Manú Dornbierer
Satiricosas
Con Juan Pablo II (1978-2005), el padre Marcial Maciel, fundador de Los Legionarios de Cristo -llamados en México Los Millonarios de Cristo- sentó sus reales en El Vaticano: fue asesor-consultor del Papa polaco, “en temas relacionados con vocaciones, clero y diferentes frentes en América Latina, en especial el combate a la teología de la liberación, según el especialista Bernardo Barranco (La Jornada, febrero 2008). Aparte de todo lo demás, es indignante el acoso a lo único limpio que aún le queda a la Iglesia Católica, la teología de la liberación de verdaderos sacerdotes, acusada de “comunista” porque “está con los pobres”. A lo largo de los años, Maciel, ensuciando lamentablemente el nombre de Cristo, se apoderó para su infame mafia de fortunas enormes que señoras encopetadas de la alta sociedad mexicana, entre la que destaca la regiomontana, le entregaron, a la par que le encomendaban a sus hijos e hijas para que los usara sexualmente. Bien dice el periodista católico Jason Berry, “la Legión es un asunto de DINERO”... como lo es El Vaticano.
“Marcial Maciel convivió con las grandes fortunas y los principales personajes de poder del siglo XX, nos recuerda Barranco. En México, él y Girolamo Prigione (el nuncio) manejaron a la Iglesia para buscar privilegios y prerrogativas ambiciosas. Pastoralmente de manera pragmática, Maciel ofreció la vía y la oportunidad de las elites para conciliar los tradicionales valores cristianos con la ausencia ética de construcción de fortunas, poder y prestigio.
Algunos antropólogos han tomado a préstamo el concepto aplicable a experiencias protestantes de la “teología de la prosperidad” para aplicarlo al caso de los Legionarios. Mientras que por un lado se enarbolan los valores de la familia como “iglesia doméstica”, se oponen al divorcio, la eutanasia, el aborto, a la ordenación de mujeres sacerdotes, al fin del celibato, etcétera, utilizando paradójicamente todos los medios tecnológicos y publicitarios modernos como la televisión; por otro, son laxos con otro tipo de conductas, como la conducción de las empresas, explotación e impactos ambientales...”.
Y la pederastia se entronizó en la única Iglesia que prohíbe el matrimonio a sus oficiantes, entre muchas prácticas sanas, justas y humanas. Prohíbe el matrimonio heterodoxo y hoy también el homosexual, pero no sólo tolera sino que promueve la pedofilia más repugnante y ruinosa para miles de vidas. El propio arzobispo de la Ciudad de México, Rivera Carrera, es conocido protector del megapedófilo Nicolás Aguilar...
Maciel acompañó a Juan Pablo II en los viajes que realizó a México en 1979, en 1990 y en 1993. Juan Pablo II nombró a Maciel miembro de la Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre la formación de los candidatos al sacerdocio en las circunstancias actuales (1991); miembro de la Comisión Interdicasterial para la Justa Distribución del Clero (1991); miembro de la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (1992); miembro del Sínodo de los Obispos sobre la Vida Consagrada y su Misión en la Iglesia y en el Mundo (1993); consultor permanente de la Congregación para el Clero (1994) y miembro de la Asamblea Especial para América del Sínodo de los Obispos (1997).
El 3 de enero de 1991, Maciel, con los Legionarios y miembros de Regnum Christi, celebró 50 años de vida de la Congregación. Ese mismo día, Juan Pablo II ordenó 60 nuevos sacerdotes legionarios en la Basílica de San Pedro. La Legión de Cristo comenzó en noviembre de 1992 su segundo Capítulo General Ordinario. Dos días después se anunció la reelección de Marcial Maciel como Superior General de la Congregación y del Movimiento Regnum Christi. El 18 de diciembre, una vez concluido el Capítulo, Juan Pablo II recibió en audiencia a los padres capitulares.
¿Era un ingenuo el Papa Juan Pablo II? Fue el gran protector de ese hombre que hoy el propio Vaticano denuncia por llevar “una vida doble”. Pero el Ratzinger que lo cesó recién electo conoció mucho antes su inmensa inmoralidad. Sin duda aportaba dinerales a la Iglesia ese Marcial Maciel Degollado, oriundo de Cotija de la Paz, Michoacán (10-3-1920/ 30-1- 2008) mexicano, fundador de la “Legión”, acusado de pederasta al que hoy se le carga una hija de 20 años, producto de la violación de una también niña entonces de 15 años, cuando él era ya un repugnante, pero siempre perverso anciano. La madre de este siniestro personaje, Maurita Degollado, está o estuvo en proceso de beatificación.
Pero el tío Rafael Guízar y Valencia es santo de la Iglesia Católica. Maciel creó el Instituto Cumbres de la Ciudad de México, pero con el apoyo de Roma y de la gente rica fundó escuelas en otros países: Argentina, Austria, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, El Salvador, España, Estados Unidos, Italia, Suiza y Venezuela.
En noviembre de 1994 Maciel celebró cincuenta años de cura. La celebración fue la ordenación de 57 sacerdotes Legionarios en la víspera del aniversario. Con ese motivo, el Santo Padre le envió a Maciel una carta de felicitación que se leyó durante la acción de gracias de la Celebración Eucarística.
