Por Fausto Fernández Ponte
18 junio 2009
“El voto nulo será más grande que el PT, Convergencia, Nueva Alianza, Verde y PSD; la abstención y el voto nulo serán más grandes que los votos válidos por todos los partidos”.
Marcos Rascón.
I
Con arreglo al informe anual 2009 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) acerca del empleo infantil en el mundo (tres millones 600 mil de niños trabajadores en México) desprendénse realidades estadísticas dramáticas, a saber:
Una, el número total de niños que trabajan correspondiente a 190 países –el mundo—es de 216 millones, definida la condición de niñez en un sentido amplio que abarca desde los cinco a los 17 años de edad, con subclasificaciones.
Otra, de esos 216 millones de niños cien millones son niñas, cifra que predeciblemente se duplicaría si se considerare al trabajo doméstico como actividad laboral. Las niñas dedicadas a tareas del hogar no son, siquiera, censadas.
Una más, de esos cien millones de niñas, el 53 por ciento realiza tareas o trabajos peligrosos, aunque en el documento de la OIT éstos desempeños no son identificados ni definidos ni mucho menos descritos.
Otra más, si extrapolamos las cifras mundiales, el número de niñas que trabajan en México representaría un porcentaje equivalente de, digamos, aproximadamente el 38 por ciento, puntos más, puntos menos. México muéstrase como una excepción.
Pero no. Resulta que en México las cifras discrepan. La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2007 –incluida en el informe de la OIT de 2009-- consigna que 33 por ciento de los niños que trabajan es de mujeres; es decir, un millón 206 mil.
En materia de niñas trabajadoras estaríamos, según la Encuesta, por debajo de la media mundial. Ello es posible que refleje una realidad, pero no es probable que así sea: no desestímese que los sondeos tienen por fuente una muestra representativa.
II
Ello configura el origen de todo margen de error en cualesquier sondeos acerca del sentir y el parecer de estratos de la sociedad, en particular si se trata de concebir una representación estadística a partir de datos numéricos inferidos y extrapolados.
Ésta es una premisa mayor –insoslayable, a nuestro ver-- para elaborar modelos estadísticos de la realidad social concreta. En el caso, el empleo de niñas en el ámbito doméstico carece de un marco conceptual. Suélense ignorar verismos obvios.
Cierto. Ignoramos un componente de la realidad social no tan supuesto. No sabemos cuántas ñiñas son explotadas laboralmente --es decir, sin paga-- en el ámbito doméstico, en tareas de cocina, de limpieza de casa, de ir y venir en mandadería.
No son pocos los casos en que alguien que realiza labores domésticas, coloquialmente aludido como “una doméstica” o “una chacha” (apocópe de muchacha) en casa ajena es ayudado por lo general por una hija o nieta. Trabajan dos por el salario de uno.
En el entorno mexicano, otro componente no incluido en la Encuesta –aunque no en el informe de la OIT-- es el de los trabajos considerados peligrosos que realiza el 53 por ciento del total de niñas que trabajan.
Por trabajo peligroso entenderíase aquél que pondría en riesgo la asistencia regular de la niña a la escuela, perjudicaría su salud o su integridad física, psicológica, moral y espiritual y crearía un entorno proclive a limitar el pleno desarrollo personal.
Ésta realidad no puede ser disociada ni exclucida de sus causas ni de sus manifestaciones que, en nuestro decurso cotidiano nacional, son de abrumadora omnipresencia, aunque no pocos mexicanos la nieguen o no tengan conciencia de ella.
III
Quienes niegan esa realidad son, increíblemente, los personeros panistas de la vertiente ejecutiva del poder político del Estado mexicano y sus partiquinos en la legislativa, aunque los priístas no parecen haberse quedado a la zaga en esa negación.
La manifestación de la realidad social que e representa en el trabajo infantil –explotado por adultos-- no es ajena a otras de la misma realidad. Existe una vinculación de causa y efecto incontrovertible, identificada por las ciencias sociales.
Véase, si no: el entorno laboral general en México (y diríase sin exagerar que también en gran parte del planeta) es terrible. El marco jurídico y la práctica política lo propician; las mismas agobiantes crisis concurrentes lo agudizan.
La explotación infantil, la pedagogía falaz y escolaridad deficiente, la simulación democrática, el corrupto el ejercicio del poder y la impunidad dicen mucho –mal— de un sistema o modelo económico, político, social y cultural, y explican nuestras crisis.
Éstas crisis son, por concurrentes, simultáneas; tal atributo las convierte en insuperables si se aplican a su comprensión y solución enfoques limitados –paliativos-- y ajenas a su naturaleza de amenaza a la supervivencia misma del pueblo de México.
Háblase aquí, no huelga señalarlo, de una supervivencia material --e histórica-- incluso. México podría continuar siendo México ni los mexicanos mexicanos, excepto nominal, taxonómicamente, y sin alma, albedrío, territorio y soberanía propias.
Dígase de otro jaez que las crisis concurrentes y simultáneas apuntan directamente al corazón --meollo esencial— de nuestra voluntad verdadera y el anhelo de vivir bajo libertades disfrazadas. No hacen falta apósitos, sino arrancar de raíz a la amenaza.
ffponte€@gmail.com
www.faustofernandezponte.com
Glosario:
Apócope: supresión de un sonido en un vocablo.
Apósitos: remedio que se aplica exteriormente. Remedio superficial.
Concurrentes: que concurre. Del verbo concurrir. Dicho de diferentes personas, sucesos o cosas: juntarse en un mismo lugar o tiempo. Actual. Coincidir.
Mandadería: de hacer mandados.
Taxonómicamente: relativo a taxonomía, ciencia que trata de los principios, métodos y fines de la clasificación.
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