jueves, agosto 30, 2007

La crisis del patrón distributivo neoliberal y los coletazos en el bloque en el poder

Rebelión

Ante la actual coyuntura social, económica y política por la que atraviesa el país, la "Organización comunista libertaria" de Chile nos propone este análisis:

La Reactivación de las franjas pauperizadas del proletariado estratégico

Las franjas de trabajadores subcontratados vinculados a las correas transnacionales de producción del capital forestal, minera, frutícola y petrolera; vuelven a dar muestra de los nuevos bríos que esta tomando la reactivación del movimiento de trabajadores en nuestro país. Estas franjas no sólo han cuestionando la precarización de las condiciones de trabajo y de vida de miles de chilenos que sufren día a día las contradicciones del modelo, sino que han abierto una brecha que permite al conjunto del movimiento popular, acumular fuerzas en los flancos débiles del modelo económico neoliberal, donde se genera el 97% del total de las exportaciones.

La huelga que llevaron adelante los subcontratados perteneciente a la empresa estatal Codelco (como así anteriormente lo hicieron los trabajadores portuarios, salmoneros y forestales), reunió nuevamente a los sectores más golpeados de los trabajadores estratégicos, quienes movilizados por forjar mejores condiciones para la venta de su fuerza de trabajo, ponen en entredicho las relaciones de explotación que disfraza la subcontratación. Esta movilización significa un paso adelante, no sólo porque a través de la unidad en la lucha, y la acción directa de masas se ha impuesto la negociación por holding propinándole un golpe a los monopolios imperialistas enquistados en nuestro país, sino porque ha elevando el piso negociador al conjunto de los precarizados, avanzando en la superación de la falsa división entre los trabajadores creada por la subcontratación y el suministro de trabajadores, ejemplo de ello son las actuales negociaciones en ENAP Refinerías y en la frutícola Pacific Nut Company.

Los coletazos en el bloque en el poder

En el actual escenario, en que el movimiento popular sigue agendando a los de arriba, las fisuras en la concertación se hacen evidentes ante la alternativa de introducir reformas al modelo. En este sentido, pueden reconocerse dos posturas reflejadas por una parte en los parlamentarios “díscolos” y en el ministro del trabajo Osvaldo Andrade, y por otro, los sectores neoliberales duros que conforman la mayoría de la cúpula concertacionista y que encabeza, a la interna del gobierno, el ministro de hacienda Andrés Velasco. La fisura entre estas dos orientaciones al interior de conglomerado de gobierno es real, pero no representa un peligro para la unidad de la concertación adscrita al programa neoliberal ni menos del bloque en el poder; de muestra: el último Consejo Asesor Presidencial para la Equidad cuyo objeto es generar un "Nuevo Pacto Social" para la estabilidad política y económica.

Por su parte la derecha al estar atravesada por la coyuntura electoral se le hace imposible tomar posicionamiento de clase frente a temas tan sensibles para la burguesía como lo es la modificación del patrón redistributivo, y es así como ésta última es la que llama explícitamente al gobierno a poner orden en el gallinero. Desde la Cámara de la Producción y el Comercio, señalaron que la línea de la burguesía es no permitir que se instale la negociación inter-empresa, además de cerrar la puerta al sueldo ético propuesto por la iglesia; posición que es compartida por la Sociedad Nacional de Minería, la Cámara Nacional de Comercio, la Sociedad Nacional de Agricultura, la Confederación Nacional de la Micro, Pequeña y Mediana Empresa, etc. Es así como hoy vemos a la burguesía interviniendo directamente en el escenario político -lo que no se veía desde los 70- preocupada en que la seguidilla de conflictos pongan en crisis política y económica el paradigma de acumulación neoliberal.

Ante la indefinición del bloque en el poder, aparecen ciertos sectores de la Iglesia Católica “con sensibilidad social”, después de años en que la cúpula eclesiástica se preocupó de instalar la agenda valórica por sobre su “opción preferencial por los pobres”. Sin dudas, el remezón que implicó el llamamiento a la instauración de un salario ético por parte del presidente de la Conferencia Episcopal, Alejandro Goic, ha reforzado la posición del movimiento popular frente al agotamiento del modelo y, asimismo, puede impulsar a la interna de la iglesia la posición clasista en las comunidades católicas de base, que permitan capitalizar ciertas franjas hacia el movimiento popular luego de años de resistencia en su interior a la razzia del Opus Dei. Pero es necesario poner los puntos sobre las ies: este viraje responde a la necesidad de amortiguar tempranamente el conflicto de clases, y por ello no es casual la instalación del “salario ético” (por lo demás muy encima de la propuesta ratona de la CUT), y el llamamiento a un “nuevo pacto social” ante la urgencia de la situación. Pero ¿como toma relevancia la iglesia en este escenario de ascenso de masas?, debemos recordar que es el Partido Comunista quien, a propósito del conflicto de Arauco y de Codelco, llama a la iglesia a intervenir para buscar la salida rápida al conflicto, lo que responde a una lógica bien determinada.

