En este artículo titulado "México y Europa. ¡Abstencionismo!, hay un fragmento que dice:
Después de mi artículo ¿Usted piensa votar? (La Jornada, 17/4/09), en el que manifesté mi intención de abstenerme, recibí más de cien comentarios y correos electrónicos de electores que intentaban convencerme de asistir a las urnas para anular mi voto. Casi todos hacían sentido: ¿por qué dejar el resultado de una elección tan importante en manos del voto duro?, me dijeron algunos. Otros afirmaban que en unas elecciones intermedias tradicionalmente marcadas por el abstencionismo la abstención sería una forma de protesta que pasaría desapercibida. Así que alentado por el movimiento nacional de repudio a los partidos he decidido asistir a mi casilla el 5 de julio para anular mi voto.
¿Y los autores de los comentarios y correos consideran que anular el voto no deja el resultado de la elección en manos del voto duro? ¿Suponen que con la anulación del voto el PRI y el PAN no van a colocar a sus candidatos? Mucho me temo que gran parte de esos autores pertencen a estos partidos.
(Estoy en desacuerdo con José Woldenberg, quien afirma que la anulación es injusta porque no todos los partidos son iguales. Yo creo que sí lo son; ¡son iguales de malos, iguales de ineficientes e iguales de corruptos!) Estoy firmemente convencido de que los partidos mexicanos, desprovistos de ideología, valores y programas, son parte de ese siniestro sistema descrito por Roberto Madrazo, que vive mientras el país muere. Dulce María Sauri, también ex presidenta del PRI y ex gobernadora de Yucatán, promueve activamente en Youtube el voto nulo, convencida de que los partidos están manipulados por camarillas y poderes fácticos.
¿Todos los partidos son iguales? ¿Entonces el D.F. es lo mismo que Guanajuato? ¿Los programas sociales que hay en el DF se realizan en todos los Estados? No, ¿verdad? Entonces no todos son iguales, esa es una posición simplista que indica falta de información.
El periodista Leo Cendrowicz se quedó analizando mucho tiempo las palabras de Judith Merkies. Finalmente concluyó que si bien es cierto que el abstencionismo electoral y la falta de interés en la política son efectivamente parte de la democracia, son también síntomas evidentes de democracias que no funcionan. ¡Ése es precisamente el caso de México!
¡Se descubrió el hilo negro! ¿Al anular el voto ya vamos a hacer que funcione? ¿No será que el voto responsable, la organización, la protesta y la participación puede ser más efectiva? Claro, eso cuesta más trabajo, por tanto protestar y declarar que ¡oh, la democracia en nuestro país no funciona! anulando el voto es más cómodo y ya nos podemos ir a nuestras casa con la conciencia tranquila. Mientras, si México se hunde.
http://www.jorgecamil.com
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