Jorge Fernández Souza
Todo indica que, ahora sí, el PRD tendrá en Yucatán una candidata a gobernadora con posibilidades de triunfar en la elección. La dirigencia perredista, con las de los otros partidos que nacionalmente han integrado el Frente Amplio Progresista, seguramente consideró que la mejor manera de ganarle a la derecha es con una destacada representante de la derecha misma quien, honestamente y para que no quepa duda, ha insistido en que su orientación política sigue siendo la de siempre, aunque haya renunciado al PAN, y para eso se ha deslindado tanto del ex candidato presidencial del PRD como, en alguna medida, del propio partido.
Pero desde sus muy particulares solidez conceptual, congruencia política y preocupación por los principios, los dirigentes perredistas han de estar esperanzados en que el triunfo de la que será su candidata llevaría a que desde el gobierno del estado sean impulsadas acciones propias de una administración de izquierda.
Han de suponer que en su proyecto de gobierno tendrán lugar preferente la promoción de la libertad sindical, el abatimiento de la sobrexplotación de los trabajadores de las maquiladoras, la organización productiva de los campesinos independiente y libre de corrupción y de especuladores , el impulso a los derechos indígenas, o la defensa del precio tanto de los productos agrícolas como de aquellos que comercializan los pescadores ribereños.
También, quienes desde el PRD cobijaron la candidatura de Ana Rosa Payán, darán por hecho que en caso de que sea gobernadora del estado se ampliará el respeto a los derechos humanos (especialmente de los sectores más pobres de la población) y a la diversidad sexual, para lo cual se instrumentarán campañas contra la homofobia.
Y verán una oportunidad para que desde esa parte esencial de la frontera mexicana del Golfo y del Caribe que es Yucatán, se fortalezcan los lazos de solidaridad con los pueblos y gobiernos de la región, particularmente con aquellos que, como los de Cuba y Venezuela, promueven la integración latinoamericana como opción antimperialista. Esperarán que desde el próximo gobierno yucateco se amplíe la lucha contra las políticas neoliberales.
En fin, que el camino a Damasco en este caso sería un sak-be (camino blanco) que conduciría a la casi segura candidata perredista (falta la aprobación del Comité Ejecutivo Nacional) a la adopción y aplicación de políticas propias de un gobierno de izquierda. Ana Rosa habría dejado de ser una conspicua representante de la derecha. ¡Mare, qué chévere!
Pero si no fuera así, si quienes en el PRD decidieron la candidatura no estuvieran convencidos y seguros de que ése es el rumbo que tomaría un eventual gobierno encabezado por Ana Rosa, entonces habrá que pensar que sólo los guía la fantasía esquizoide o el cinismo de considerar que los votos para la candidata serán votos para la izquierda, para quienes supuestamente actúan en defensa de los intereses populares. Además de despreciar y de confundir al pueblo, estarían llamando a votar por una opción de derecha, tan de derecha como la del panismo al que acusan de haberse entronizado espuriamente en el gobierno federal.
Ana Rosa es conocida como una servidora pública que no ha cometido latrocinios (lo que no es menor en un país en el cual muchos funcionarios consideran como suyo al patrimonio público). Pero esa importante característica no es suficiente para que los votos que ella reciba puedan ser considerados como votación para la izquierda. Así como tampoco, para ese efecto, es suficiente una candidatura que llamándose ciudadana, considere como iguales, como ciudadanos de condiciones semejantes, a los habitantes de municipios deprimidos como el de Maxcanú y a quienes viven en las colonias residenciales de Mérida. ¿Pero será esto importante? O lo mejor es que estas cosas queden de lado para que, desde las profundidades de la irrealidad, se pueda decir que en Yucatán a la izquierda le fue re-chévere.
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