoras es incompleta o incorrecta, no permite a los inversionistas una adecuada valoración de los riesgos que enfrentan y puede ocasionar la pérdida de su patrimonio."
Sin decirlo, ejemplificaba así el comportamiento de Comercial Mexicana, cuyos administradores pudieron haberle omitido a los accionistas de las empresas información relevante sobre el manejo de sus recursos.
Si el domingo 12 Carstens dijo que un grupo de empresas efectuaron operaciones especulativas para obtener utilidades, cuatro días después reculó: que no ha habido especulación que propiciara la caída del peso y el desplome de las reservas internacionales del país.
"Es falso que existan movimientos especulativos generalizados o que se trate de un 'desfalco' a las reservas internacionales. Se trata de operaciones focalizadas y las pérdidas potenciales las incurren (sic) las empresas que operaban derivados, no el Banco de México. Si bien las reservas internacionales se han reducido, el Banco de México ha recibido moneda nacional y con dichos recursos ha adquirido valores gubernamentales", explicó a través de un boletín.
Y en el juego de enredos y de ganas de decirle al público que no pasa nada, el gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz, también puso su granito de arena: en una entrevista por la radio dijo que el país no pierde con la disminución de las reservas. "Es al revés: Gana el Banco de México porque vendió dólares más caros y recibimos más pesos".
No hay comentarios.:
Publicar un comentario