Los especialistas en materia energética lo señalan como corresponsable de la quiebra técnica que hoy vive Petróleos Mexicanos (Pemex); las organizaciones de trabajadores petroleros, de ser partícipe de la privatización a la que se encamina la paraestatal. También ha sido señalado de estar implicado en contrataciones irregulares a favor de consultorías y transportistas de hidrocarburos –según dieron a conocer la Secretaría de la Función Pública y el Centro de Investigación y Seguridad Nacional–. De allí el unánime rechazo que suscitó su nombramiento como director general de la paraestatal.
Pero hay algo más que abona al cuestionamiento de la decisión presidencial: el derroche de miles de pesos, dólares, euros y libras esterlinas entre 2001 y 2006 al viajar en vuelos premier a Europa y Nueva York, hospedarse en hoteles boutique y alimentos en mesa de reyes, sin que se tenga claridad sobre el objetivo de esos viajes, y que el hoy director de Pemex se negó a explicar en la solicitud de entrevista que hizo Contralínea.
Las facturas de los gastos personales que a cuenta del erario hizo Juan José Suárez Coppel durante su desempeño como director corporativo de Finanzas develan los excesos de quien tenía la misión de administrar financieramente la bonanza petrolera: los millones que generó la venta de los excedentes, aunado a los precios récord que alcanzó el crudo mexicano durante el sexenio foxista.
Parte de aquella bonanza fue: el consumo de costosas bebidas alcohólicas, el uso de artículos de tocador de diseñadores como Hermès, alimentación exclusiva de chefs internacionales y hasta la adquisición de boletos para los espectáculos que ofrecen los grandes teatros de Londres.
Felipe Calderón regresó a la administración pública a un personaje que a cuenta del erario, durante seis años, se hospedó en por lo menos 10 de los hoteles que figuran en la lista de “los mejores y más exclusivos del mundo”, según el ranking de las revistas internacionales de “vida y estilo”. También a cuenta del erario almorzó, comió y cenó en los restaurantes que aparecen en la Guía Michelín, publicación francesa que identifica los mejores restaurantes del mundo en calidad, servicio y lujo.
Las excentricidades de Coppel
En marzo de 2001 se hospedó durante dos noches en la habitación M1523 del New York Palace, un imponente hotel de lujo que combina el histórico hito Villard Mansion (pisos de mármol, estructuras italianas y chimeneas de mármol rojo de Verona), decretado monumento histórico desde 1882, con una moderna torre de 55 pisos, situado sobre la avenida Madison, justo frente a la Catedral de San Patricio, en el corazón de Manhattan. Pagó 1 mil 200 dólares.
El 2 de abril de ese año comió por 118.32 dólares en The Oyster Bar, en Central Park, un elegante restaurante de techo abovedado, identificado por las revistas de “vida y estilo” entre los 10 mejores restaurantes de ostras del mundo. Cenó por 160 dólares en el restaurante bar Manhattan Ocean Club.
El 3 de mayo, en Atlanta, por 45 dólares comió en Thai Chilli Cuisine –del chef Robert Khankiew–, considerado por el canal de cocina de CNN International como el mejor restaurante tailandés de Estados Unidos. Por la noche acudió al Atlanta Fish Market, un edificio de art decó que recrea las clásicas estaciones de trenes de Georgia, decorado con finos muebles de caoba y cedro de Nueva Inglaterra, desde donde los comensales se relajan mientras beben cerveza frente a las cinco pantallas planas que a toda hora ofrecen programas deportivos. Suárez Coppel cenó y bebió por 166 dólares.
La noche del 31 de mayo se hospedó en la habitación 1524 del JW Marriott Hotel, en Houston, Texas: un majestuoso hotel-galería que ofrece ropa de cama “de lujo” (sábanas de algodón y lino bordadas y edredones acolchados), pantallas planas de alta definición y habitaciones estilo contemporáneo “con ambiente residencial” rodeado por 200 tiendas de exclusivos diseñadores. Pagó 235 dólares.
