Carlos Fernández-Vega
En la negación absoluta de la realidad nacional, el siempre feliz inquilino de Los Pinos se congratula porque el país está de suerte y junto con Rosita Alvirez presume que de los tres tiros que le dieron sólo uno resultó mortal. Muy contento estaba en Chiapas con los empresarios refresqueros, de cuando tuvo a bien enterar a los mexicanos que la crisis económica es, en particular, a nivel internacional, para inmediatamente después informarles que en la primera quincena de junio los empleos en México no sólo no disminuyeron, sino que, aun sin hablar de los empleos informales, los formales, es decir, registrados y pagados en el Seguro Social, aumentaron en términos netos en 17 mil 600 nuevos puestos de trabajo en el país.
¡Felicidades!, mexicanos renegados, porque lo que vive el país no es crisis, sino mera manifestación de masoquismo autóctono. Calderón está muy contento por la generación de 17 mil 600 empleos formales, y hay que compartir su felicidad, ya que ahora sólo faltan por recuperar 685 mil puestos de trabajo formales cancelados en los últimos siete meses y adicionalmente generar un millón 200 mil plazas laborales para satisfacer la demanda y que la situación quede tablas con respecto a octubre de 2008, sin considerar los millones de subempleados y desempleados que sobreviven en el país que recibió tres tiros, con la suerte de que sólo uno fue mortal.
Por si fuera poco, el inquilino de Los Pinos se regocijó, porque la crisis económica (externa) ha generado pérdidas de empleos, tasas muy altas de desempleo, de más de dos dígitos (mientras que) en México tenemos una tasa de desempleo de menos de 5 por cierto; puede subir, desde luego, puede variar. Pero en Estados Unidos y en Europa tienen tasa de desempleo de dos dígitos. En efecto, en esos países que nos envidian existe el seguro de desempleo y hacen circo y maroma para abatir la desocupación, mientras aquí, reposadamente, todo se arregla con discursos. Lo que olvidó mencionar es que cuando arribó a la residencia oficial la tasa de desocupación abierta en el país era de 3.5 por ciento y en mayo de 2009 llegó a 5.5 por ciento, un aumento de 57 por ciento en el número de mexicanos desocupados.
Y el festejo calderonista se da justo cuando el Inegi informa sobre la pavorosa caída que registró la producción industrial en México durante el pasado mes de abril: 13.2 por ciento, la mayor en cinco lustros, con el costo asociado a la pérdida de empleo. Con este desplome, la producción industrial en el país acumula 11 desplomes en un año, aunque cuando se reportó la única alza ésta fue de tan sólo 0.1 por ciento.
En su refrescante reunión con los empresarios embotelladores en Chiapas, entre tantas otras cosas Calderón presumió que uno de los sectores que genera empleos en este momento y que en este mes de junio generó 12 mil nuevos empleos para mexicanas y para mexicanos, fue el sector de la construcción. Pues bien, en abril de 2009 el sector de la construcción reportó un desplome de 11.3 por ciento, y desde agosto de 2008 registra la cancelación de 150 mil empleos formales, de tal suerte que sólo faltan 138 mil plazas laborales para recuperar las existentes siete meses atrás.
No se sabe si igual de feliz que el inquilino de Los Pinos, pero sí de oportuno, el ex secretario de Hacienda José Angel Gurría vino a México a difundir la nueva: en México lo peor de la crisis ya pasó, y con base en cifras de enero a marzo de 2009 el ahora secretario de la OCDE tuvo a bien detallar que lo más negativo en materia de pérdida de empleo, actividad industrial y caída de las exportaciones se vivió en el primer trimestre del año.
Pues bien, a sus esperanzadoras cifras del primer trimestre de 2009, Gurría debe añadir otras, las correspondiente al cuarto y quinto mes del año en los tres sectores en los que, afirma, ya pasó lo peor: en abril-mayo de este año se cancelaron cerca de 172 mil empleos formales, 55 por ciento de los perdidos en lo que va de 2009 (310 mil en cinco meses); en abril la actividad industrial se desplomó 13.2 por ciento, contra 6.4 por ciento en marzo; y en abril las exportaciones totales registraron una caída de 35.6 por ciento, contra 25.1 en marzo, 29.5 en febrero y 31.5 en enero. Otro personaje al que le gusta la tesis de Rosita Alvirez.
El Inegi detalló que en abril pasado la producción industrial en México se desplomó 13.2 por ciento en términos reales y a tasa anual. Los cuatro sectores que la integran cayeron: industrias manufactureras, 18 por ciento; construcción, 11.3 por ciento; electricidad, agua y suministro de gas por ductos al consumidor final, 2.7 por ciento; y actividad minera, 0.4 por ciento, motivado por el comportamiento a la baja de la producción petrolera.
Y mientras Foxderón presume los virtuales logros de su administración, el tino de sus políticas anti cíclicas y lo bien que ha hecho las cosas, por abajo del agua pretende recortar el presupuesto a las universidades públicas del país, a la par que incrementa los dineros del erario para rescatar empresas privadas. Según su primitiva visión, deben ser esos centros de estudio y su población, entre muchos otros, quienes paguen los errores, excesos y desvaríos de la continuidad.
Bien por los rectores de las universidades públicas, quienes han fijado su posición: ni un peso atrás, mientras el titular de la SEP, el amigo (de Calderón) Alonso Lujambio, hace el trabajo sucio y exige a las instituciones de enseñanza superior aplicar de manera (obligadamente) voluntaria medidas de racionalización del gasto. ¿Quiere el inquilino de Los Pinos dinero de inmediato para tapar los hoyos por él abiertos? Fácil: que a la de ya cancele el multimillonario subsidio público a la iniciativa privada para investigación y desarrollo, sin beneficio alguno para el país. La elección es sencilla (cuando menos para la mayoría civilizada): Pepsi y Bimbo, o UNAM e IPN; las armadoras trasnacionales, o las universidades públicas.
Las rebanadas del pastel
Mientras Juan Molinar Horcasitas goza de impunidad en el asunto IMSS-guarderías subrogadas, crece la versión de que Agustín Carstens quiere renunciarle a Calderón (la economía se maneja en Los Pinos, como en tiempos echeverristas). Habría que evaluar si una eventual salida del doctor catarrito de la Secretaría de Hacienda tendría un mayor costo político-económico (sobre todo internacional) que el hasta ahora pagado por su estancia al frente de las finanzas nacionales, pero todo apunta a que la campaña de renuncia sale de la ratonera para promover el triunfal regreso de Pedro Aspe. Igual pega.
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