El papel del reformismo

El Partido Comunista ve a los conflictos como pivotes para la ruptura del binominal, a la vez que acumula socialmente en el marco del estancamiento de su base electoral con miras a las próximas elecciones. Si bien, en un inicio, la opción preferencial del PC fue no mover el piso a Bachelet a fin de alcanzar una salida pactada al binominal, hoy aprovecha el estallido de sectores de trabajadores estratégicos pauperizados para ponerse mediáticamente a la cabeza, validando las movilizaciones siempre y cuando tengan la negociación reivindicativa y política bajo el brazo y en el caso contrario fustigándolas si no responde a sus intereses. El hecho de acercar a la iglesia, que tuvo su origen en el fin del conflicto de Arauco, le reportó utilidades impensadas al prescindir de la negociación frontal con sus socios tácticos concertacionistas, forzando de esta forma una salida política aún cuando las conquistas salariales para los trabajadores no fueran tales.

Las señales del PC van dirigidas principalmente a la derecha al demostrar que manejan una “cuota fáctica de gobernabilidad” y que por lo tanto le corresponde participar del marco institucional, lo que ante la urgencia de la situación puede tensar la pasada por la “prueba de la blancura” con Renovación Nacional y de esta forma tener mejor pie para negociar la modificación del régimen electoral binominal, a la vez que gana base social para disputarle al Partido Socialista la conducción de la Central Unitaria de Trabajadores.

Uno de los damnificados de todo este huracán es la dirigencia de la CUT, entidad que se ha visto eclipsada por la acción combativa de los trabajadores estratégicos y que ha comenzado a comprender que la superación de la legalidad por la vía de los hechos, implica a su vez la superación del gremialismo laboral que la caracteriza, poniendo en duda lo que le queda de liderazgo. Aunque a su dirección PS no le alcanza para ponerse a la cabeza en lo conflictos, intenta mediar del lado de los trabajadores por si le permite ganar algo de legitimidad, frente al PC que se ha visto fortalecido mediáticamente. Es así como a partir del rechazo a su propuesta de sueldo mínimo, lanzan sin mayores pretensiones la convocatoria a movilización el 29 de Agosto, la que ha tomado bríos con la huelga de Codelco; con esto, la CUT y el PC pretenden encantar y capitalizar hacia el reformismo a ciertos segmentos de trabajadores que hoy comienzan a intervenir en la lucha sindical y que son proclives a la acción directa de masas; a la vez de que generan un piso para la negociación de un “nuevo pacto social” con la burguesía, lo que toma cuerpo desde hace un tiempo en el Parlamento Político Social convocado por la CUT, repitiendo la vieja lógica de los acuerdos “por arriba” para la estabilidad política y económica como lo hicieron a inicios de los 90 y de los que surgieron las llamadas “Leyes Laborales Marco” cuyas consecuencias (como la flexibilización y la consagración de la subcontratación) sufrimos hasta el día de hoy. Hoy se restan del Consejo Asesor Presidencial para la Equidad, pero ¿cuanto les va a durar?...

La crisis del patrón distributivo neoliberal y las tareas revolucionarias

Cuando el superávit fiscal sólo alcanza para subsidiar los servicios sociales básicos, cuando no se puede aumentar el gasto social por el peligro de una crisis inflacionaria mayor, cuando los trabajadores no pueden negociar la venta de su fuerza de trabajo, cuando se considera “no“ pobre a una persona que gana más de $46.000, cuando las políticas de control social fracasan, cuando la caída de los salarios reales producto de la inflación galopante es cada vez mayor, cuando la condición indispensable para el crecimiento económico es la existencia de la actual brecha entre ricos y pobres; la conclusión es una sola: Estamos en presencia del inicio de la crisis estructural del modelo neoliberal.