El 22 de junio volvió al New York Palace a pernoctar en la habitación M2607. Se trata de uno de los siete emblemáticos hoteles de lujo en el mundo que opera la cadena Dorchester Collection. Que Suárez Coppel durmiera ahí la noche del 26 de agosto en la habitación M2905 costó a Pemex 564 dólares.
Aficionado a la comida asiática, Coppel frecuentaba los sitios gourmet más costosos, como el Nobu, el restaurante japonés más exclusivo de Nueva York, donde en 1 mil metros cuadrados se recrearon los paisajes japoneses con sus texturas naturales: abedules, pisos de madera y paredes cubiertas con piedras de río.
Propiedad del chef Nobu Matsuhisa, “el emperador del sushi”, y el actor Robert de Niro, es identificado por el New York Times como uno de los cuatro restaurantes más finos de la cosmopolita ciudad, y, sobre todo, el más caro. Por ejemplo, el 3 de agosto de 2001, Suárez Coppel cenó sushi y bebió sake caliente (licor de arroz) por 340 dólares, codeándose con las celebridades de Hollywood, las top model y los políticos estadunidenses que acuden frecuentes.
De whisky y cerveza, ni hablar. El exvicepresidente del Grupo Modelo, Suárez Coppel, sólo degusta cervezas alemanas, estadunidenses y japonesas, y Johnnie Walker; vino tinto y licores italianos, bebidas favoritas del hoy director de Pemex. Así lo revelan las facturas de lo que, con cargo a las arcas públicas, bebió en los bares de Nueva York, Londres y Paris. Por ejemplo, en el bar del Four Seasons en la Gran Manzana, el 27 de agosto de 2001 tomó Johnnie Walker Red, licor Grappa italiano y café, por 93.59 dólares del erario.
Regresó la noche del 4 de septiembre al New York Palace. Por la habitación M1925 pagó 1 mil 523.42 dólares. El 5 de septiembre almorzó en el bar del Four Seasons por 29.98 dólares. Cenó por 164.11 dólares en el Downtown Restaurant, de la calle Este de Broadway. El 7 de septiembre bebió un aperitivo en The Oyster Bar de Central Park con un costo de 38.56 dólares.
La noche del 24 de septiembre volvió al New York Palace. Por la habitación M0909 pagó 256.81 dólares.
Después el 25 de octubre tomó la habitación M1808 del New York Palace. Pagó 1 mil 227.08 dólares: hospedaje, alimentos, consumo del bar y servicio de cine en la habitación. Para la cena, eligió la clásica cocina francesa de La Goulue, donde el excandidato presidencial de Estados Unidos, John McCain, acostumbraba organizar sus fiestas privadas. Suárez Coppel comió queso, mani mani y almejas; bebió Kir (licor francés de grosellas negras y vino blanco), dos cervezas Kronenbourg, Côtes-du-Rhône (vino francés) y Johnnie Walker. Pagó 168.31 dólares.
Al día siguiente optó por “el lujo y la sofisticación” que ofrece la cocina asiática del Tse Yang, donde se sirven “desde los platos más clásicos, como rollitos primavera, pato laqueado y ‘dim sum’, hasta las extravagantes, como cigalas al vapor, rollito de lenguado o “pollo crujiente con frutas exóticas”. Pagó 177 dólares. Almorzó al día siguiente (27 de octubre) en el bar Sushisay, por 111.80 dólares.
Se hospedó la noche del 11 de noviembre en el Four Seasons Hotel, por 302.69 dólares.
Regresó a Nueva York en enero de 2002. El día 19 buscó la comida fusión francesa-tailandesa del Von, el restaurante del Wilton Palace: el rollito de primavera de cangrejo y langosta con hierbas tailandesas, “simples en la presentación, pero extremadamente exóticas en el sabor”, por 107.53 dólares. La noche del 22 de enero cenó en The Oyster Bar de Central Park, por 193.29 dólares.
