jueves, noviembre 08, 2007

Estrategias destinadas a destruir la seguridad social

Ricardo García Sainz

En imagen de archivo, marcha contra las múltiples carencias en el IMSS Foto: Jesús Villaseca

El informe rendido por el director del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) al Ejecutivo federal y al Congreso de la Unión confirma que se logró avanzar en su desmantelamiento, tal como ha sido el propósito real de los gobiernos de Zedillo, Fox y Calderón.

Este desmantelamiento se ha dado a través de 11 reformas, unas a las leyes del IMSS y del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado. (ISSSTE), otras a la estrategia de desarrollo. Mi propósito en esta ocasión es identificarlas, ya que quedaron envueltas por traiciones, mentiras y millones de palabras repetidas en la propaganda masiva, en los informes sesgados y en actos legislativos pactados fuera del Congreso de la Unión o impuestos por la mayoría priísta cuando todavía ésta existía.

El último acto trascendente es la firma reciente de las modificaciones al contrato colectivo, que ingenuamente presenta el sindicato como un triunfo por el incremento de 6 por ciento a los salarios, 7 por ciento en algunas categorías, pero que en un convenio firmado y depositado en la Junta por el director del IMSS y el secretario general del sindicato se mantiene el régimen de jubilaciones y pensiones a los actuales trabajadores, se entrega al secretario del Trabajo el arbitraje de la brutal reforma legislativa para definir el número de contrataciones que aún pueden llevarse a cabo y se pacta para las nuevas generaciones un régimen que puede llegar hasta la desaparición para ellos del Régimen de Jubilaciones y Pensiones (RJP).

El IMSS protege a 50 millones de mexicanos que durante estos 10 años no han acreditado tener la menor capacidad de respuesta a los atropellos, desatenciones, negativa de servicios, no entrega de medicamentos, falta de capacidad instalada y de personal.

Mi propósito en esta ocasión es destacar los acontecimientos torales, las piedras angulares que han destruido a la mayor institución de seguridad social, protectora de los derechos a la salud y a las pensiones de los trabajadores de nuestro país, antes orgullo de la República.

La reforma Zedillo de 1997, aprobada sólo por el PRI, contiene cinco grandes traiciones:

1º Se ofrece incrementar las cuotas para poder hacer frente a los servicios y no sólo no se incrementan en 20 por ciento necesario, sino que se disminuyen en 8 por ciento. Su efecto es pérdida de capacidad de atención, carencia de medicamentos, diferimiento al infinito de mantenimiento y de la actualización de tecnología, y mínima capacidad de inversión frente al tamaño de las necesidades crecientes.

2º Se privatiza el régimen de jubilaciones entregando el ahorro de los trabajadores a las Afore, con el efecto de disminuir el monto de las pensiones y exponer a los trabajadores a los riesgos del mercado y a la corrupción e incompetencia de los administradores de las Afore, abrir un gigantesco negocio de comisiones en favor de los más ricos, en su mayoría extranjeros, negocio que, salvo que las Afore desaparezcan, comprometen el ahorro de los trabajadores hasta el fin de los tiempos.

3º Para lograr la sustitución del régimen solidario por el de ahorro individual (Afore), el gobierno federal asumió el costo de transición. Esto lo cumplió sólo parcialmente cubriendo el costo de las pensiones, pero omitiendo el costo de los servicios médicos a los pensionados que han tenido que ser cubiertos por un IMSS depauperado y al que por este concepto se le ha abierto un boquete de más de 100 mil millones de pesos que continuará creciendo. Carencia pagada con dolor y muerte por desatención médica.

4º A pesar de que una tercera parte del diagnóstico base de la reforma plantea severos problemas laborales, éstos se dejan correr para mejor ocasión, y entre estos problemas desatendidos está el denostado RJP, el que frente a la pasividad de la administración continuará creciendo hasta cancelar la viabilidad del IMSS en la primera mitad de la próxima década, tal como lo han señalado los tres últimos directores.

