Miguel Ángel Velázquez
Todos los caminos conducen a Bucareli
Las televisoras privadas se lavan las manos
Me cuenta un amigo, con muchos años de experiencia en eso de hacer programas para la Presidencia de la República, que la orden de censurar a la presidenta de la Cámara de Diputados tuvo que haber sido dada desde la misma Secretaría de Gobernación, y fue acatada por las televisoras privadas.
Si así sucedió, el señor Ramírez Acuña, el represor de Jalisco, tendría que hacer algo más que sacar del trabajo al director del Centro de Producción de Programas Informativos Especiales (Cepropie): presentar su renuncia, en congruencia con aquello de que “hay que transformar a México”.
Técnicamente no existe margen para el error que no supo explicar Ramírez Acuña. En el salón de plenos había cuando menos tres señales diferentes, que en caso de un error técnico se habrían podido utilizar para subsanarlo. La primera de esas señales provenía, desde luego, del equipo de la propia Cepropie, que captaba, desde diferentes ángulos, lo que pasaba en el recinto.
La segunda era la del Canal del Congreso, que al igual que la primera, tenía su batería de cámaras en los lugares precisos para enviar la imagen que transmitían, sin interrupción o cortes que pudieran malinterpretarse.
La tercera señal estaba a cargo de la Dirección de Comunicación Social de la Cámara de Diputados, y era, por así decirlo, una imagen limpia, sin el logotipo, por ejemplo, del Canal del Congreso, por lo que cualquiera que lo deseara podía utilizarla sin mayor problema.
En caso de que se hubiera presentado una falla técnica en una de las señales, cualesquiera de las otras dos estaban disponibles para evitar que la transmisión, en cadena nacional, se viera afectada, por lo que en ningún momento estuvo en peligro el programa.
Además, en el ala norte del edificio de la Cámara de Diputados estaba la unidad móvil de Cepropie. Dentro de ese camión (la unidad móvil), cuando menos cuatro pares de ojos miraban sus monitores donde se reproducían las imágenes de las tres señales ya descritas.
Ninguno de ellos podía decir que no sabía lo que pasaba en el salón de plenos. Mi amigo hace un parangón con un programa de futbol transmitido en vivo: “Uno nunca manda la intervención de los comentaristas cuando se va a tirar un penaltie. Eso no le sucede a un profesional”.
Es más, desde Televisa llamó a la Cámara de Diputados el coordinador de eventos especiales, Rubén Mancilla Talavera, para pedir una señal “limpia”, es decir, sin ningún tipo de identificación, para retransmitirla. ¿A dónde? ¿Para qué si ellos tenían la cadena nacional? ¿Sabían que habría censura y querían otra imagen? Esa es otra de las preguntas que aún no tienen respuesta.
En fin, lo que me señala mi amigo es que en el “error de septiembre” no hay cabida para la justificación de tipo técnico o humano, es decir. la presidenta de la Cámara de Diputados no habló por que así convino a los intereses de alguien en la Secretaría de Gobernación, cuando menos.
Y es que tenemos que recordar que por más que la productora de la Presidencia esté al servicio de Los Pinos, orgánicamente pertenece a Gobernación, dentro de lo que conocemo como RTC, es decir, Radio, Televisión y Cinematografía. Para ser más claros, quienes trabajan en Cepropie cobran y reciben órdenes en esa secretaría.
Así es que el jalisciense de la mano dura bien podría hacerse cargo la responsabilidad que le toca en esto, que si no fue problema técnico ni error humano, fue, simplemente, una orden de quien debe dar las órdenes.
De pasadita
Ahora que de todo esto hay quien quiere sacar raja, y no es precisamente el PRD, que en algunas de sus tribus es bien rajado, sino de la televisoras privadas que ahora nos salen con el cuento de que en el sainete, ellos son los menos culpables, y piden a gritos la desaparición de Cepropie.
Claro, si eso sucediera alguien tendría que producir las transmisiones de los actos, por ejemplo de la Presidencia, y ¿quiénes mejor que ellos para hacerlo? Nada les vendría mejor que una Presidencia en exclusiva (ya casi la tienen). Total, no sería más que otra estrella para el canal de los estrellados.
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