En Houston, el 6 de marzo, rentó una habitación en el Spa The St Regis por 566.03 dólares: hospedaje y bebidas. En el Lefty Lone Star Grille bebió cócteles bloody mary, cuatro cervezas y una hamburguesa y papas, por 50 dólares. La noche del 28 de julio se hospedó en una suite del Double Tree, por 447.13 dólares.
El 5 de septiembre, en Nueva York, rentó una habitación decorada con sedas asiáticas y mobiliario francés, la número 0708 del Hotel Plaza Athénée, una boutique de superlujo miembro de The Leading Hotels of the World (que agrupa a los 450 mejores hoteles de lujo del mundo, resorts y spa), rodeado por las residencias y tiendas de Prada, Gucci, Oscar de la Renta, Christian Dior y Armani de la avenida Madison, insignia comercial de Nueva York.
Desde una suite con mamparas de vidrio, terraza y balcón al aire libre, por la noche disfrutó de la vista a los rascacielos de Manhattan, con la comodidad de un minibar bien abastecido; por la mañana, el desayuno de 43.79 dólares que sirve el Arabelle, restaurante de techo abovedado color oro, candelabros de bronce y ventanas de cristal de Murano, popular por ser locación de la serie Sex in the City. El Plaza Athénée facturó a Pemex 1 mil 215.37 dólares; más los 153.96 dólares con los que comió un sándwich y papas fritas en La Goulue.
El 11 de septiembre se hospedó en el Four Seasons Hotel de Houston, una torre de 20 pisos donde “el ambiente residencial mezcla una decoración tradicional y contemporánea para reflejar la elegancia cosmopolita y el encanto sureño refinado”. Entre sábanas de seda y pisos y baños de mármol, su estancia costó 532.07 dólares.
Viajar como lord
Viajó a Inglaterra en vuelo premier que costó a la paraestatal 59 mil 883 pesos. Arribó a Londres el 24 de septiembre de 2002. Tomó un taxi limousine, por 75.50 libras esterlinas, que lo trasladó al Mandarin Oriental Hyde Park, un palacio del siglo XIX que desde 1889 operaba como exclusivo club de caballeros y hoy alberga uno de los cuatro hoteles más ostentosos de Inglaterra; “creado con la elegancia del lujo inglés”, en plena avenida Knightsbridge, frente al emblemático Hyde Park, con los ecos de la guardia real asomando por el Palacio de Buckingham, la residencia oficial de la Reina Isabel II.
Pero hay algo más que abona al cuestionamiento de la decisión presidencial: el derroche de miles de pesos, dólares, euros y libras esterlinas entre 2001 y 2006 al viajar en vuelos premier a Europa y Nueva York, hospedarse en hoteles boutique y alimentos en mesa de reyes, sin que se tenga claridad sobre el objetivo de esos viajes, y que el hoy director de Pemex se negó a explicar en la solicitud de entrevista que hizo Contralínea.
Las facturas de los gastos personales que a cuenta del erario hizo Juan José Suárez Coppel durante su desempeño como director corporativo de Finanzas develan los excesos de quien tenía la misión de administrar financieramente la bonanza petrolera: los millones que generó la venta de los excedentes, aunado a los precios récord que alcanzó el crudo mexicano durante el sexenio foxista.
Parte de aquella bonanza fue: el consumo de costosas bebidas alcohólicas, el uso de artículos de tocador de diseñadores como Hermès, alimentación exclusiva de chefs internacionales y hasta la adquisición de boletos para los espectáculos que ofrecen los grandes teatros de Londres.
Felipe Calderón regresó a la administración pública a un personaje que a cuenta del erario, durante seis años, se hospedó en por lo menos 10 de los hoteles que figuran en la lista de “los mejores y más exclusivos del mundo”, según el ranking de las revistas internacionales de “vida y estilo”. También a cuenta del erario almorzó, comió y cenó en los restaurantes que aparecen en la Guía Michelín, publicación francesa que identifica los mejores restaurantes del mundo en calidad, servicio y lujo.
