• El mosaico de Ciudad Juárez
• El ajuste que viene
Marcela Gómez Zalce
El carácter de cada político, mi estimado, es el árbitro de su destino. Placentera la interesante descomposición en la arena política, donde botones como el reciente intercambio florido de palabras en el h. congreso (con minúsculas) entre legisladores devela el cuadro de horror nacional documentando el divertido timón suelto, los demonios danzando, el narcotráfico amenazando, el gymboree (ídem) jugando, los partidos fajando, los empresarios huyendo y la ciudadanía observando.
En medio la masacre de jóvenes en Ciudad Juárez, cuya conmoción salta a las noticias internacionales vendiendo ese Vive México de violencia entre grupos del organizado crimen que pelean la plaza con todo y la plena ocupación de las fuerzas federales… que en todos sentidos ha fracasado.
Ese vergonzoso fracaso que se respira en la cúpula del partido en el poder (del no poder) y en la putrefacta esfera federal donde ante la emocionante adversidad, my friend, anuncian (por millonésima vez) una nueva estrategia… después de un corto tiempo de la pasada estrategia… que comenzó hace varias lunas con la sopesada estrategia y cuyos resultados han sido… nulos. Nefastos. Deslucidos. Desfavorables.
¿Y sabe una de las razones de su fracaso integral…?
Que engloba, por supuesto, el hoyo negro de estos disfuncionales profundos que escupen al micrófono lugares comunes sobre las futuras generaciones. Los mismos que tienen tres neuronas, de las cuales dos son motoras.
Ciudad Juárez, amable lector, es un atractivo mosaico de problemas sociales, de sugestiva migración y deportación que se agudiza al ser la plaza más rentable del negocio en el trasiego y consumo de drogas. Y para esta mezcla explosiva de C-4 graduado es necesario un diagnóstico integral de sus diferentes vertientes que debe sumar la cooperación bilateral para entender el fenómeno que hoy Vive México pero se agudiza en la ciudad fronteriza. El mismo que se vuelve exponencial con el problema del desempleo aquí y… en los Estados Unidos.
Veamos.
Un porcentaje importante de migrantes que viaja para llegar a Ciudad Juárez con la intención de ser del grupo de afortunados que alcance the fucking american dream no logra su cometido, por lo que espera mejor suerte en la simpática ciudad. Otro grupito, ese sí afortunado, logra cruzar pero con la mala suerte que al transitar por territorio estadunidense los atrapa la temida Border Patrol… y va para atrás.
Ambos esperan volver a intentar el viaje, pero sin empleo y dinero son presa fácil del organizado crimen, que necesita sangre nueva para las travesuras de su negocio. Por el otro lado, los cárteles que necesitan cruzar su mercancía saben que hay tiempos que respetar y cuotas que pagar. Mientras tanto ésta se guarda, se esconde y/o se oculta y se necesitan servicios de, digamos, vigilancia y alertas que incluyen el pago oportuno a las autoridades de todos los niveles.
Ahora, agréguele que llega a la plaza el adversario, otrora aliado, intentando cooptar rutas, clientes y autoridades. No se necesita ser una lumbrera para entender la magnitud de la bomba de tiempo. Cientos de migrantes domésticos y extranjeros desempleados, sin contar la población local. Atractivas cargas que deben ser cruzadas. Cárteles disputándose el mercado. Autoridades sordas al gravísimo problema social. Crisis económica. Corrupción integral. Calentamiento de la plaza.
¿Resultado?
El obvio, la espiral de violencia.
Ciudad Juárez no necesita cientos de efectivos militares ni de policías federales ni de chaqueteos mentales si no se atiende y entiende el problema de fondo que abraza la ruta económica, la social y la de seguridad en coordinación con el gobierno norteamericano para detonar medidas. Si además se le invierten aunque sean las dos neuronas (que no sean las motoras) en labores de inteligencia… habrá mejores diagnósticos que ayuden al análisis para la elaboración de la cacareada estrategia integral.
De donde deben desprenderse consecuencias. Secuelas y derivaciones. Y, of course, responsables.
Llenar el hueco mediático con pendejadas discursivas y anuncios espectaculares no resolverá nada y para colmos, mi estimado, el calendario tintinea con tiempos electorales. Tiempos idóneos para la inversión del narcotráfico en política.
A nadie debe escapar un delicado detallín. La masacre de esos jóvenes no quedará impune. Y no fue un mero ajuste de cuentas. Será puntualmente vengada y habrá peligrosos efectos...
La pregunta, my friend, sería: ¿están estos disfuncionales esféricos preparados…?
gomezalce@aol.com
Fuente: Milenio
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