Juan Pablo II recibió en 1997 una carta con terribles acusaciones contra el Legionario, pero no sólo no hizo caso sino que mostró aún más su afecto al pederasta. Sus víctimas, ya hombres hechos y derechos, le explicaron así a Juan Pablo II el motivo de su misiva (y de su futuro libro): “Quienes ahora Os escribimos somos varios hombres cristianos, doblemente víctimas en dos claras épocas de nuestra vida: primero durante nuestra adolescencia y juventud y, luego, en nuestra madurez, por parte de un sacerdote y religioso muy allegado a Vos, que repetidamente abusó, antaño, sexualmente y de otras maneras de nosotros, indefensos, lejos de nuestros padres o tutores, en países diversos y lejanos del nuestro...”.
Juan Pablo II no hizo el menor caso y en el 2004, amén de un famoso discurso desde el púlpito, felicitó así a Maciel por sus 60 años de “sacerdocio” mediante una carta dirigida al: “Reverendo Padre Marcial Maciel Degollado, Superior general de la Congregación de los Legionarios de Cristo”, en términos del más alto aprecio:
1. Estoy feliz de unirme espiritualmente al gozo y a la acción de gracias que, desde Usted, Reverendo Padre, y desde el corazón de todos los miembros de esta familia religiosa se eleva a Dios, fuente de todo bien, con ocasión del 60º aniversario de la ordenación sacerdotal, que el 26 de noviembre de 1944 le fue conferida en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, en la Ciudad de México. En aquel día llegaba a cumplimiento el camino de formación para el sacerdocio, iniciado por usted a los 16 años con el sueño de suscitar sacerdotes dedicados totalmente al anuncio del Evangelio y a la elevación moral y social de los hermanos más pobres y marginados. Este proyecto de amor a Cristo, fidelidad a la Iglesia y servicio al hombre pudo realizarse con el nacimiento en la Ciudad de México el 3 de enero de 1941 de la Congregación de los Legionarios de Cristo, cuyas Constituciones han sido después aprobadas definitivamente por mí en el año 1983.
2. Sus sesenta años de vida sacerdotal, Reverendo Padre, han estado señalados por una significativa fecundidad espiritual y misionera con diversas obras y actividades apostólicas como el Movimiento Regnum Christi, la red de escuelas denominada Mano Amiga, las numerosas instituciones educativas y caritativas -presentes hoy en 16 países de los 5 continentes- que tienen el objetivo de promover los valores de la familia y de la persona humana, los centros universitarios de estudio y de formación. Y ¿qué decir, además, del apostolado de los sacerdotes Legionarios de Cristo así como del compromiso de toda la congregación a favor de la formación integral de los futuros sacerdotes diocesanos, particularmente a través del Pontificio Ateneo Regina Apostolorum, y los dos seminarios internacionales Mater Ecclesiae de Roma y de São Paulo en Brasil? Asimismo, no puedo olvidar el servicio que usted ha prestado en estos años a la Santa Sede, que se ha valido -en varias ocasiones y de diversos modos- de su generosa y competente colaboración, sea con ocasión de algunos de mis viajes apostólicos, sea en la actividad de organismos de la Curia Romana.
3. La aspiración profunda que ha guiado su acción educativa, cultural y pastoral, inspiración que usted ha transmitido como tesoro precioso a la familia religiosa fundada por usted, ha sido la constante premura por una promoción integral de la persona, y esto especialmente en relación con la formación humana que, como escribí en la exhortación apostólica post-sinodal Pastores dabo vobis, “si se desarrolla en el contexto de una antropología que abarca toda la verdad sobre el hombre, se abre y se completa en la formación espiritual” (n. 45)
Reverendo Padre, el recuerdo gozoso del 60º aniversario de su ordenación sacerdotal se cumple durante el año de la Eucaristía. Esta coincidencia providencial constituye una invitación a meditar en la centralidad de la Eucaristía en la vida de la comunidad cristiana y especialmente en la formación de los futuros sacerdotes y en su dedicación posterior al ministerio ordenado. Es lo que subrayaba en el documento ya citado señalando “la importancia esencial de la Eucaristía para la vida y el ministerio sacerdotal y, por tanto, para la formación espiritual de los candidatos al sacerdocio” (n. 48).
4. Por todas estas razones estoy feliz de unirme al cántico de alabanza y de agradecimiento al Señor, que se eleva desde muchos corazones por las “cosas grandes” (cf. Lc 1, 49) que la gracia de Dios ha realizado en estos 60 años de su intenso, generoso y proficuo ministerio sacerdotal. Mientras invoco una efusión renovada de los dones del Espíritu Santo para que su sacerdocio continúe dando frutos copiosos de bien, le confío, querido Padre Maciel, a la protección celeste de la Virgen María, Madre de los sacerdotes, y con afecto le envío una especial bendición apostólica, que con gusto extiendo a todos los Legionarios de Cristo, a los miembros del Movimiento Regnum Christi y a cuantos participan en la celebración jubilar”.
Desde el Vaticano, 24 de noviembre de 2004 Joannes Paulus II
Hoy la Iglesia Católica se cimbra a nivel mundial por ese atroz michoacano.
No sólo por ese atroz michoacano sino porque se ha tomado conciencia de que en esencia la iglesia católica, como muchas religiones, utiliza el miedo a la vida y a la muerte para comerciar con la figura de Cristo, Dios, un cielo prometido y la vida después de la muerte que no se sustenta con la razón ni con la ciencia. En la creación de ese mito ha utilizado una serie de patrañas y se ha enredado en múltiples perversiones.
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