Las excentricidades de Coppel
En marzo de 2001 se hospedó durante dos noches en la habitación M1523 del New York Palace, un imponente hotel de lujo que combina el histórico hito Villard Mansion (pisos de mármol, estructuras italianas y chimeneas de mármol rojo de Verona), decretado monumento histórico desde 1882, con una moderna torre de 55 pisos, situado sobre la avenida Madison, justo frente a la Catedral de San Patricio, en el corazón de Manhattan. Pagó 1 mil 200 dólares.
El 2 de abril de ese año comió por 118.32 dólares en The Oyster Bar, en Central Park, un elegante restaurante de techo abovedado, identificado por las revistas de “vida y estilo” entre los 10 mejores restaurantes de ostras del mundo. Cenó por 160 dólares en el restaurante bar Manhattan Ocean Club.
El 3 de mayo, en Atlanta, por 45 dólares comió en Thai Chilli Cuisine –del chef Robert Khankiew–, considerado por el canal de cocina de CNN International como el mejor restaurante tailandés de Estados Unidos. Por la noche acudió al Atlanta Fish Market, un edificio de art decó que recrea las clásicas estaciones de trenes de Georgia, decorado con finos muebles de caoba y cedro de Nueva Inglaterra, desde donde los comensales se relajan mientras beben cerveza frente a las cinco pantallas planas que a toda hora ofrecen programas deportivos. Suárez Coppel cenó y bebió por 166 dólares.
La noche del 31 de mayo se hospedó en la habitación 1524 del JW Marriott Hotel, en Houston, Texas: un majestuoso hotel-galería que ofrece ropa de cama “de lujo” (sábanas de algodón y lino bordadas y edredones acolchados), pantallas planas de alta definición y habitaciones estilo contemporáneo “con ambiente residencial” rodeado por 200 tiendas de exclusivos diseñadores. Pagó 235 dólares.
El 22 de junio volvió al New York Palace a pernoctar en la habitación M2607. Se trata de uno de los siete emblemáticos hoteles de lujo en el mundo que opera la cadena Dorchester Collection. Que Suárez Coppel durmiera ahí la noche del 26 de agosto en la habitación M2905 costó a Pemex 564 dólares.
Aficionado a la comida asiática, Coppel frecuentaba los sitios gourmet más costosos, como el Nobu, el restaurante japonés más exclusivo de Nueva York, donde en 1 mil metros cuadrados se recrearon los paisajes japoneses con sus texturas naturales: abedules, pisos de madera y paredes cubiertas con piedras de río.
Propiedad del chef Nobu Matsuhisa, “el emperador del sushi”, y el actor Robert de Niro, es identificado por el New York Times como uno de los cuatro restaurantes más finos de la cosmopolita ciudad, y, sobre todo, el más caro. Por ejemplo, el 3 de agosto de 2001, Suárez Coppel cenó sushi y bebió sake caliente (licor de arroz) por 340 dólares, codeándose con las celebridades de Hollywood, las top model y los políticos estadunidenses que acuden frecuentes.
De whisky y cerveza, ni hablar. El exvicepresidente del Grupo Modelo, Suárez Coppel, sólo degusta cervezas alemanas, estadunidenses y japonesas, y Johnnie Walker; vino tinto y licores italianos, bebidas favoritas del hoy director de Pemex. Así lo revelan las facturas de lo que, con cargo a las arcas públicas, bebió en los bares de Nueva York, Londres y Paris. Por ejemplo, en el bar del Four Seasons en la Gran Manzana, el 27 de agosto de 2001 tomó Johnnie Walker Red, licor Grappa italiano y café, por 93.59 dólares del erario.
Regresó la noche del 4 de septiembre al New York Palace. Por la habitación M1925 pagó 1 mil 523.42 dólares. El 5 de septiembre almorzó en el bar del Four Seasons por 29.98 dólares. Cenó por 164.11 dólares en el Downtown Restaurant, de la calle Este de Broadway. El 7 de septiembre bebió un aperitivo en The Oyster Bar de Central Park con un costo de 38.56 dólares.
La noche del 24 de septiembre volvió al New York Palace. Por la habitación M0909 pagó 256.81 dólares.
