Carlos Fernández-Vega
Crece la “inyección” de reservas internacionales “para evitar”, dicen, la depreciación del peso, pero el resultado parece contrario al esperado, puesto que se amplía el tipo de cambio de la moneda nacional frente al dólar y otras divisas, lo que motiva a un mayor uso de tales reservas para el mismo fin, y así prácticamente hasta que no quede un billete verde en la alcancía.
La experiencia mexicana de los últimos 30 años indica que el circuito descrito nunca alcanzó el fin esperado. Por el contrario, la especulación se desató, las reservas internacionales se redujeron a su mínima expresión, los barones –siempre en primera fila en estos acontecimientos– incrementaron sus de por sí abultadas utilidades, y la factura, íntegra, fue pagada por la clientela cautiva de este tipo de desmanes, los mexicanos. En este nuevo embate, ¿hasta dónde el gobierno “llenará” el barril sin fondo de la especulación?
La referencia inmediata anterior es la devaluación de 1994, año de convulsión política y económica que concluyó con el arranque de la peor crisis económico-financiera del país, hasta ese entonces, la cual echó al cesto de la basura el “sueño primermundista” que la machacona propaganda oficial se encargó de estimular durante el salinato.
En los primeros meses de 1995 el Banco de México divulgó un detallado informe sobre del movimiento diario del tipo de cambio a lo largo de 1994, el monto de reservas internacionales utilizado para “acabar” con la especulación cambiaria, las causas que día a día motivaron el embate contra el peso y los personajes involucrados. En este entonces, como ahora lo reitera, el Banco de México, dirigido por Miguel Mancera, aseguró no registrar “signos preocupantes” que alteraran el venturoso futuro ofrecido por la poderosa economía primer mundista que el discurso oficial prometía. En los hechos, sin embargo, todo se fue al suelo.
Por lo anterior, para documentar nuestro optimismo (Monsiváis dixit) retomó algunos pasajes de lo publicado por el autor de estas líneas (febrero de 1995), con base en el citado documento del Banco de México, el cual concluía que en lo económico todo iba bien hasta que algo salió mal, pero en lo político involucró a ciertos personajes que ocuparon cargos relevantes en el gabinete de Carlos Salinas de Gortari como causantes –directos o indirectos– de la pérdida masiva de reservas internacionales en 1994.
En su Exposición sobre la política monetaria, el Banco de México involucró al ex secretario de Gobernación, Jorge Carpizo, y al ex subprocurador general de la República, Mario Ruiz Massieu, como presuntos responsables de la pérdida de 6 mil 615 millones de dólares de reservas internacionales en dos periodos: la tercera semana de junio y la tercera semana de noviembre de 1994. El organismo financiero reveló que “ciertos hechos políticos y delictivos coincidieron con las etapas en las que el tipo de cambio llegó al techo de la banda (de flotación) y, consecuentemente, se perdieron reservas (internacionales)”.
Dos de los cuatro “hechos políticos” considerados por el Banco de México fueron la renuncia del secretario de Gobernación, Jorge Carpizo, en la tercera semana de junio, y su regreso triunfal luego de aceptar la “invitación” presidencial de continuar en su cargo. De acuerdo con la tesis expuesta por el BdeM, el efecto político derivado de ese hecho se prolongó, por lo menos, hasta mediados de julio, lo que provocó, entre una fecha y otra, que el nivel de las reservas internacionales de México se redujera en 2 mil 902 millones de dólares.
El segundo “hecho político” refiere “las denuncias y renuncia” (en realidad fueron dos: al PRI y a la PGR, en ese orden) del ex subprocurador general de la República, Mario Ruiz Massieu, realizadas una semana antes de que concluyera el sexenio salinista. En este contexto, el banco central revela que la actitud asumida por el ex funcionario le costó al país 3 mil 713 millones de dólares en reservas. De cualquier suerte, la junta de gobierno consideró que la fuga de capitales “no es sorprendente, pues eventos políticos y delictivos como los ocurridos en 1994 tienden a reducir abruptamente el rendimiento esperado, ajustado por riesgo, de invertir en el país”.
Dos situaciones políticas concretas registradas a lo largo de 1994 redondean lo descrito por el Banco de México: el asesinato de Luis Donaldo Colosio, en marzo (con repercusiones hasta mediados de abril), y la “hostilidad intensificada” del EZLN en la segunda semana de diciembre. Ambos, según el BdeM, habrían costado 11 mil 937 millones de dólares en reservas internacionales: 10 mil 388 millones adjudicados a la muerte del candidato priísta y mil 549 millones a la actividad zapatista.
Sin explicar por qué, el BdeM dejó de lado hechos como el levantamiento zapatista, el secuestro del entonces vicepresidente del Grupo Gigante, Angel Losada, en abril, y el asesinato del secretario general del PRI, José Francisco Ruiz Massieu, el 28 de septiembre, así como el desastroso manejo de la política cambiaria por parte del efímero ex secretario de Hacienda, Jaime Serra Puche, en diciembre de 1994. El hecho es que el saldo de las reservas internacionales comenzó a mostrar signos de preocupante deterioro a partir del secuestro de Alfredo Harp Helú (una de las cabezas de Banamex en ese entonces) y un manifiesto cuan sostenido desplome a raíz del asesinato de Colosio, que no se contuvo, o lo que es lo mismo el barril de la especulación nunca se llena.
Las rebanadas del pastel
Por cierto, tras la devaluación del peso en diciembre de 1994, y en ocasión de la comparecencia del nuevo secretario de Hacienda (Guillermo Ortiz, enero de 1995) en San Lázaro, el Partido Acción Nacional, por medio de sus diputados, reclamó la “negligencia grave” del gobierno por la crisis, y sentenció que otro sería el resultado “si el gobierno hubiera aplicado en su oportunidad una política de corrección (…) para evitar esta abrupta devaluación… A esto lo calificamos de falta de ética política. La corrupción y compromisos del gobierno permitió que algunas empresas (…) con información privilegiada (…) sacaran ventaja… Nuestra obligación exige que se señalen responsables de esta crisis (…) Sabemos que en la Secretaría (de Hacienda) están los documentos que permitirán al pueblo de México exigir responsabilidad a los culpables. Si dicha documentación fuera entregada a las instancias y autoridades correspondientes, el gobierno (…) demostraría a la ciudadanía que da el primer paso para recuperar la confianza y credibilidad que aún no tiene”. Y a Ortiz concretamente preguntó: “¿está dispuesto el Ejecutivo a dar este paso?” (que obviamente no dio). Pues bien, en octubre de 2008 el PAN debe repetir la pregunta y exigir la respuesta.
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