Barómetro Internacional
Ernesto Tamara
Desde este domingo 29 de noviembre, y por otras dos semanas consecutivas, tres procesos electorales podrán determinar cambios en la geografía política de Sudamérica, o por el contrario, asegurar la tendencia de asegurar gobiernos que se apartan del neoliberalismo. Este domingo elecciones en Uruguay y Honduras, seguidas en otras dos semanas por Bolivia y Chile.
La primera parada de esta maratón de elecciones, es la segunda vuelta para la elección de presidente y vicepresidente en Uruguay.
En este domingo se enfrentan por un lado el ex guerrillero José Mujica como candidato a presidente, junto al economista Danilo Astori, encabezando ambos la fórmula de la coalición de centro izquierda, Frente Amplio – Encuentro Progresista, y por otro el ex presidente del Partido Nacional, Luis Alberto Lacalle, que completa la fórmula con el ex intendente de Paysandú, Jorge Larrañaga. En esta ocasión, la fórmula del Partido Nacional cuenta con el respaldo institucional y de las tradicionales figuras del Partido Colorado.
La coalición de centro izquierda, que ya obtuvo la mayoría en la Cámara de Diputados (50 de 99 curules) y 16 de 30 senadores, en las elecciones del pasado 25 de octubre, es favorita para ganar la presidencia y vicepresidencia (con esto le otorga un voto más en el Senado), y las encuestas le otorgan entre un 48 y 50 por ciento de las intenciones de voto.
Si se confirma ese resultado no sería una sorpresa, ya que en la primera vuelta la coalición de centro izquierda superó el 48 por ciento de los votos emitidos, donde se cuentan los votos anulados y en blanco. De todas maneras, voto a voto, el FA-EP superó por más de 100 mil sufragios a los dos partidos tradicionales juntos (Nacional y Colorado).
La campaña sucia emprendida por la oposición de derecha no parece haber influenciando en el electorado y un eventual e inesperado triunfo de Lacalle, sumergiría al país en una peligrosa situación, donde el presidente enfrentaría un parlamento en manos de la oposición y con la única posibilidad de gobernar por decreto, y limitado hasta en la posibilidad de establecer su propio presupuesto para el Estado. Si el parlamento no aprueba un nuevo presupuesto, el gobierno deberá manejarse con el último presupuesto aprobado, en este caso, el último del gobierno de Tabaré Vázquez.
Si bien el gobierno del Frente Amplio ha recibido críticas por la timidez en la ejecución de los cambios anunciados en la campaña electoral, el presidente Tabaré Vázquez dejará su cargo el primero de marzo con un índice de aceptación de su gestión del 60 por ciento, lo que lo presenta como posible candidato presidencial para las elecciones de 2014.
Es que el gobierno logró presentar algunos resultados positivos en su gestión, donde destaca la reducción de la pobreza del 32% al 21% en estos cinco años, y de la indigencia del 4 al 1,7%.
En el plano laboral, una reducción del desempleo a niveles históricos, del 7% y un aumento del salario real del 19%, tras décadas de continuo descenso. Al mismo tiempo se volvió a la convocatoria de los consejos de salarios, las empleadas domésticas recibieron el derecho al seguro de paro y convenio colectivo, y se sancionó la ley de 8 horas para el trabajo rural. También se redujo la edad para la jubilación y se amplió el beneficio para la atención médica a los trabajadores.
Otro logro destacado fue la concreción del llamado “Plan Ceibal” que proporcionó una computadora a cada niño en edad escolar.
El casi seguro triunfo de Mujica no representará un gran cambio a la política desarrollada hasta ahora por el presidente Vázquez, aunque la fórmula electoral anunció la incentivación de algunas políticas sociales destinadas a la erradicación de asentamientos, impulso del empleo e inversiones públicas.
Desde el punto de vista de la situación regional, especialmente para la estabilidad de otros procesos más avanzados que el uruguayo, como el boliviano, ecuatoriano, venezolano, y cubano, es obvio que una victoria de la oposición derechista en Uruguay sería un elemento de preocupación y de aislamiento. Más teniendo en cuenta que el resultado electoral previsible en Chile, sea con una victoria del candidato derechista o el candidato oficialista de la Concertación, no apunta a la continuidad de los procesos de integración regional.
El ex presidente Lacalle, que ocupó un escaño en el Senado en esta legislatura que culmina, ha sido un férreo opositor a los convenios con Venezuela, un duro crítico a las relaciones con Cuba, y aliado de la derecha más reaccionaria de Bolivia y del Paraguay.
ernestotamara@gmail.com
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