Gilberto Balam Pereira
Censuran película interpretada por Rosario Ibarra. Miedo
Un sistema político derrumbado perdió el rumbo. Y no se levantará, dije hace poco.
Curiosamente Alejandro Ramírez, dueño de la cadena de cines Cinépolis, declara: "Si de mí depende, esta película (una que denuncia al sistema político) ¡no se va a exhibir en mis salas! El gobierno de Felipe Calderón tiene miedo. Ese miedo se refleja en todo el aparato militar del Estado Mayor que lo rodea en todas partes. De cualquier manera, no impide que le griten ¡espurio!, ni que la gente se manifieste, pero tienen mucho miedo los altos mandos policiacos porque ya están matando a jefes y subjefes.
Por otro lado, hay una crisis tremenda: el capitalismo está ya prácticamente agonizando y, en esas patadas de ahogado que todavía está dando, va a soltar muchos coletazos y va a causar mucho daño".
¿Qué tan importante es abordar el tema de los desaparecidos?, le pregunta Columba Vértiz, reportera de la Revista Proceso: "Es importante, se rescata la memoria de los jóvenes. En el momento presente, la represión se ha acentuado. Hay miles de presos políticos y nadie sabe dónde están".
Pues bien, digo, Alejandro Ramírez coincide con nosotros, sólo que él también tiene miedo a los derechistas represores y no quiere que le exploten granadas en algunas de sus salas exhibidoras, y menos con público asistente.
La película en cuestión -Cementerio de papel- terminó de filmarse hace unos dos años y hasta la fecha no se aprueba su proyección comercial. Rosario Ibarra, una de las protagonistas, se interpreta a sí misma. Su director fue el veterano cineasta Mario Hernández, de Coahuila, y contó con el mismo guionista de Rojo Amanecer y Los Motivos de Luz, Javier Robles. El argumento se refiere a capítulos de la guerra sucia de los años 60 y 70, con alusiones al momento actual y apariciones esporádicas de Luis Echeverría y el ex director de la policía política Miguel Nazar Haro.
Van también en la cinta actores y actrices profesionales: Marta Aura, Carlos Bracho, Alfredo Gurrola, José Juan Meraz, Jesús Ochoa, Arturo Ríos, José Carlos Ruiz, Alejandro Tomassi, Rocío Verdejo y Jorge Zárate. Estupendo cuadro. El guionista Robles exclama exaltado: "Esta película es trascendente por su contenido político y le tienen miedo. Estoy muy molesto por todas las trampas que hacen los exhibidores":
El director Hernández asegura que su cinta pone a temblar al dueño de Cinépolis.
Es un thriller, en el que es asesinada una chica activista en la cárcel de Lecumberri. Un detective-historiador Alberto Estrella, un reportero y su novia se encargan de desentrañar la madeja que rodea el crimen. Tienen la suerte de toparse con una gran informante protagonizada por doña Rosario, en una actuación excelente, dicen.
Lo que quiero resaltar es que la opinión que vierte el exhibidor de Cinépolis es muy objetiva, por lo que respecta al carácter represor de la derecha y al pánico de que se vea reprimido por exhibir esta cinta de denuncia. Algo parecido ocurrió en 1961 al impedir el régimen la proyección de la película mexicana basada en la novela de Bruno Traven, La Rosa Blanca, en la que se denuncia la voracidad de compañías extranjeras sobre la explotación del petróleo en México.
Al realizador Hernández, de Cementerio, se le pregunta: ¿a quién puede incomodar tu película?
"Evidentemente, a toda la gente del sistema. El mensaje está en contra de la represión, de los asesinatos que se siguen dando prácticamente en todo el país: Oaxaca, Atenco, Veracruz, Chiapas, Chihuahua, Michoacán, Sinaloa, Guerrero, etc. etc. La presencia de doña Rosario en la cinta es conmovedora y muy emblemática, nos enseña que a través del tiempo, la impunidad sigue galopante", termina diciendo Hernández.
Comentario aparte
Movimiento con ligas
Tan pronto quedó Ortega en la presidencia del PRD, el "señor de las ligas" Bejarano vino a Mérida a promover su "Movimiento de la Esperanza" que, además, está vendiendo al espurio Chucho ¿quién otro le daría dinero además del PRIANNI? A propósito, ahí tienen ustedes que entre putas comentan: ¡tomemos ya el poder! Se opone una, "para qué, si ya nuestros hijos (as) nos están gobernando".
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