EL DERECHO A PENSAR, LA OBLIGACIÓN DE HACERLO
La grave situación que vive el Partido de la Revolución Democrática nos obliga a pensar, a reflexionar, a plantearse todos los caminos posibles, sin descartar de antemano ninguno de ellos. El cerrar la posibilidad, de pensar siquiera el camino de la ruptura nos puede llevar a continuar en el camino de yerros que nos ha llevado a la situación actual.
Pensar este posible escenario con seriedad es nuestra obligación, como lo es el pensar el de la permanencia en el PRD.
Previo a que se realizara el pasado simulacro de Congreso Nacional, sostuve por escrito que era un grave error realizarlo, convalidarlo y plantee lo que sucedería si éste se verificaba, hecho en que, lamentablemente, tuve la razón. Hemos construido el camino para que haya una nueva dirección donde Nueva Izquierda y sus aliados tengan mayoría absoluta en el secretariado (nueve a seis, en el mejor de los casos; diez a cinco, en el de mayor posibilidad), mayoría en el Comité Político y casi mayoría calificada en el nuevo Consejo Nacional.
Esa mayoría es falsa y producto del fraude electoral del pasado 16 de marzo y da a Nueva Izquierda el control absoluto de los órganos de dirección del Partido, con todo lo que ello implica. Lo anterior, sin contar su apoyo en los medios de comunicación y su abierta alianza con el gobierno usurpador que, en un nuevo "charrazo" de la vida nacional, les entregó la presidencia del Partido por tres años y el registro del mismo lo puso a su disposición, a la de Nueva Izquierda y, sobre todo, a la del gobierno de facto, claro.
En ese marco, reconocer a Jesús Ortega es un suicidio político colectivo. Sé que nadie habla de reconocerlo, pero asumir los cargos de dirección bajo la conducción de Ortega Martínez, no es otra cosa que hacerlo. Ahí tenemos para la reflexión la desastrosa experiencia que hemos tenido al permitir la imposición de Acosta Naranjo y los nefastos resultados para las mejores causas de nuestra Nación.
Pero vayamos revisando una a una las implicaciones de una decisión así.
1. La Secretaria General.
Nosotros no debemos asumir la Secretaria General por la sencilla razón de que no nos corresponde. Nosotros ganamos la presidencia del PRD y asumir la secretaria es validar el despojo, por más que se diga que desde ahí se hará contrapeso a NI. De hecho, pedir a Encinas que la asuma, es un acto de irresponsabilidad y falta de compañerismo para con Alejandro. Sostengo que quien asuma la Secretaria General bajo el mando de Ortega acabará con su carrera política y es incorrecto que para salvar a Izquierda Unida de una nueva disputa interna, se plantee a Encinas este camino.
Está claro que sería un espectáculo vergonzoso que Izquierda Unida peleara por la Secretaría General y se despedazara por ésta, como ha sucedido por cada cargo, por modesto que sea, durante todo el proceso electoral y, sobre todo, postelectoral. La disputa dada en el pasado Congreso Nacional sería juego de niños comparada con lo que implicaría la definición de la Secretaría General.
Pero para evitarlo no se debe pedir a Encinas que la asuma. Esto, o abrir la disputa por ella, aceleraría de manera inevitable el proceso de descomposición de Izquierda Unida, del Partido y sería un fuerte golpe a nuestra credibilidad, un golpe letal. Por otra parte, asumirla le dará a Ortega, se quiera o no, el reconocimiento interno que necesita.
2. Los órganos de dirección y las candidaturas.
La definición de la Secretaría General daría el paso a una nueva disputa, la definición de los órganos de dirección e inmediatamente la disputa por las candidaturas, donde sólo se obtendrá lo que buenamente NI quiere ceder y no la fuerza real de la base del Partido, de las corrientes de IU y del movimiento.
Hacia la militancia y el país, el acomodo en los órganos de dirección del Partido nunca se entendería como un paso necesario en el hipotético rescate del PRD, sino como una convalidación de un despojo abierto.
El supuesto contrapeso de IU se vería anulado de inmediato por la disputa descarnada por lo espacios, por la legítima defensa de los intereses de cada grupo y por las ambiciones políticas naturales. Dicho de otra manera, se antepondrían los intereses de grupo a los intereses del Partido y del país.
En cuanto a las candidaturas, le quedaría a NI la mayoría suficiente para volver a integrar una legislatura bajo su control, con lo que se reproduciría lo que hoy sucede en el Congreso: negociaciones y componendas en años que serán más importantes aún que los vividos en los primeros tres años de la usurpación. Se requiere de una fracción parlamentaria comprometida con el país y con el movimiento y el PRD crearía una fracción entreguista, venal y corrupta.
3. La línea política.
Más grave aún sería la concesión, en los hechos, a la línea política, que de manera ilegal y cínica NI viene imponiendo al Partido. El reconocimiento al gobierno usurpador de Calderón y las negociaciones con éste son un hecho evidente y serán el signo distintivo de una dirección encabezada por Ortega. Ellos seguirán apareciendo como los interlocutores válidos del PRD y profundizarán sus acuerdos con el gobierno usurpador, a pesar de que se les haya muerto su interlocutor principal.
Es claro que NI negocia y pacta con el gobierno de facto violentando la línea acordada por unanimidad en todos los órganos del Partido y ayudando a sostener a un gobierno corrupto, contrario a los intereses nacionales, inepto y que se mantiene en pie de milagro. Por otra parte, mantendrán su tarea de zapa en contra del principal liderazgo que tenemos y en contra del movimiento democrático y popular.
No hay duda que acordaron con Calderón la entrada de las transnacionales a PEMEX, recientemente el presupuesto, el reconocimiento a éste en un momento de debilidad extrema del mismo y, lo más grave, el "charrazo" que, después de ocho meses, les da en pago a servicios prestados, el control y la dirección del PRD.
Lo más grave, es que, este golpe de mano para tomar de manera ilegal e inmoral la dirección del Partido, es, en los hechos, un proceso equivalente al desafuero de López Obrador, pero ahora desde dentro del Partido, que implica un daño terrible a la izquierda mexicana y al movimiento progresista y democrático del país..
4. Seguir cargando a NI.
Asumir la más que espuria dirección de Ortega implica para el movimiento seguir cargando a una burocracia inútil y parasitaria, traidora a la izquierda, al movimiento popular y al pueblo de México. Desde mi punto de vista, no debemos tolerar semejante atropello, y dado el estado de cosas existente en el PRD y en el país, no queda otro camino que dejar atrás un partido que se ha deteriorado a tal grado que el fraude electoral, la corrupción, la traición, el oportunismo y el cinismo son los signos de su tiempo.
Es evidente que, tomar el camino de la ruptura implica riesgos y dificultades enormes. Pero implica también dejar atrás un lastre y un desprestigio que difícilmente podrá evitarse permaneciendo en el Partido.
He decidido intencionalmente no desarrollar las dificultades que de entrada observo en este camino, que inicialmente nos llevaría a realizar nuestra tarea política partidaria en la Coalición del PT y Convergencia. He querido, sí, compartir de la mejor manera (por escrito) mis reflexiones, lamentando que incluso nuestro espacio de reflexión colectiva esté cancelado.
Con sincera preocupación
Gerardo Fernández Noroña
Secretario de Comunicación
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