Renuncia a la secretaría general, no al partido, aclara
Se opone a avalar que el gobierno de facto imponga a la dirigencia
Convoca a la creación de un movimiento nacional por la renovación
Alma E. Muñoz
Alejandro Encinas Rodríguez, durante la conferencia de prensa en que anunció su renuncia a la secretaría general del PRD. Foto: José Carlo González
Alejandro Encinas informó que no renuncia al Partido de la Revolución Democrática (PRD) pero sí a ser secretario general bajo la presidencia nacional de Jesús Ortega Martínez. Renuncio, dijo, porque no puedo caer en la simulación ni esconder la basura debajo del tapete, ni tampoco puedo avalar que el “gobierno de facto” y el Estado quisieran “imponer” una dirección en nuestro partido.
“No quiero ser cómplice de los que cometieron tropelías e irregularidades (en los comicios del 16 de marzo)” y “no puedo permitir que de nueva cuenta se premie a los delincuentes electorales, ni que en mi partido, al igual que en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), sea más rentable violar la ley que cumplirla y se premie la impunidad y la ilegalidad”, sostuvo.
Convocó a conformar un movimiento nacional por la renovación del partido, paralelo al movimiento en defensa del petróleo, de la economía popular y la soberanía nacional. Que tenga como base, afirmó, superar los “graves defectos y vicios que desvirtuaron los mejores propósitos” del origen del partido y que permita rescatar al PRD como instrumento de lucha al servicio de las causas del pueblo mexicano.
“¡No voy a cambiar!”
Al dar a conocer el rumbo que seguirá su carrera política, Encinas se asumió como hombre de izquierda, congruente con lo que piensa y lo que hace. “Y seguiré actuando así aunque, como ha sucedido en ocasiones anteriores, ello lesione posiciones personales o afecte mi carrera política. ¡No voy a cambiar!”
Por eso, sostuvo, tomé tres decisiones: la primera, “no nos vamos del PRD, porque es nuestro partido, resultado de la lucha de muchas generaciones de izquierda, y que recoge las mejores tradiciones de las luchas por la transformación del país”.
Y no nos vamos, agregó, porque sería deslealtad y una enorme irresponsabilidad abandonar el proyecto por el que lucharon y ofrendaron su vida más de 600 compañeros. Además, resaltó, por corresponsabilidad con los gobiernos que encabezamos y porque “sabemos que nuestra salida dañaría su gestión y futuro”. En particular señaló al Gobierno del Distrito Federal, “con cuyos habitantes tengo, en lo personal, un compromiso y una responsabilidad especial”.
Pero tampoco nos vamos, continuó el ex jefe de Gobierno capitalino, “porque no les vamos a dejar el partido a quienes se han enquistado en su burocracia. Porque somos mayoría y porque lejos de abandonar la trinchera vamos a dar la pelea desde dentro para rescatar el proyecto político, los principios y los valores que nos dieron origen”.
Sólo que somos una mayoría “poco organizada, que ha actuado en el ámbito territorial de manera desarticulada”, admitió Encinas, y por eso tomamos la segunda decisión: crear el movimiento nacional por la renovación del partido, con lo cual se cierra –como confirmó después en entrevista— el ciclo electoral de Izquierda Unida.
Con esto busca impulsar un amplio frente de militantes, simpatizantes, dirigentes, personalidades de expresiones políticas diversas, con la finalidad de recuperar los principios y objetivos que dieron origen al PRD, así como fortalecer las tareas del movimiento social frente a la derecha, particularmente el PRI y el PAN.
Ofreció que este movimiento tendrá un funcionamiento democrático, con espacios de discusión y toma de decisiones colectivas, donde no tendrán cabida prácticas clientelares ni corporativas, pero sobre todo “con autonomía del poder público y de los poderes fácticos, y (que) erradique todo tipo de intervención gubernamental en los asuntos internos del partido”.
Durante su exposición ante medios de comunicación e integrantes del bloque que lo postuló a la presidencia nacional del PRD, Encinas recordó que antes de decidir la renuncia a la secretaría general del partido, consultó con gente de izquierda, sobre todo militantes perredistas, mediante mensajes telefónicos, correos electrónicos, de manera personal, en reuniones privadas o en la calle, qué hacer después de que el TEPJF otorgó la presidencia perredista a Jesús Ortega.
Y después de un intenso debate, en el cual ha “costado mucho trabajo convencer a muchos compañeros que no se vayan del partido”, decidió renunciar al cargo, consciente de que esa decisión no daría satisfacción a todos, pero “está apegada plenamente a mis convicciones”.
Así, anunció, renunció a la secretaría general por dos cuestiones fundamentales: porque “no nos ganaron la presidencia nacional del partido”. Y no hablo de Nueva Izquierda y sus aliados, aclaró, sino del “gobierno de facto y el Estado, quien ha querido imponer una dirección en nuestro partido”, y yo “no puedo avalar una decisión del Estado en la conducción” del PRD. Porque entiendo que “éste es un golpe del Estado autoritario e intolerante que busca mermarnos, dividirnos” y que nos considera un “peligro para su proyecto de derecha autoritario y excluyente”.
Pidió comprensión a sus compañeros, porque “no puedo hacer como que no hubiera pasado nada. Eso (el fallo del tribunal) ha dañado muchísimo a nuestro partido y yo no puedo caer en la simulación, no puedo esconder la basura debajo del tapete”. Estoy convencido, dijo, que la absoluta mayoría de los miembros del PRD actuamos con dignidad, entereza y limpieza en la elección.
Recordó que hubo quienes de manera honesta, desinteresada y legítima le pidieron que aceptara la secretaría general, “argumentando que permitiría no solamente que existieran dos presidencias, sino que mantendríamos un liderazgo que haría contrapeso y facilitaría nuestra organización, nuestra cohesión y una convicción distinta en el partido”. Aunque también hubo quienes nos plantearon que no la aceptáramos, porque sería “convalidar en mucho todo el proceso electoral” interno.
Rechazo al fraude en casa
Encinas, al principio de su exposición, hizo un repaso de lo ocurrido en los comicios del 16 de marzo pasado, donde prevalecieron “prácticas heredadas del viejo sistema que antes combatíamos: el clientelismo, el corporativismo, acuerdos poco claros con las distintas formas de poder e incluso el fraude en casa, que se pretende justificar con la premisa de que el fin justifica los medios”.
Reiteró que la intervención del TEPJF fue una decisión de “carácter político que se estuvo administrando hasta la resolución de la reforma energética”, y señaló que en la problemática interna también pesó la “incapacidad” de los órganos electorales y de la dirección del propio PRD. Específicamente se refirió a que la Comisión Nacional de Garantías validó actas de casillas no instaladas en Chiapas, Oaxaca, Veracruz y otros estados; contabilizó votos fabricados, actas falsificadas, y “llegó al extremo de sustituir los proyectos de resolución que fueron enviados al tribunal electoral para su calificación”.
El ex funcionario capitalino afirmó que el PRD debe “abrirse” al conjunto de la sociedad y establecer alianzas electorales a partir de coincidencias políticas y programas comunes que permitan acuerdos duraderos y avances democráticos. “Poco o nada sirven las alianzas que ven al partido como una franquicia o con organizaciones o personajes que dañan la imagen del partido, con quienes no existe más coincidencia que la circunstancia”.
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