Carlos Fernández-Vega
Escaso crédito al sector privado
Se concentran inversiones en valores
México ocupa la primera posición latinoamericana y una de las principales a escala internacional en extranjerización del sistema de pagos. Otros galardones obtenidos por la banca que opera en el país corresponden a grado de concentración, monto y volumen de comisiones, denuncias presentadas por los usuarios de sus servicios, crecimiento de utilidades netas, reducido crédito interno al sector privado como proporción del PIB, evasión "legal" de impuestos y tantas otras gracias.
Dado el historial, no resulta novedoso que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) le conceda una medalla adicional (en este caso de bronce): la banca que opera en el país es la tercera más ineficiente en materia operativa, si se mide ésta del río Bravo a Panamá, y sólo es superada por la hondureña y la costarricense, con la nicaragüense pisándole los talones.
La comisión lo explica así: "el caso de México resulta paradójico. La mayoría de los bancos más grandes del país han sido adquiridos desde hace algún tiempo por varios de los principales operadores bancarios internacionales, (por lo que) era de esperarse que los altos niveles de eficiencia que caracterizan a estos operadores en sus países de origen y en los otros países en que tienen operaciones se hubiesen transmitido a sus actividades en México, pero ese no es el caso. La eficiencia operativa medida por la relación entre gasto administrativo y activos totales alcanza 4.7 por ciento en México, apenas por debajo de Costa Rica (4.96) y Honduras (5.13)".
Con base en la investigación Competencia y regulación en la banca de Centroamérica y México, un estudio comparativo (Eugenio Rivera y Adolfo Rodríguez), la Cepal subraya que para el caso de la banca trasnacional que opera en México destaca la baja proporción de crédito otorgado al sector privado: apenas ligeramente por encima de 15 por ciento del PIB en 2004 (el Banco de México asegura que es menor a 10 por ciento, pero de cualquier suerte en 1994 significó alrededor de 40 por ciento, y 30 años atrás se aproximó a 35 por ciento).
Según el organismo, diversos elementos explican esta precaria situación, entre ellos la crisis de 1995 y su resolución en los años posteriores. En efecto, el capital extranjero ha desempeñado un papel relevante en la capitalización de la banca y en la recuperación de su solvencia; sin embargo, la mejora en la calidad de la cartera crediticia se ha conseguido en gran medida en desmedro del crédito, "pues los bancos concentran sus inversiones en valores". Mientras los valores representan más de 50 por ciento de las inversiones de la banca en México, el crédito al sector privado no ha dejado de caer desde la crisis: el crédito al comercio y a la vivienda ha permanecido estancado desde 2001 y sólo el crédito al consumo ha mostrado un fuerte crecimiento en el último periodo. El bajo nivel que alcanza el crédito al sector privado como proporción del PIB resulta aún más preocupante si se considera que en términos relativos se encuentra por debajo de países tan pobres como Honduras y Nicaragua.
En 2007 se cumplen 15 años de la reprivatización bancaria en México (oficialmente concluyó el 6 de julio de 1992, con la venta del Banco del Centro, Bancen) y las cosas han ido de mal en peor, mientras las utilidades lo han hecho de mejor a excelente. México tiene un sistema bancario del tercer mundo, con comisiones y ganancias del primero, y no hay visos de mejoría.
Se acerca la 70 Convención Bancaria (próximos 22 y 23 de marzo), durante la cual se renovará la presidencia de la Asociación de Bancos de (en) México (todo apunta a que será Enrique Castillo Sánchez Mejorada, de Grupo IXE, la nueva cabeza visible del gremio) y en ella se volverán a escuchar los mismos discursos: ahora sí liberaremos el crédito, bajaremos las comisiones y seremos más agradables.
En vía de mientras, la Cepal recorre la banca centroamericana: Guatemala ocupa la segunda posición regional entre los países con crédito al sector privado más bajo: 20 por ciento del PIB, similar a los máximos de la primera mitad de la década de 1980. Se recuperó en 1992, sólo para volver a estancarse por debajo de 20 por ciento del PIB a partir de 2000. Al igual que en el caso mexicano, una proporción muy alta de la captación se invierte en valores.
En Nicaragua, como en México, el surgimiento de la banca privada estuvo acompañado de un fuerte crecimiento del crédito al sector privado. No obstante, la baja calidad de los créditos, asociada a las deficiencias de la regulación, dio lugar a una fuerte contracción crediticia a dicho sector, que se encuentra estancado en alrededor de 25 por ciento del PIB.
Por lo que toca a El Salvador, entre 1990 y 2001 el crédito al sector privado se expandió rápidamente (de 15 a más de 45 por ciento del PIB), aunque a partir de 2001 experimenta una caída significativa, como resultado de la dolarización y el deterioro de la competitividad de la economía.
El caso de Panamá contrasta con todos los otros países de la región: el crédito al sector privado pasó de una cifra de alrededor de 50 por ciento del PIB en 1990 a ciento por ciento en 2002. En Costa Rica, la baja eficiencia operativa "está asociada al carácter público de sus principales bancos", y en Honduras (último lugar) el escaso crédito refleja el atraso general del país y el menor grado de desarrollo de su banca.
Las rebanadas del pastel
Pueden gustar o no los comentarios de Hugo Chávez contra Felipe Calderón, pero no hay que olvidar el origen del tiroteo verbal: lo comenzó el inquilino de Los Pinos en declaraciones a varios medios europeos de comunicación, ratificadas en Davos, y siempre en mimética línea con los recurrentes dislates de su antecesor, Vicente Fox. Cierto, también, que el venezolano no miente cuando dice que el maravilloso país (económica y socialmente hablando) presumido por el michoacano dista de la realidad, y cae más en el ámbito de calderofoxilandia ("cambio" con "continuidad").
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