06 abril 2009
Algún día sabremos con claridad si la salida de Josefina Vázquez Mota de la SEP fue una petición de Felipe Calderón, para que con sus habilidades de mediadora logre crear una bancada panista sólida y efectiva. Hasta ahora es sólo especulación. Lo que debe preocuparnos es quién quedará en su lugar. Las candidaturas son problemas de los partidos, la SEP en cambio nos debe preocupar a toda la sociedad.
Sabemos que desde las elecciones el Presidente quedó endeudado con Elba Esther Gordillo, y estar en deuda con esta mafiosa sindical, significa hacer sacrificios a nombre de la política, pero que en realidad acaba pagando la sociedad.
Josefina ha tenido dos enemigos que intentaron destruirla, sobajarla y desacreditarla, el primero fue Juan Camilo Mouriño, la segunda es la líder sindical que se niega a que se consoliden los planes del equipo cercano de Vázquez Mota en la SEP para erradicar la corrupción en la venta de plazas, para lograr la calificación efectiva de maestros y maestras, para erradicar la corrupción en el sistema educativo.
Mientras Calderón hacía sus enroques con el PAN, Elba Esther movió sus piezas en el tablero para seguir ganando espacios de incidencia; para tomar la SEP.
Sin embargo, la multimillonaria lideresa no es el único peligro para la educación en México, su contraparte son los grupos ultraconservadores del PAN que se han opuesto sistemáticamente a los planes del equipo de la ex secretaria, para asegurar la educación sexual en escuelas, para hablar de violencia en el noviazgo y pederastia en el magisterio y en las primaras; para implementar modelos de educación primaria para la paz.
Se mencionó a Juan Carlos Romero Hicks, ex gobernador de Guanajuato, como sucesor. Es un conservador vinculado a la derecha yunquista que se ha opuesto a reconocer los derechos de las mujeres, la educación laica y a fustigar la educación sexual.
Quede quien quede, Calderón no debería elegir ni a uno de sus amigos sin capacidad estratégica contra Gordillo, ni a un conservador intolerante. Sería un retroceso imperdonable. Además si Tuirán y Székely también salen, se derribarán los logros alcanzados.
Debilitar a la SEP en este momento histórico resulta absurdo y contraproducente; puede significar que los peones de Gordillo se meterán aún más al tejido operativo de la SEP. O que, además, la ultraderecha revertirá el camino andado.
Elba Esther sabe que recuperar el control estratégico de la SEP es afianzar su poder electoral, manipular los votos del magisterio no es cosa menor. Para ello necesita evitar la modernización de la educación y asegurar la corrupción. De cualquier manera, la maestra ya ganó la primera batalla: la desestabilización de la SEP es un golpe para la sociedad mexicana y un logro para las mafias que la controlan. Gana el PAN y perdemos las y los mexicanos. Qué vergüenza.
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