Alejandro Encinas
Ni empleo ni salarios
aencinas@economia.unam.mx
Profesor de la Facultad de Economía de la UNAM
Ni empleo ni salarios
A quienes mantenemos una visión crítica de Felipe Calderón y sus acciones, se nos tilda de pesimistas, de apostar a la debacle del país. Nada más falso. Más allá de los diferendos políticos que tenemos, a nadie interesa retomar un país convertido en despojos. Sin embargo, la realidad supera la visión del más optimista.
Calderón y sus aliados centraron su discurso en el propósito de crear una percepción de confianza, señalando que no se lanzarían a aventuras ni se harían transformaciones que pusieran en riesgo al país. Que su alianza con la iniciativa privada daría estabilidad y que la continuidad del modelo estaría acompañada de inversión, empleo y desarrollo.
Nada se ha cumplido. Ni hay inversión ni hay empleo, y la percepción de confianza se desmorona ante la incertidumbre en la economía y el ingreso familiar, cuando no frente a la violencia e inseguridad.
Quitándonos la carga ideológica, vayamos a los datos oficiales: menos de la mitad de los mexicanos en edad de trabajar tiene un empleo formal. En ocho años de gobiernos del PAN, casi 10 millones de jóvenes empezaron a buscar trabajo y sólo se han creado un millón 300 mil empleos. A la enorme mayoría de los jóvenes mexicanos no les queda otra alternativa que emigrar a EU, mal vivir de la economía informal o tomar la vía de conductas antisociales.
De acuerdo con cifras del IMSS, durante el primer año de Calderón se registró un incremento de 553 mil 13 empleos. Sin embargo, a partir del segundo año se registra una tendencia a la baja, al sumarse una pérdida de 41 mil 727 trabajadores afiliados a esta institución. Situación que se agrava a partir de entonces, ya que de acuerdo con la STyPS, en 2008 el empleo formal se redujo en 30 mil puestos netos de trabajo, en tanto Banco de México estima que en 2009 habrá una baja de entre 160 mil y 340 mil en los empleos del sector formal. No se ha cumplido el compromiso de crear un millón 200 mil empleos cada año y, por el contrario, se avanza hacia una profunda crisis en la oferta laboral.
El deterioro del salario frente a los precios suma, desde 1982, una disminución del poder adquisitivo de 82%. Actualmente se paga un salario por debajo del valor del trabajo, como lo demuestra un estudio de la Facultad de Economía de la UNAM, que concluye que en 1982 se requerían 5.14 horas para adquirir una canasta alimenticia recomendable, mientras que para 2008 se necesitan 14.46 horas. Es decir, casi el doble de las ocho horas de la jornada laboral. A ello se suman datos que desmienten que el salario mínimo es sólo un referente ya que casi nadie lo gana, pues cerca de 9 millones de mexicanos viven con un salario mínimo o menos, y que el aumento a los salarios tiene impactos inflacionarios, pues los precios se incrementan a ritmos superiores al salario, mientras que el trabajo permanece subvaluado, acreditando una vez más, como sostenía Marx, que el aumento a los salarios disminuye la plusvalía que corresponde al patrón, pero no determina el precio de las mercancías.
Ni se han cumplido las ofertas económicas del discurso ni se ha generado confianza. Los aliados de Calderón que ofrecieron inversión y empleo privilegian sus intereses, como lo demostró la Asociación de Bancos de México, pues pese a que Banxico disminuyó en 0.75% la tasa de interés de referencia, los bancos no disminuirán el costo promedio de 40% anual del crédito a sus tarjetahabientes, en tanto que el CCE expresa su frustración ante el plan anticrisis de Calderón, al considerarlo a la zaga de lo que sucede en el resto del mundo.
El país enfrenta una profunda crisis económica y una perversa inequidad social. Muchos mexicanos están perdiendo la esperanza y otros —cuidado— están perdiendo la paciencia.
Calderón y sus aliados centraron su discurso en el propósito de crear una percepción de confianza, señalando que no se lanzarían a aventuras ni se harían transformaciones que pusieran en riesgo al país. Que su alianza con la iniciativa privada daría estabilidad y que la continuidad del modelo estaría acompañada de inversión, empleo y desarrollo.
Nada se ha cumplido. Ni hay inversión ni hay empleo, y la percepción de confianza se desmorona ante la incertidumbre en la economía y el ingreso familiar, cuando no frente a la violencia e inseguridad.
Quitándonos la carga ideológica, vayamos a los datos oficiales: menos de la mitad de los mexicanos en edad de trabajar tiene un empleo formal. En ocho años de gobiernos del PAN, casi 10 millones de jóvenes empezaron a buscar trabajo y sólo se han creado un millón 300 mil empleos. A la enorme mayoría de los jóvenes mexicanos no les queda otra alternativa que emigrar a EU, mal vivir de la economía informal o tomar la vía de conductas antisociales.
De acuerdo con cifras del IMSS, durante el primer año de Calderón se registró un incremento de 553 mil 13 empleos. Sin embargo, a partir del segundo año se registra una tendencia a la baja, al sumarse una pérdida de 41 mil 727 trabajadores afiliados a esta institución. Situación que se agrava a partir de entonces, ya que de acuerdo con la STyPS, en 2008 el empleo formal se redujo en 30 mil puestos netos de trabajo, en tanto Banco de México estima que en 2009 habrá una baja de entre 160 mil y 340 mil en los empleos del sector formal. No se ha cumplido el compromiso de crear un millón 200 mil empleos cada año y, por el contrario, se avanza hacia una profunda crisis en la oferta laboral.
El deterioro del salario frente a los precios suma, desde 1982, una disminución del poder adquisitivo de 82%. Actualmente se paga un salario por debajo del valor del trabajo, como lo demuestra un estudio de la Facultad de Economía de la UNAM, que concluye que en 1982 se requerían 5.14 horas para adquirir una canasta alimenticia recomendable, mientras que para 2008 se necesitan 14.46 horas. Es decir, casi el doble de las ocho horas de la jornada laboral. A ello se suman datos que desmienten que el salario mínimo es sólo un referente ya que casi nadie lo gana, pues cerca de 9 millones de mexicanos viven con un salario mínimo o menos, y que el aumento a los salarios tiene impactos inflacionarios, pues los precios se incrementan a ritmos superiores al salario, mientras que el trabajo permanece subvaluado, acreditando una vez más, como sostenía Marx, que el aumento a los salarios disminuye la plusvalía que corresponde al patrón, pero no determina el precio de las mercancías.
Ni se han cumplido las ofertas económicas del discurso ni se ha generado confianza. Los aliados de Calderón que ofrecieron inversión y empleo privilegian sus intereses, como lo demostró la Asociación de Bancos de México, pues pese a que Banxico disminuyó en 0.75% la tasa de interés de referencia, los bancos no disminuirán el costo promedio de 40% anual del crédito a sus tarjetahabientes, en tanto que el CCE expresa su frustración ante el plan anticrisis de Calderón, al considerarlo a la zaga de lo que sucede en el resto del mundo.
El país enfrenta una profunda crisis económica y una perversa inequidad social. Muchos mexicanos están perdiendo la esperanza y otros —cuidado— están perdiendo la paciencia.
aencinas@economia.unam.mx
Profesor de la Facultad de Economía de la UNAM
No hay comentarios.:
Publicar un comentario