Eduardo Ibarra Aguirre
The New York Times, el periódico más importante de la Unión Americana , aseguró que el mitin del domingo 25, convocado por Andrés Manuel López Obrador, “fue significativamente más grande” que los anteriores de meses recientes, y que con la recesión económica su mensaje “está resonando de nuevo en un amplios sectores del público”. Y el mal humor que raya en la intolerancia se instaló en Felipe de Jesús Calderón Hinojosa.
No es lo mismo sortear los formidables retos que presenta la crisis financiera y económica global –subestimados por Los Pinos y “uno de los mejores equipos económicos del mundo”--, que hacerlo desde la agobiante realidad mexicana y no desde Davos, con el cinismo convertido en virtud al lado de Ernesto Zedillo Ponce de León, y ser aplaudido por los contados dueños de la aldea y los muchos ejecutivos que acudieron a la desolada cumbre.
Nada de extraordinario tiene la nota del diario. Es la simple constatación de lo que la mediocracia, con honrosas excepciones, se resiste a informar a cambio de prebendas y concesiones gubernamentales.
Raymundo Riva Palacio, ácido crítico del obradorismo, hace un par de semanas pronosticó un mejor futuro para aquél, siempre y cuando introduzca correctivos en los rumbos. Aquí le platiqué el 19 de enero: “Con el Movimiento Nacional en Defensa del Pueblo, del Petróleo y la Soberanía Nacional , la cuarta metamorfosis de la resistencia civil pacífica, y su primera convocatoria a la principal plaza de la República , López Obrador enfrenta el reto de mostrar su capacidad para incidir en los grandes problemas nacionales, aguzando la sensibilidad de un liderazgo que no sólo suscita apoyos, no pocos conmovedores, sino también múltiples críticas y crecientes envidias de líderes que viven de su respetable pasado y sus actuales lectores.”
Sin embargo, a Calderón Hinojosa no le interesa lo que aquí se escriba, más puede llamarle la atención la columna del otrora director de El Universal. ¡Ah! Pero un periódico de la metrópoli imperial no es ignorable. Baste recordar el sacrificio de Ramón Aguirre Velázquez como candidato triunfador de Guanajuato frente Vicente Fox Quesada y que finalmente favoreció a Carlos Medina Plascencia, por una nota publicada en The Wall Street Journal. En esta materia, nuestros gobernantes aún son aldeanos, colonizados.
Si a todo lo anterior sumamos: “El presidente Calderón no tomó buen aire en la montaña blanca y pierde su escasa calma a medida que los indicadores y las expectativas de analistas y empresarios se unen en una caída prácticamente libre”, como postula Rolando Cordera Campos, entonces es más comprensible, mas no por ello menos preocupante e inaceptable, la irritación del economista y abogado que con un impresionante dispositivo de seguridad en el Teatro de la República , el Centro Histórico y el espacio aéreo de la capital queretana, justamente el 5 de febrero denominó a sus críticos y adversarios “catastrofistas”, particularmente al tabasqueño de Macuspana, a quien el diario neoyorquino le augura “ser una fuerza con la que se tendrá que tratar”.
El viajero internacional incansable, que sólo entonces hace gala de excelente humor, llamó a “rechazar el catastrofismo sin fundamento”, el “alarmismo, que ignora los esfuerzos que hacen los mexicanos”, a “los personalismos e intereses que medran con infundadas profecías de desastre”. Jesús Reyes Heroles denominaba, en 1976, a los comunistas “agoreros de lo peor”.
Calderón remató: “No es tiempo de actitudes protagónicas ni egoístas”. Lástima que el verbo no se corresponda con el uso y abuso de la televisión y la radio para publicitarse, más aun que las obras que por escasas que sean, existen. En tanto que el grupo gobernante actúa en consecuencia y sigue integrado por amigos e incondicionales.
Acuse de recibo
El domingo 1, a las 17:08 horas, presencié como cinco agentes de la Policía Federal Preventiva, portando uniformes de una inconstitucional policía federal con el escudo nacional en la espalda, impidieron a una joven, acompañada de una señora, que accediera a la catedral Metropolitana, en la que oficia el cardenal Norberto Rivera Carrera, con un ejemplar de La Fuerza del Sol, periódico de la dirigencia del Partido de la Revolución Democrática en el Distrito Federal. Un señor que ya había traspasado la reja, molesto por las leyes de excepción impuestas por Genaro García Luna, presumió a los agentes un ejemplar de La Jornada y otro de Proceso sin que éstos pudieran hacer nada por temor al escándalo periodístico… Jorge Reyes, autor del género tloque nahuaque (música corporal con canto armónico) e introductor de instrumentos prehispánicos al rock, jazz y música electrónica, falleció el sábado 7 de un paro cardiaco. Una semana antes brindó un concierto inolvidable en el Zócalo a miles de absortos capitalinos, durante La noche de las estrellas. El etnomúsico, como él se definía, nativo de Uruapan, Michoacán, dejó 26 álbumes grabados: Bajo el Sol, Jaguar, Nierika y El costumbre, entre los principales.
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