Carlos Fernández-Vega
Alza de cartera vencida por tarjetas de crédito Los banqueros no hacen caso de advertencias Cómo dejar un suculento negocio
Allá por mayo del presente año, y ante las constantes señales de advertencia por el sostenido incremento en la cartera vencida de las tarjetas crediticias, los banqueros que operan en el país aceptaron “quitar un poco el pie del acelerador” a la enloquecida emisión de dinero plástico registrada hasta entonces.
Pues bien, como tantos otros compromisos de micrófono (sean éstos gubernamentales o de los poderes fácticos), el de los banqueros resultó rotundamente falso, y la emisión y colocación de dinero plástico sigue a todo lo que da: cada 12 segundos una tarjeta de crédito llega a manos de un nuevo cliente, 40 por ciento de ellos sin mayores antecedentes en el uso y pago de este instrumento.
El resultado era previsible: la cartera vencida de las tarjetas de crédito se mantiene al alza, y por enésima ocasión la Condusef emite una nueva señal de alarma: en tan sólo dos años (junio de 2005 a igual mes de 2007) dicha cartera se duplicó, al pasar de 3 a 6.1 por ciento, y de mantenerse la tendencia llegaría a 7.1 por ciento a mediados de 2008, lo que confirma que lejos de “quitar un poco el pie del acelerador”, los banqueros simple y sencillamente no están dispuestos a perder un solo centavo del jugosísimo negocio que les representa el dinero de plástico, ni mucho menos a atender las señales de advertencia.
De continuar ese ritmo, la cartera vencida aumentaría a 7.1 por ciento en junio de 2008, “lo que ya implicará un foco rojo en el sistema bancario”, de acuerdo con la nueva advertencia de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros, una institución que no ha dejado de emitir alertas en torno a este tema desde su fundación, en 1999 (la han presidido Angel Aceves, Oscar Levín y, ahora, “el señor de los libros”, Luis Pazos).
Será la costumbre, pero parece que los banqueros que operan en el país “olvidan” que la más reciente crisis de tarjetas de crédito en el país la siguen pagando los mexicanos (con o sin acceso al dinero de plástico) y que aún faltan algunos años para saldar los excesos cometidos casi tres lustros atrás.
Entre la información divulgada por la Condusef destaca la siguiente numeralia: en México circulan 17. 3 millones de tarjetas de crédito con una cartera cercana a 240 mil millones de pesos; la cartera vigente otorgada a través de dinero de plástico se ha incrementado de 0.59 a 2.38 por ciento del producto interno bruto en el periodo 2001-2007; en 2006 se emitieron casi 2.4 millones de tarjetas de crédito; en lo que va de 2007 colocaron 6 mil 600 plásticos por día; en promedio cada tarjetahabiente cuenta con 1.5 plásticos y una línea de crédito revolvente de 16 mil 200 pesos; también en promedio las líneas de crédito han crecido 46 por ciento.
Entonces, advertencias van, advertencias vienen, y la emisión y colocación de dinero de plástico sigue a todo vapor, en medio de desagradables pronósticos sobre la evolución económica nacional. En este espacio hemos comentado que para la gran mayoría de los usuarios las tarjetas de crédito son las modernas tiendas de raya, significan uno de los más suculentos negocios de la banca y de manera irreal para millones de tarjetahabientes representan un costosísimo “complemento” de sus menguadas quincenas, de tal suerte que su utilización, más temprano que tarde, los asfixia financieramente y los pone a disposición de la rapiña bancaria.
Cada vez nos acercamos al punto, y como nadie quiere que se repita la historia (aunque en muchas ocasiones se ha repetido), va una cápsula de memoria sobre el mismo tema, pero 13 años atrás: al cierre del primer semestre de 1994, la cartera vencida de las 18 instituciones de la banca comercial reprivatizada, más Banco Obrero (todas con presencia en el mercado antes del otorgamiento de nuevas concesiones) significaba ya 96.2 por ciento de su capital contable; antes de su venta al capital privado, en 1991, el mismo indicador fue de 35.52 por ciento.
Año tras año el margen de maniobra de dichas instituciones se fue reduciendo, pues en 1992 (primer año de la reprivatización) la cartera vencida significó 64.37 por ciento del capital contable; en 1993 se incrementó a 82.66 por ciento y, como se menciona, en el primer semestre de 1994 a 96.2 por ciento.
En los tres primeros años de reprivatización, el capital contable de esas 19 instituciones bancarias creció 96 por ciento, mientras que la cartera vencida lo hizo en 432 por ciento. De hecho, ni siquiera aplicando íntegramente las utilidades acumuladas en el periodo (casi 23 mil millones de nuevos pesos, equivalentes a 61 por ciento del precio que se pagó por los bancos) podría paliarse el lastre que significaba la cartera vencida en el margen de maniobra de la banca comercial.
Las cifras anteriores, de la Comisión Nacional Bancaria, corresponden a los totales del sistema bancario comercial (sin considerar nuevas concesiones), pero en el desglose hay instituciones que presentaban signos de verdadera asfixia, como Banco de Oriente (posteriormente engullido por el BBVA), cuya cartera vencida resultaba 185.23 por ciento superior a su capital contable.
En iguales circunstancias se encontraban los demás: Banco Obrero (reportó una cartera vencida 150 por ciento superior a su capital contable; Serfin (hoy Santander), 143; Multibanco Comermex (ahora ScotiaBank) 134; Bancreser 101 por ciento; Unión y Cremi (engullidas por el BBVA) 121 y 137, respectivamente, y así por el estilo. Las cifras de Banamex y Bancomer (hoy de Citigroup y BBVA, en cada caso), “sólo” equivalían a 83.23 y 87.5 por ciento de sus respectivos capitales contables.
Las rebanadas del pastel:
Se repite la historia: en tan sólo cuatro días las acciones de Aeroméxico se han depreciado poco más de 20 por ciento en la Bolsa Mexicana de Valores, y cada centavo que cae es una pérdida para el erario, pero una ganancia para la familia Saba. ¿Quién es el guapo que promueve este tipo de “ahorros” al capital privado?
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