Muñoz Ledo ante las oligarquías
El pasado viernes se realizó la presentación en esta ciudad de un nuevo libro de Porfirio Muñoz Ledo, a la cual asistió el autor y en la que fui invitado a participar junto con Roger Aguilar Salazar, Ana Rosa Payán Cervera, Dulce María Sauri Riancho, oscar Sauri Bazán y Efraín Poot Capetillo. Fue imposible verter en los escasos minutos que permite la intervención en un acto de esta naturaleza las reflexiones que genera una obra de tales dimensiones y alcances, por lo cual inicio aquí una reseña -en sucesivas entregas- de la misma, con la intención no solo de invitar a su lectura, que no dudo de calificar de indispensable, sino de propiciar un debate en torno a los problemas que aborda, los cuales son vitales para nuestra vida social y política.
Una aportación invaluable
Porfirio Muñoz Ledo ha realizado una de las aportaciones más importantes de los últimos años para el bienestar futuro de la nación: diseccionar el fracaso de la transición a la democracia en México, las tremendas consecuencias que tendría (y que ya está produciendo) dejarla truncada e inconclusa y la urgencia de cobrar conciencia e intervenir, de que todos actuemos para lograr que la clase política, que se resiste -renunciando a un deber con la patria-, se vea obligada a llevarla adelante. Ello lo ha realizado en su libro La ruptura que viene. Crónica de una transición catastrófica, publicado por la editorial Grijalbo, libro que constituye una selección de escritos y discursos, algunos hasta ahora inéditos, de entre 1999 y 2006, y que está prologado por Andrés Manuel López Obrador.
Porfirio sabe perfectamente de qué habla, pues ha sido actor central de la política interior y exterior de México, dentro del “viejo régimen” y de las nuevas corrientes nacidas para cambiarlo, pero siempre con una inclinación hacia la izquierda, que con el tiempo se ha ido haciendo más nítida y radical. Así, ha sido presidente nacional del PRI y del PRD, secretario de Educación Pública, del Trabajo y Previsión Social, embajador de México ante la ONU y ante la Unión Europea, diputado, senador, candidato a la presidencia entre otras muchas actividades públicas. A la vez posee destacadas dotes intelectuales. Conjunta cualidades que generalmente no suelen reunirse en una sola persona. Son contados los políticos con capacidad para realizar análisis intelectual y plasmarlo en forma escrita y son todavía menos los intelectuales con capacidad de operación política.
Tal vez sea esa conjunción de capacidades y tareas lo que le permite explicar de manera sencilla, sin caer en simplificaciones ni perder profundidad, el funcionamiento del sistema político y el momento de crisis aguda en que se encuentra.
El centro del libro lo constituye la reflexión sobre el curso y el destino que ha seguido la reforma del Estado y su importancia para nuestra vida nacional.
¿Qué es la reforma del Estado?
La reforma del Estado –insiste el autor-, es el ingrediente indispensable para que pueda existir democracia en México. Es como la harina para el pan, o el frijol para el panucho, lo que significa que puede haber elecciones libres, pero mientras no haya reforma del Estado no habrá democracia en México.
El régimen autoritario que se constituyó en México creó toda una estructura y un sistema de privilegios, de formas de organización, de represión, una cultura y unas instituciones que estaban hechas para mantenerlo y reproducirlo, pero que es necesario derribar, destruir y desmontar, creando otra forma de organización, si es que pretendemos dejarlo atrás. Porque, es necesario precisarlo, lo que tuvimos en el 2000 fue alternancia de partidos en la presidencia, pero no transición. El cambio en el foxismo se limitó al “quítate tú para que me ponga yo”, pero nada más. En un texto del 2000 contenido en esta obra advertía: “El problema que existe es que una transición que no desemboca en una nueva legalidad no es transición. Es un cambio de autoridades o de partidos, pero no una transición.”
El régimen autoritario había realizado un “reparto de las canicas” que derivó en la existencia de cotos oligárquicos económicos y financieros, férreos cacicazgos sindicales, en instituciones públicas que ni por asomo son democráticas en la toma de decisiones internas, creó formas de apropiación de la riqueza que generan una profunda desigualdad, mecanismos de operación que propician y permiten la corrupción y una Constitución parchada, en fin, dejó el país en manos de pequeños, pero poderosísimos grupos. Dejó al país en manos de mafias políticas, económicas, sindicales, mediáticas, que disponen de estructuras para reproducir la situación heredada del régimen anterior, independientemente de los resultados de los procesos electorales. Una parte muy significativa de la reforma es lograr un nuevo “reparto de las canicas” a través de un pacto nacional que exprese a los actores y a las fuerzas en presencia en su estado actual, que cristalice en una nueva Constitución, para que el juego pueda continuar sin los desequilibrios que por su propia naturaleza había generado el sistema autoritario.
¿Cómo romper estos feudos que constituyen una camisa de fuerza que impide que la sociedad mexicana se mueva con libertad y pueda progresar y desarrollarse? Con una reforma del Estado. Lograr su realización ha sido el compromiso, podríamos decir que la obsesión de Muñoz Ledo al menos desde hace dos décadas y a partir del 2000 ha puesto en ello buena parte de su energía y empeño.
En su libro se traslucen los diversos pasos que ha dado en su lucha por la reforma desde la formación del movimiento por una Nueva República que encabezó en su candidatura para la presidencia en el 2000, hasta su papel actual como dirigente del Frente Amplio Progresista, pasando por sus trabajos como presidente de la Comisión de Estudios para la Reforma del Estado; la formación de la Asociación Nacional para la Reforma del Estado (ANRE), que creó cuando Fox cerró definitivamente la posibilidad de que el vasto esfuerzo de la Comisión llegara a buen puerto, y la lucha que dio durante la campaña de Andrés Manuel López Obrador.
¿A dónde nos conduce nuestra clase política?
Hemos llegado, gracias a esta cerrazón ante la reforma del Estado, a una situación que Porfirio define a partir de una metáfora muy acertada, como una “coagulación oligárquica”, en un artículo periodístico posterior al libro, donde apunta que a falta de transición democrática “Ha ocurrido más bien una coagulación oligárquica, merced al reparto de influencias y prebendas entre las cúpulas de distintos partidos, la sujeción de las instituciones políticas a los intereses económicos y los imperios mediáticos, el resurgimiento de las jefaturas feudales y la derrota inocultable del Estado frente a la delincuencia.” (Artículo “¿Cuál Ruptura?”, en POR ESTO!, 25 de julio de 2008).
En las próximas entregas continuaré reseñando las aportaciones de Muñoz Ledo, junto con las reflexiones y consideraciones críticas correspondientes.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario