Alberto Híjar
A diferencia de numerosos estudiosos de la globalización, Samir Amin tiene un libro de título elocuente: El imperio del caos. Sostiene que nunca antes hubo un desorden mundial como el actual, que cambio sistémico ni que nada, pura rapiña, “el poder como negación del derecho” que dicen los compañeros del Campamento Antiimperialista con centro en Italia. Las evidencias son muchas:
1. El ministro Gudiño de la Suprema Corte de Justicia describe las ilegalidades múltiples de la represión en San Salvador Atenco y no encuentra responsables sino ausencia de normas y reglamentos. Ignora la impunidad de los culpables y la monstruosa sentencia de Nacho del Valle a más de cien años de prisión, la injusta cárcel de diez activistas y el clandestinaje obligado de América del Valle, Adán Espinosa y Bernardino Cruz amenazados con orden de aprehensión. No, señor ministro proyectista, tras la aparente ausencia de leyes hay un orden no escrito reductible a la orden de ¡pártanles la madre! imperante también en Oaxaca, en Morelos, Veracruz, Chiapas.
2. Zedillo alardea su sabiduría en Davós, conversa in english con Calderón y afirma que el rescate bancario FOBAPROA organizado por él es más costoso proporcionalmente que el aprobado por el gobierno yanqui. Veinte por ciento del PIB por tres por ciento en USA. Cuando debiera estar en la cárcel y no gozando de consejerías en las empresas a las que vendió barato el país para dejarlo sin red ferroviaria, por ejemplo, exhibe obscenamente la impunidad de un sistema fundado en la injusticia, la desigualdad, la discriminación, todo a favor de los grandes consorcios, sus agentes y sicarios sin importar si es PRI o PAN en el poder como Lagrimita y Costel bromearon al respecto.
3. Marcha una reforma en los planes y programas de los institutos tecnológicos. Se trata de implantar una ingeniería empresarial eficiente adiestrando jóvenes en la sumisión para anular toda crítica al fin de los derechos laborales ante el triunfo de la dependencia tecnológica y financiera que hay que aceptar como motor de desarrollo. Hugo Carvajal ya describió alarmado la marcha de este proyecto para el nuevo orden que en realidad es un desorden porque ni los amaestrados egresados tendrán empleo ni lugar donde desarrollar su servilismo.
4. Entonces, dice Hugo Chávez, aquí está el socialismo nuevo. Pero en el Foro Social Mundial en Belém, le fue criticado el control de sus organizaciones por el partido único y el Estado. La estructura militar de sus proyectos benefactores impedirá la autonomía de las organizaciones que los sustentan. Socialismo de control llama Severo Iglesias a este orden indeseable que sacraliza al Estado. Lula también encontró la horma de su zapato en el movimiento de los Sin Tierra insatisfecho por la represión de Estado. Ya para qué hacer mención a las dificultades del socialismo nuevo en firmantes como Daniel Ortega el más corrupto de Nicaragua o con las mil broncas del exobispo Fernando Lugo de Paraguay o con el misterioso gobierno de Dominica. Socialismo de control que no es más que capitalismo de Estado benefactor en medio del caos mundializado. La reforma constitucional boliviana apuntala las garantías para todos pero nada tiene de socialista mientras no genere poder popular como disminución del Estado.
5. Buenaventura de Souza ha enlistado cuatro situaciones desordenadoras del mundo y pregunta si el Foro Social Mundial tiene alguna posición al respecto: 1.- Gaza. 2.- ¿China o Sumak Kawsai? que es como llaman los quechuas al vivir digno y pleno. 3.- “Cuba ¿cincuenta años con futuro?” o ¿Freno y apertura capitalista? 4.- Africom con la consiguiente amenaza de control militar yanqui. 5.- El 11 de septiembre como pretexto de seguridad nacional yanqui mundializada con casi 400 bases militares desparramadas por todo el mundo.
Lo dicho, nada de nuevo orden sistémico sino caos aunque en rigor un proyecto imperial al que hay que responder con radicalismo histórico y no con reformitas y moralina correctoras. Gran desmadre, todo se ha salido de madre por el gran deshielo, el calor creciente, la falta de agua, alimentos y energía, la biodiversidad destruida. Pero tras el desastre están las medidas de apremio para defender capitales y propiedades mal habidas con la protección de gobiernos espurios. Por esto hay que actuar sin compasión hacia los administradores del caos.
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