Termina el régimen de Zedillo y Fox nombra a Santiago Levy director del IMSS, en ese momento escribí en El Universal que este destacado economista era garantía de su desmantelamiento y no me equivoqué. Los principales hechos son tres.

Primero: presenta una reforma que establece la obligación de constituir reservas adicionales, decisión laudable, el problema es que la única fuente de cobertura de estas reservas son los ingresos del IMSS disminuyendo los recursos que ya eran escandalosamente insuficientes para la atención médica. Obviamente no se atreve a exigir a Hacienda el pago del costo de atención médica a los pensionados.

Segundo: la corrupción continuó creciendo. Esperamos que ésta se haga pública, son tareas de la Auditoría Superior de la Federación, de la Comisión de Vigilancia y de la Administración que lo relevó. El Consejo Técnico se suma a la corriente al aceptar 5 millones de pesos anuales por consejero obrero y empresarial para gastos no sujetos a comprobación. Vale la pena recordar la defensa de estos señores cuando Fox le pidió la renuncia a Levy.

Tercero: Levy presenta otra iniciativa de reforma a través de Beltrones, entonces diputado (la firma como senador), en la cual se pretende reformar el contrato colectivo desde el Congreso de la Unión, documento que intitulé, y así lo escribí en La Jornada, “Canallada en 100 palabras”. En un periodo extraordinario de sesiones, en un vergonzoso fast track, en un clima de vergüenza compartida, ya que no hubo un solo diputado que la defendiera, se aprobó, pero no se pudo poner en vigor por la resistencia de los trabajadores, esto determinó la salida de Levy y la designación del licenciado Fernando Flores, quien junto con el sindicato logró evitar la huelga y firmar la correspondiente revisión al contrato colectivo con una fórmula que salvaba sólo el muy corto plazo

En el compromiso neoliberal de privatizar los servicios médicos y desresponsabilizar al Estado del bienestar colectivo, Calderón avanza; señalo dos hechos recientes: 1) La privatizadora reforma a la Ley del ISSSTE, de clara inconstitucionalidad. Un millón de trabajadores han interpuesto amparos en su contra.

2) Calderón en Tamaulipas colocó la primera piedra de un hospital que inicia un programa de financiamiento de hospitales similar a las famosas Pidiregas para que el sector privado aumente su capacidad instalada que permita privatizar los servicios médicos que el IMSS y el ISSSTE tendrán que subrogar.

Lo dramático del anterior relato es que nada se ha corregido en favor de la seguridad social, de la medicina social y de un régimen de pensiones digno, por el contrario, el desmantelamiento continua: 1) No hay dinero para servicios médicos eficientes, oportunos y humanos; 2) Las pensiones serán cada vez más indignas; 3) La lucha por la vigencia del RJP continúa, y derivado del último convenio firmado hace unos días, este conflicto se agravará.

A mi juicio la salvación de la seguridad social está en que todos pongamos. Las medidas claves están claramente identificadas.

Elevar los ingresos del Seguro Social a través de:

1. Restituir el nivel de contribución empresarial y obrera vigente en 1997. Incorporar a los trabajadores del Apartado A del artículo 123 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, con alta capacidad contributiva, al régimen ordinario del IMSS.

2. Cubrir por el gobierno federal el precio de los servicios médicos a los jubilados, con base en la obligación legal de cubrir el costo de transición del régimen solidario al de ahorro individual.

3. Adecuar el RJP de los trabajadores activos del IMSS, corrigiendo gradualmente: edad de disfrute, elementos de cálculo, aportaciones y factor dinámico.

4. Elevar la eficiencia interna al fijar las bases para la fusión de todos los organismos de seguridad social.

5. Combatir frontalmente la corrupción; es triste que cualquier hecho que provoca el desgarre de la delgada piel de decoro que cubre a instituciones y funcionarios hace aflorar la corrupción, el favoritismo, la mentira como el factor permanente del quehacer nacional. Así sólo podremos agudizar la pobreza y concentrar la riqueza hasta que la paciencia explote.

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