De nueva cuenta, imbuidos por los relatos apocalípticos de las siete plagas, las que por cierto, al igual que el bíblico éxodo, no aparecen relatadas por ningún lado en la historia del milenario Egipto.
Se ha iniciado una campaña alarmista a la que llaman “pandemia”, a la que la OMS ya ha declarado en fase 5 (de 6) que en el fondo, como todo hoy en día, debe de tener un interés económico: el de vender medicinas, que de poco sirven; y vacunas, especialmente francesas, cuyo efecto positivo es totalmente nulo.
Desconociendo que el Sabio de Cos escribió dos libros “De las Epidemias”, en las que literalmente se metía El Padre de la Medicina, no solo para intentar curar a los enfermos, sino para estudiar a los sanos y saber el porqué no se habían contagiado.
Las epidemias (o las pandemias) ciertamente que no se combaten con cubrebocas y caros medicamentos (que en aquellos tiempos no había y se han vuelto un sucio negocio de oportunistas) sino con una alimentación adecuada (natural ¡y mucha agua!) que desde luego está muy lejos de la alimentación chatarra que generalmente se consume ¡hasta en las escuelas!. Solo que tocar a las poderosas trasnacionales, en estos yunqueros tiempos, debe de ser “pecado”.
Sin poder soslayar que el señor Calderón, con su marcada megalomanía, la ha aprovechado para implantar un Estado de excepción, en el que las Garantías Individuales han sido abolidas por decreto; pero que seguramente lo ha de hacer sentir muy bien: como un rey omnipotente y todo poderoso, aunque sea por unos cuantos días, porque es de esperarse que esa absurdez se levante pronto.
Los productos de la Madre Tierra, consumidos de manera natural, son la mejor prevención y cura que pueda haber para estos casos (“Que tu alimento sea tu medicina y que tu medicina sea tu alimento, decía el muy ilustre Hipócrates”).
Porque recurrir a los tradicionales dioses, santos y vírgenes para encomendarles la salud, es absolutamente inútil (al “milagroso” san Judas Tadeo le pusieron cubrebocas en su día) y los obispos han anunciado el que se suspenden misas (que ahora, también aprovechándose de la situación las pasarán por TV) pues ese tipo de deidades solo han servido para hacer la guerra y destruir, nunca para benéfico de los seres humanos.
Dicho sea solo de paso para todos aquellos a los que se les ocurra orar o rezar para aliviarse o prevenir el contagio.
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