viernes, mayo 15, 2009

Columna Asimetrías. Smithfield, Carrol, Norson y La Gloria








15 mayo 2009

“Fue la ciudadanía la que actuó con ejemplar responsabilidad ante el peligro de la influenza A/H1N1, no el gobierno, que mostró ineptitud y oportunismo políticos”.

Salvador Sedas González.

I

A propósito de la detección sin duda tardía, apresurada e inhábil, estridente y alarmista --por lo que respecta a los personeros panistas y priístas del poder político del Estado mexicano-- del virus A/H1N1 tráese a recuento cierto episodio.

En 1993, en vísperas de la firma del Tratado de Libre Comercio de la América delo Norte, éste escribidor le preguntó al entonces Presidente de la República Carlos Salinas de Gortari si se habían previsto las consecuencias negativas de dicha convención.

“No habrán consecuencias negativas”, respondió don Carlos, según recuerda el escribidor, directivo, a la sazón, del Club Primera Plana, ente que años después exhibiría demérito por su obsequiosidad crematística con el poder político priísta.

“Ya hay consecuencias negativas y aun no se ha firmado el Tratado”, le observó el escribidor el señor Salinas, quien hizo una mueca de molestia que quiso ser sonrisa condescendiente. “Usted no está informado”, contestó con sequedad el Presidente.

Era el momento de la despedida de los miembros del CPP tras la visita al Presidente y aquellos salían de Los Pinos y don Carlos se posicionaba para una foto en grupo en una escalinata; el breve diálogo perdió relevancia.

Pero un funcionario de la oficina de difusión de Los Pinos cuyo nombre el escribidor no recuerda se acercó y susurró algo así –la memoria es muy vaga-- como que “te informo que México ya se está beneficiando con el TLCAN aun antes de firmarse”.

Horas después, el escribidor recibió en su oficina en El Financiero un paquete de documentos acerca de los objetivos generales y particulares del TLCAN que supuestamente beneficiarían a México, enviado por la Presidencia de la República.

II

Entre los objetivos generales se incluía en ese paquete informativo un aserto de que, al adquirir vigencia el TLCAN --lo que ocurrió el primer día de enero de 1994-- un montón de consorcios trasnacionales estadunidenses se instalaría en México.

Ello –afirmábase en el paquete informativo-- “dinaminzará” la economía creando mayor productividad y empleos. Además, hará posible una vigilancia trinacional (Canadá, Estados Unidos y México) de regulaciones ambientales internacionales.

Ha sido lo contrario. A 15 años de vigencia del TLCAN, no ha habido productividad –la economía ha decrecido desde 1994 a la fecha, acusadamente desde 2000—no hay productividad y sí, en cambio, mucho desempleo. Y una aguda recesión.

En la relación de objetivos particulares del TLCAN se consignaban los nombres de consorcios trasnacionales estadunidenses que se aprestaban ya, antes de que se firmase el Tratado, a instalarse en México. Una de esas trasnacionales era Smithfield.

¿Smithfield? El nombre timbra la memoria. Smithfield es el tercero conglomerado en importancia entre los consorcios trasnacionales del rubro de la producción y abasto comercial de alimentos de origen animal –cerdos-- en el mundo.

Smithfield se instaló inmediatamente en Veracruz y Puebla y, en 1999, en Sonora. A sus instalaciones en territorio veracruzano y poblado les dio la denominación de Granjas Carroll; a las que montó en el ámbito sonorense las bautizó Norson.

En Perote –un valle que abarca a los Estados de Veracruz y Puebla, limítrofes por ese rumbo--, las Granjas Carroll de Smithfield han criado (y engordado) desde 1994 a la fecha más de cinco millones de cerdos destinados al mercado mexicano.

Ese mercado está conformado por los consumidores en el Altiplano –concretamente el Distrito Federal y zonas conurbadas en el Estado de México--, Veracruz y Yucatán. Es el insumo principal de la famosa cochinita pibil yucateca y las “carnitas” jarochas.

III

Pero más allá del mercado ha habido consecuencias: una, la de que Smithfield desplazó a los productores de cerdos de Veracruz, Puebla, algunos Estados del sureste y del Valle de México, lo que ha tenido por consecuencia enorme desempleo.

Ese desempleo, como bien sabríalo el caro leyente, tiene efectos y devenimientos colaterales y conexos terribles: incertidumbre social, inseguridad gremial, angustia económica, pobreza, miseria y resentimiento en densos estratos de la sociedad.

A esas secuelas sumaríanse otras: engrosamiento de la actividad económica informal –caída en la recaudación fiscal, por ejemplo-- o subterránea, en agravio del quehacer comercial formal mediano y pequeño, causando más desempleo. La cadena se alarga.

Otras consecuencias que trasciende al mercado de los puercos de las granjas de Smithfield en Veracruz y Puebla son monstruosas: daños severísimos a la salud ambiental y a la salud de los habitantes de una vasta comarca. Ha causado muertes.

En esa comarca, los desechos de las enormes piaras como son los excrementos y sus hedores y la transmisión por dispersión aérea, incontrolada, de moléculas hediondas y preñadas de gérmenes, contaminan el agua, la tierra y el aire. Destruyen vidas.

Los habitantes de la docena (o más) de poblados de varios municipios veracruzanos y poblanos han sufrido lo indecible y los ha llevado a una toma de conciencia que, a su vez, ha derivado desde 2005 en protestas públicas organizadas. Han sido reprimidos.

La represión, empero, no es de los gobernantes locales, sino de la propia Smithfield, aunque con el contubernio de aquellos, quienes presumiblemente reciben gajes por su laxitud en la observancia de leyes ambientales, de por sí blandas e imprecisas.

Pese a ello, el movimiento de protesta se ha extendido. Los vecinos de La Gloria – eje geográfico de la región afectada por las actividades de Smithfield y la irresponsabilidad y corrupción de gobernantes—se sienten abandonados a su suerte.

ffponte@gmail.com

www.faustofernandezponte.com

Glosario:

Piaras: manadas de cerdos.

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