El programa de reactivación económica propuesto por el gobierno espurio de Felipe Calderón es en extremo limitado y no podrá suavizar los peores efectos de la recesión mundial. Lo tardío de la respuesta, los rezagos acumulados en materia de empleo y pérdida del poder adquisitivo, los efectos combinados de la devaluación del peso (¡más del 30 por ciento, hasta ahora!), la caída en las remesas de los trabajadores emigrantes, la reducción de los flujos de inversión extranjera y los inminentes recortes de personal en la industria automotriz, metalúrgica y la construcción, harán que éstas medidas tengan el mismo efecto que tratar de detener un tsunami con arcos y flechas.
En el plano social el intento de destruir al sindicato minero puede jugar un papel clave para disciplinar y desmovilizar a la clase trabajadora. Sería el preludio de una vasta ofensiva en contra de otros baluartes del sindicalismo clasista, como el Sindicato Mexicano de Electricistas, revertir procesos de recomposición como el que se está efectuando en el gremio magisterial y cancelar nuevos procesos de sindicalización democrática e independiente.
En el terreno electoral, el reposicionamiento del PRI, que ha ganado todos los comicios de 2008, refleja el continuo desprestigio del PAN, así como los efectos de la descomposición del Partido de la Revolución Democrática que lo han llevado a perder incluso en zonas tradicionales de influencia. Aún en medio de su decreciente influencia, el PAN aún cuenta con el voto de núcleos duros conservadores del centro y norte del país, lo que, aunado al fortalecimiento del PRI y la inevitable agonía del PRD, prefigura la reconfiguración del bloque neoliberal en la próxima legislatura. El PRI recobraría la mayoría, teniendo como comparsa a una importante minoría panista y de sus otros satélites. Con éste resultado el bloque neoliberal aseguraría la continuación y profundización de sus reformas y reposicionarse para las presidenciales del 2012.
Las respuestas de los trabajadores a los efectos de las crisis y la ofensiva antiobrera son de momento puntuales y aisladas. A pesar de las acciones de resistencia de los trabajadores mineros y de sus aliados ante la detención de dos importantes líderes, de las movilizaciones magisteriales y de las luchas de otros sectores, está claro que mientras no se produzca una lucha unificada de todos los contingentes independientes de trabajadores, con acciones contundentes como huelgas y paros, las posibilidades de éxito son tremendamente limitadas.
Construir un poderoso movimiento capaz de enfrentar esta ofensiva, requiere de las siguientes condiciones. En primer lugar convencer a todas las organizaciones sindicales y sociales de que una política claudicante y conciliadora, es absolutamente irrisoria en las actuales circunstancias. Porque si en un periodo de auge económico se pueden arrancar migajas de los beneficios capitalistas, y así justificar una gestión de colaboración de clases y de apoyo al sistema, cuando, como ahora, llegan las vacas flacas, ni tan siquiera las migajas se encuentran disponibles y la crisis apenas comienza.
Esta crisis, que también es una crisis de sobreproducción, provoca la quiebra de empresas débiles lanzando al desempleo a millones de personas y es aprovechada por muchos empresarios para deshacerse de personal, mover sus empresas hacia regiones que ofrecen menos salarios o cero sindicalización y, conjuntamente con sus respectivos gobiernos, emprender violentas ofensivas antisindicales. De ésta manera se provoca una nueva reducción del mercado interno, creando un círculo vicioso.
La reciente declaración del Secretario de Hacienda, Agustín Cartens --de que la solución a la crisis estriba en aprobar una reaccionaria reforma a la Ley Federal del Trabajo, enajenar los derechos patrimoniales del ejido, ahondar en la destrucción ecológica y la desnacionalización de las playas, extender la apertura al capital extranjero en materia de telecomunicaciones, etc.--, confirman la previsión anterior y lejos de resolver la crisis contribuirán a profundizarla. Es decir, intentan continuar aplicando la misma medicina que ha provocado la enfermedad.
Es vital que las organizaciones integrantes del Diálogo Nacional emprendamos un debate a fondo para exponer el verdadero origen de la crisis y proponer alternativas que no significan nuevos y mayores sacrificios para la clase trabajadora. Debemos demandar, en primer lugar, que la crisis la paguen los que la provocaron ¡Que la crisis la paguen los ricos! Este debe ser el grito de guerra que unifique al conjunto de la clase trabajadora y que en lo inmediato requiere de las siguientes medidas: ¡Ni un solo peso para seguir salvando a los banqueros! Nacionalizar y expropiar, sin indemnización alguna, la banca; cancelar, de una vez por todas, la infame deuda del Fobrapoa, que este año absorberá 30 mil millones de pesos del presupuesto; realizar una auditoria al resto de la deuda interna y externa para declarar una moratoria a toda aquella de origen ilegítimo; nacionalizar los fondos de pensiones, canalizándolos para inversiones públicas productivas y garantizando una vejez digna para todos; aplicar un riguroso control de cambios que ponga fin a la rapiña especulativa e introducir el monopolio del comercio exterior a cargo del estado. Estas disposiciones tienen que ser complementadas con una radical reforma fiscal que grave a los que más ganan y utilizar dichos ingresos para financiar un ambicioso programa de modernización del sector energético (PEMEX, CFE y CLyF), de salud, educación, obras públicas y un plan urgente de rescate ecológico.
La lucha en contra del desempleo debe de ser otra de nuestras prioridades inmediatas. Además de los empleos generados por los efectos de las propuestas anteriores, es necesario exigir la semana laboral de 40 horas y el establecimiento de la escala móvil de horas de trabajo, todo ello sin merma en el salario. En el caso de las empresas que quiebren, los trabajadores deberán hacerse cargo de ellas, bajo su administración y el apoyo del estado.
Estas acciones coinciden en diversos aspectos con el documento titulado "Por un Cambio de Rumbo Económico y Político", propuesto por el Movimiento Nacional por la Soberanía Alimenticia y Energética, los Derechos de los Trabajadores y las Libertades Democráticas (MNSAyEDTyLD) y con el "Plan Para la Defensa del Pueblo, el Petróleo y la Soberanía Nacional " y el "Plan de 8 puntos para reducir los efectos de la crisis económica", propuestos por López Obrador y respaldadas por el Movimiento en Defensa de la Economía Popular , el Petróleo y la Soberanía Nacional. Esta coincidencia sienta las bases para unificar, en los hechos y basado en un programa de acciones que culminen con un Paro Nacional, a los dos movimientos más importantes que enfrentan el proyecto neoliberal.
Sin la acción unificada de todas estas organizaciones es imposible contar con la capacidad para derrotar a patrones y gobierno e imponer un nuevo rumbo a la nación, pero, sobre todo, para ganar a nuestra causa a los millones de trabajadores desempleados y no sindicalizados.
México D. F. a 31 de enero de 2009
FRATERNALMENTE
Movimiento de Unidad Socialista
Movimiento 23 de septiembre
Partido Revolucionario de los Trabajadores
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