María Teresa Jardí
Como la pérdida de valores afecta en el mundo entero a la extraviada clase política, ensalzan al usurpador mexicano, otros igual de impresentables, por su entreguismo brutal y él con su pequeñez innata hasta cree que lo hacen en reconocimiento a su buen desempeño como gobernante tercermundista. Las neuronas se pierden cuando la idiotez manda.
Y como nobleza obliga incluso entre canallas y como cuando se quiere se puede y como han sido nombrados los relevos en los puestos clave de las instituciones de inseguridad pública y procuración de injusticia y como comprado y vendido —incluso por los inmorales salarios auto asignados sumados a otras prebendas entregadas a cambio de que imparta injusticia— ha elegido transitar el Poder Judicial mexicano —a veces incluso haciendo ridículo cuando así se le ordena— cualquier día, a nombre del usurpador, la plana mayor encabezada por García Luna, dará la noticia, para beneplácito del amo gringo que manda a la clase política mexicana, de que el panismo usurpador ha logrado detener, nuevamente, a Joaquín, “El Chapo”, Guzmán Loera, al igual que antes el mismo panismo lo soltó. Similar motivación —que no la lucha contra el narcotráfico que es la farsa más grande conocida por el mundo— tiene la detención del hijo “junior” de Amado Carrillo. Desechables que son unos y traidores que son los otros.
Y Tello Peón puede servir esta vez para detener a “El Chapo”, como se prestó la otra para cambiarlo a un penal, más a modo, para que saliera por la Puerta Grande, sin peligro de que un despistado se opusiera a la operación del gobierno federal panista encabezado, al menos virtualmente, por Vicente Fox.
La derecha que se ha apoderado del mundo es una mierda. Y la derecha, a la mexicana, apoderada incluso de la dirigencia de todos los partidos políticos, además de apestar todo lo emponzoña e infecta.
La ley, entramado ético de los Estados de Derecho, ha pasado a ser en México una creación fantasiosa de legisladores a modo que la dictan para ser violada por políticos y funcionarios que incluso usurpan los cargos. Y así es como hemos llegado a que el reparto de cargos públicos endosados —o comprados— a políticos por las dirigencias partidarias sean, hoy aquí, una pasarela de mafiosos.
Delincuentes aspirantes y dirigentes igual de delincuentes a los que lo mismo les da vestir de azul, que de tricolor, que amarillo, o que solferino, o que de rosa… mafiosos que cambian lo mismo de orientación sexual que de camiseta, a modo de lo que en el momento convenga. De la cabeza a los pies todo podrido.
Y cuando de casualidad, o más bien debido a la causalidad, se destapa algún caso de delincuencia mayor, se echan culpas unos a los otros o se ponen el casete preferido por los dirigentes políticos de hoy, que es el de autistas.
Todos saben que nada va a pasarles porque así funciona todo y los ciudadanos poniéndonos la coraza de la ceguera para seguir subsistiendo y mal viviendo mientras, de fraude monumental en fraude monumental contra el pueblo, vamos coleccionando centenares de ejecutados al lado de los individuos más ricos del mundo, a costillas de cada vez más millones de mexicanos engrosando las filas de la miseria más extrema. Sí, cualquier día detendrán a “El Chapo”.
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