Pero, bajo el neoliberalismo ¿existe alguna posibilidad de corregir el actual patrón redistributivo sin deteriorar el patrón de acumulación de capital? Creemos que es imposible ya que esto distorsiona los sacrosantos equilibrios macroeconómicos. Como muestra el siguiente ejercicio.- Si se establecen mecanismos de negociación colectiva (incluyendo la de holding) a fin de que los trabajadores negocien de mejor forma el valor de su fuerza de trabajo, baja la generación de empleo, cae la inversión extranjera y aparece la fuga de capitales, lo que redunda en la caída del crecimiento económico. Si se establece un salario mínimo ético, implica necesariamente un aumento de la inflación y una nivelación generalizada de salarios (con el “nuevo” mínimo de referencia) por parte de la burguesía. Pero en una economía de matriz primario exportadora en donde se concentra el capital precisamente en éste sector, estas transformaciones (si así fueran) sólo aprovecharía al 20% de los trabajadores en chile. ¿Y que pasa con el 80% restante que son empleados por las PYMES y MIPYMES y que ganan el mínimo?: El Estado debería subsidiar a estos empresarios el costo de la mano de obra (lo que es un

absurdo), pero de ser así (porque vivimos en el país del absurdo) ¿de dónde sale el dinero para ello?: de los impuestos por la vía de una reforma tributaria ¿y si no se puede seguir gravando con IVA los bienes y servicios, ya que eso generaría una crisis inflacionaria más profunda?: Se debieran gravar las grandes fortunas, es decir a los monopolios imperialistas, los que serían gravados dos veces para sustentar el sueldo mínimo ético.

Ante los anuncios de introducirle reformas el modelo (según pregonan ciertos sectores), aparece aparejada la necesidad de un nuevo pacto social con la burguesía, en cuanto instrumento del bloque en el poder a fin de intentar tirarle un salvavidas al modelo. Pero, ¿es posible corregir el neoliberalismo?, y si eso fuera hipotéticamente posible implica que los monopolios imperialistas deben dar un paso al lado para dejar atrás sus altas tasas de ganancia, sacrificando las sacrosantas ventajas comparativas, lo que nos lleva a la vieja pregunta de si es humanizable el capitalismo; por nuestra parte, creemos que ello no es posible (a diferencia de la izquierda reformista).

La burguesía nacional así como el capital monopólico transnacional se encuentran en un zapato chino ante la crisis que presenta el modelo, no sólo en el país sino a nivel mundial (léase la crisis económica norteamericana), y es por ello que debemos ser claros, un acuerdo político marco o “nuevo pacto social con la burguesía” no va a evitar la profundización de la crisis del paradigma neoliberal, a lo más la puede retardar por la vía del consenso, y ante esta realidad debemos generar las claridades en el seno del pueblo sobre el papel que juega cada cual, a la vez de señalar que las demandas reivindicativas en el plano económico están destinadas a tocar techo y que frente a esto lo único que nos queda como movimiento popular clasista, es acumular fuerzas para momentos mas álgidos de la lucha de clases, en el marco del enfrentamiento directo contra el imperialismo y hacia la superación histórica del capitalismo.

Frente a este escenario, nuestro partido llama a la unidad revolucionara, la que debe gestarse en el seno del pueblo, en la construcción de organizaciones populares clasistas de masas donde quiera que nos encontremos, porque la tarea central en el actual momento político es fortalecer al conjunto del movimiento popular, pero asimismo, revertir la correlación de fuerzas desfavorable a los sectores revolucionarios en su interior. Las franjas clasistas no podemos perder más tiempo esperando que la solución llegue desde la mera unidad “superestructural”, ni menos a punta de convocatorias sin proyección bajo la excusa de generar, a partir de allí, la unidad en la “acción concreta”. La unidad revolucionaria se construye con vocación de intervenir en la base, desde la incidencia real en los conflictos de clase donde debemos encontrarnos. Avancemos en este sentido.

Aunque las expresiones del movimiento popular clasista estén todavía lejos de desembocar en la unidad, al estar sujetas a su lucha más inmediata, debemos generar las condiciones para ello, politizándolas en torno a la comprensión de la totalidad, avanzando en la construcción programática y poniendo en ejercicio de manera embrionaria formas tempranas de poder popular, para así erigir un nuevo proyecto histórico, comunista y libertario, desde cada faena, desde cada sala, desde cada esquina de nuestro país.

NO A LAS ALZAS, NO AL PACTO SOCIAL, ¡¡¡A CREAR PODER POPULAR!!!

POR QUE EL MODELO NO CEDERÁ, ¡¡¡AVANZAR EN LA LUCHA PÒPULAR!!!

¡ARRIBA LOS Y LAS QUE LUCHAN!

¡VENCEREMOS!

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