Después el 25 de octubre tomó la habitación M1808 del New York Palace. Pagó 1 mil 227.08 dólares: hospedaje, alimentos, consumo del bar y servicio de cine en la habitación. Para la cena, eligió la clásica cocina francesa de La Goulue, donde el excandidato presidencial de Estados Unidos, John McCain, acostumbraba organizar sus fiestas privadas. Suárez Coppel comió queso, mani mani y almejas; bebió Kir (licor francés de grosellas negras y vino blanco), dos cervezas Kronenbourg, Côtes-du-Rhône (vino francés) y Johnnie Walker. Pagó 168.31 dólares.
Al día siguiente optó por “el lujo y la sofisticación” que ofrece la cocina asiática del Tse Yang, donde se sirven “desde los platos más clásicos, como rollitos primavera, pato laqueado y ‘dim sum’, hasta las extravagantes, como cigalas al vapor, rollito de lenguado o “pollo crujiente con frutas exóticas”. Pagó 177 dólares. Almorzó al día siguiente (27 de octubre) en el bar Sushisay, por 111.80 dólares.
Se hospedó la noche del 11 de noviembre en el Four Seasons Hotel, por 302.69 dólares.
Regresó a Nueva York en enero de 2002. El día 19 buscó la comida fusión francesa-tailandesa del Von, el restaurante del Wilton Palace: el rollito de primavera de cangrejo y langosta con hierbas tailandesas, “simples en la presentación, pero extremadamente exóticas en el sabor”, por 107.53 dólares. La noche del 22 de enero cenó en The Oyster Bar de Central Park, por 193.29 dólares.
En Houston, el 6 de marzo, rentó una habitación en el Spa The St Regis por 566.03 dólares: hospedaje y bebidas. En el Lefty Lone Star Grille bebió cócteles bloody mary, cuatro cervezas y una hamburguesa y papas, por 50 dólares. La noche del 28 de julio se hospedó en una suite del Double Tree, por 447.13 dólares.
El 5 de septiembre, en Nueva York, rentó una habitación decorada con sedas asiáticas y mobiliario francés, la número 0708 del Hotel Plaza Athénée, una boutique de superlujo miembro de The Leading Hotels of the World (que agrupa a los 450 mejores hoteles de lujo del mundo, resorts y spa), rodeado por las residencias y tiendas de Prada, Gucci, Oscar de la Renta, Christian Dior y Armani de la avenida Madison, insignia comercial de Nueva York.
Desde una suite con mamparas de vidrio, terraza y balcón al aire libre, por la noche disfrutó de la vista a los rascacielos de Manhattan, con la comodidad de un minibar bien abastecido; por la mañana, el desayuno de 43.79 dólares que sirve el Arabelle, restaurante de techo abovedado color oro, candelabros de bronce y ventanas de cristal de Murano, popular por ser locación de la serie Sex in the City. El Plaza Athénée facturó a Pemex 1 mil 215.37 dólares; más los 153.96 dólares con los que comió un sándwich y papas fritas en La Goulue.
El 11 de septiembre se hospedó en el Four Seasons Hotel de Houston, una torre de 20 pisos donde “el ambiente residencial mezcla una decoración tradicional y contemporánea para reflejar la elegancia cosmopolita y el encanto sureño refinado”. Entre sábanas de seda y pisos y baños de mármol, su estancia costó 532.07 dólares.
Viajar como lord
Viajó a Inglaterra en vuelo premier que costó a la paraestatal 59 mil 883 pesos. Arribó a Londres el 24 de septiembre de 2002. Tomó un taxi limousine, por 75.50 libras esterlinas, que lo trasladó al Mandarin Oriental Hyde Park, un palacio del siglo XIX que desde 1889 operaba como exclusivo club de caballeros y hoy alberga uno de los cuatro hoteles más ostentosos de Inglaterra; “creado con la elegancia del lujo inglés”, en plena avenida Knightsbridge, frente al emblemático Hyde Park, con los ecos de la guardia real asomando por el Palacio de Buckingham, la residencia oficial de la Reina Isabel II.
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