Por Lydia Cacho
18 junio 2009
Cada vez que un aficionado a la pornografía infantil se sienta en su computadora a mirar y compartir imágenes de abuso sexual de menores favorece el secuestro, la explotación o la muerte de cientos de miles de infantes en el mundo. La Unidad de Investigación Cibernética de la PGJDF investigó y arrestó a una red de pornografía infantil cuyo líder es el sacerdote Rafael Muñiz López. Enviaba y recibía miles de imágenes de sexo explícito de hombres adultos con bebés de cero a tres años y con menores de 15 años. Los expertos rescataron este terrible material de las computadoras y correos electrónicos personales de sujetos de Tamaulipas, Monterrey, Veracruz, Puebla, DF, Hidalgo, Aguascalientes y Yucatán; vinculados con Perú y Argentina.
Es la primera vez en la historia de México que se lleva a cabo una investigación tan exitosa de esta naturaleza. La PGJDF convocó a organizaciones de derechos de la infancia para discutir las implicaciones del arresto de los miembros de esta red. La preocupación, fundada, es que surjan más denuncias sobre los responsables de producir esta pornografía. Todos los países con ciberpolicías antipornografía infantil enfrentan el mismo reto. ¿Cómo articular el rescate mundial de estas criaturas? ¿Dónde están y quién produce semejante material? Si rescatan a las víctimas, ¿quién está preparado para la tarea de sanarlas? ¿Cómo pedirles a padres y madres que identifiquen a sus criaturas en semejante material?
Este es un grave delito global, y entre la evidencia que tiene la autoridad, existen miles de fotografías de niños y niñas latinoamericanas, en su mayoría, pero también asiáticas, brasileñas y sajonas. Estudios aseguran que 60% de los usuarios de pornografía infantil son pedófilos activos. Las confesiones de estos reos lo confirman. Resulta fundamental la colaboración ciudadana de quienes conocen a los detenidos, para averiguar si había producción de pornografía con niños y niñas locales. Este tipo de convocatoria es cada vez más usual en el mundo, igual que la colaboración de las asociaciones de niños y niñas desaparecidas resulta crucial para comparar su base de datos con la autoridad.
Entre tanta corrupción e ineficacia, la ley antipornografía sí cobró frutos. Conocer un trabajo tan acucioso y efectivo de esta ciberpolicía y la colaboración efectiva con las procuradurías de varios estados arroja luz de esperanza en México. El ciudadano que denunció a esta red debe sentirse orgulloso. Ahora habrá que vigilar el juicio.
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