Por avier Solórzano
15 mayo 2009
Vicente Fox tuvo a tiro la revisión de las tropelías del pasado, que fueron el motivo para que la gente votara por él
Vicente Fox tuvo a tiro la revisión de las tropelías del pasado, que fueron el motivo para que la gente votara por él. Sin embargo, como muchas otras cosas en su administración, terminó por dejarlas al garete y ahora ya piensa cómo hacerle para que no lo manden a cuentas. Cabe que Fox no lo haya hecho como parte de negociaciones o de los jugueteos de la política, pero lo que es un hecho es que al final de su administración no pasó nada y como fin de fiesta terminó negociando con ese pasado del cual tanto renegaba, en buena medida para cumplir con su obsesión y la de su mujer de dejar fuera del camino a López Obrador.
El libro de Carlos Ahumada y la entrevista de Carmen Aristegui con Miguel de la Madrid, cada uno en su propia dimensión y valor, confirman que los fustigados hombres del pasado siguen teniendo una influencia profunda. La obsesión por el pasado deja en segundo plano las grandes discusiones sobre el presente y el futuro. Lugar donde aparece Salinas se da una irrupción brutal de la vida política y, como no han surgido opciones dentro de los actuales hombres del poder, del signo que sean, con facilidad pasmosa la dinámica política del país termina por concentrarse en el hombre que sería “mal visto en el San Ángel Inn”, según De la Madrid.
La entrevista-desentrevista de Aristegui con MMH y sus efectos muestran los hilos del poder en una de sus más profundas dimensiones. De la Madrid es un personaje que habla poco y gobernó más de lo que cree. Fue artífice del actual modelo económico y esta fue una de las razones que convirtieron a Salinas en su primera opción. Que no lo quiera ahora, aunque diga que no dijo lo que dijo, no tiene que ver con diferencias sobre el modelo de país, sino con presiones y complicidad. Quizá busca redimirse en el ocaso de su vida o soltar información que nunca se atrevió a presentar ante la autoridad. En tiempos de escándalo los actores buscan entre los que cumplen con el oficio periodístico a los responsables de lo que ellos han hecho, y además tienen la desfachatez de señalar a la periodista por “incurrir en abusos de las circunstancias clínicas de los declarantes”.
Es evidente que de nuevo Salinas está en la mira. No son casuales tantas críticas y voces en su contra al mismo tiempo, la importante tarea es el saber el porqué de ello. El poder de Salinas se consolidó a través de las redes políticas y empresariales que construyó. Le deben y él cada vez debe menos. Nadie se atreve a frenarlo, ni los panistas que han terminado por ser sus compañeros de “viajes”.
¡UUUUPPSSS! Se retiró varios meses para aprenderse de memoria las miles de fojas del caso. Dejó otros asuntos para dedicarse sólo a la liberación de su muy señalado cliente. Era para él un reto y lo logró, pero ahora se ha enterado de que la liberación tuvo un costo de 35 millones de pesos.
Vicente Fox tuvo a tiro la revisión de las tropelías del pasado, que fueron el motivo para que la gente votara por él. Sin embargo, como muchas otras cosas en su administración, terminó por dejarlas al garete y ahora ya piensa cómo hacerle para que no lo manden a cuentas. Cabe que Fox no lo haya hecho como parte de negociaciones o de los jugueteos de la política, pero lo que es un hecho es que al final de su administración no pasó nada y como fin de fiesta terminó negociando con ese pasado del cual tanto renegaba, en buena medida para cumplir con su obsesión y la de su mujer de dejar fuera del camino a López Obrador.
El libro de Carlos Ahumada y la entrevista de Carmen Aristegui con Miguel de la Madrid, cada uno en su propia dimensión y valor, confirman que los fustigados hombres del pasado siguen teniendo una influencia profunda. La obsesión por el pasado deja en segundo plano las grandes discusiones sobre el presente y el futuro. Lugar donde aparece Salinas se da una irrupción brutal de la vida política y, como no han surgido opciones dentro de los actuales hombres del poder, del signo que sean, con facilidad pasmosa la dinámica política del país termina por concentrarse en el hombre que sería “mal visto en el San Ángel Inn”, según De la Madrid.
La entrevista-desentrevista de Aristegui con MMH y sus efectos muestran los hilos del poder en una de sus más profundas dimensiones. De la Madrid es un personaje que habla poco y gobernó más de lo que cree. Fue artífice del actual modelo económico y esta fue una de las razones que convirtieron a Salinas en su primera opción. Que no lo quiera ahora, aunque diga que no dijo lo que dijo, no tiene que ver con diferencias sobre el modelo de país, sino con presiones y complicidad. Quizá busca redimirse en el ocaso de su vida o soltar información que nunca se atrevió a presentar ante la autoridad. En tiempos de escándalo los actores buscan entre los que cumplen con el oficio periodístico a los responsables de lo que ellos han hecho, y además tienen la desfachatez de señalar a la periodista por “incurrir en abusos de las circunstancias clínicas de los declarantes”.
Es evidente que de nuevo Salinas está en la mira. No son casuales tantas críticas y voces en su contra al mismo tiempo, la importante tarea es el saber el porqué de ello. El poder de Salinas se consolidó a través de las redes políticas y empresariales que construyó. Le deben y él cada vez debe menos. Nadie se atreve a frenarlo, ni los panistas que han terminado por ser sus compañeros de “viajes”.
¡UUUUPPSSS! Se retiró varios meses para aprenderse de memoria las miles de fojas del caso. Dejó otros asuntos para dedicarse sólo a la liberación de su muy señalado cliente. Era para él un reto y lo logró, pero ahora se ha enterado de que la liberación tuvo un costo de 35 millones de pesos.
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