Carlos Fernández-Vega
A finales de junio pasado, el gobernador tabasqueño quejóse de la intentona calderonista de “recortar al estado ingresos presupuestales por 7 mil millones de pesos”. Incluso, en ese entonces algunos legisladores de la entidad incrementaron a 9 mil millones el monto que “Tabasco dejaría de percibir”, como efecto inmediato de la autodenominada “reforma” fiscal federal.
Pues bien, ahora el gobierno federal “regresa” ese monto a la entidad, pero disfrazado de “fondo de reconstrucción”, según anuncio del inquilino de Los Pinos, quien aparentemente registró, o lo invitaron a hacerlo, que los 200 millones de pesos en “ayuda para Tabasco” (sólo para pequeñas y medianas empresas) que él mismo presumió dos días atrás no alcanzaban para absolutamente nada.
Ya los jilgueros electrónicos de rosadas prendas de vestir cacarearon el anuncio calderonista (“¡ojo tabasqueños, son 7 mil millones!”, gritaban ante el micrófono), pero dada la magnitud de la tragedia ese monto a todas luces tampoco alcanza para mucho, máxime cuando se recuerda que el cálculo del gobierno estatal sobre el costo económico causado por las inundaciones se aproxima a los 55 mil millones de pesos. Así, el citado “fondo de reconstrucción” tan sólo aportaría el 12.7 por ciento del monto requerido para que Tabasco opere a plenitud. Pero visto con buena cara, sin duda es una cantidad mucho mayor a los 200 millones iniciales.
Sin embargo, llama la atención de dónde saldrán los 7 mil millones, “para empezar”, comprometidos por Calderón: de “ahorros” y “excedentes”, perfectamente guardados bajo el colchón, en un país al que le urge inversión, que clama por recursos. Cuando menos esa es la frase machacona en cualquier discurso del gobierno de la “continuidad”.
Amén de los 7 mil millones, el inquilino de Los Pinos anunció su “paquete de apoyos en materia tributaria”, orientados al sector privado: las personas físicas y morales afectadas quedarán eximidas de pagos provisionales del impuesto sobre la renta durante lo que resta del año y en el primer semestre de 2008; tampoco harán los pagos provisionales del impuesto empresarial en el mismo periodo y será posible efectuar en parcialidades el pago anual de 2007 del impuesto sobre la renta. A esto se suma que el Servicio de Administración y Enajenación de Bienes de la Secretaría de Hacienda donará 100 toneladas de ropa, calzado, blancos, que han sido decomisados por las aduanas y de igual forma se harán llegar bienes perecederos disponibles bajo resguardo (La Jornada).
Desde que se sentó en Los Pinos, Felipe Calderón y su equipo en Hacienda se ha dado vuelo en eso de exentar, eximir, condonar y todo lo que conlleve el que el capital privado pague un menor monto de impuestos, o de plano no lo pague. Por ejemplo, el presupuesto de gastos fiscales (que resume la cantidad que el gobierno federal dejará de percibir en un ejercicio dado por regímenes especiales, exenciones en ISR e IVA, subsidios y demás gracias) para 2007 se aproxima a 582 mil millones de pesos, una cifra 10 veces superior a la estimación del gobierno tabasqueño sobre el costo económico de la inundación. Pero el panorama mejorará en 2008: casi 605 mil millones de pesos, por la misma causa, o lo que es lo mismo alrededor de 6 por ciento del producto interno bruto nacional.
El hecho, pues, es que por un lado exenta, y por el otro presume los citados 7 mil millones de pesos. Entre los distintos reportes que llegan desde Villahermosa, destaca el siguiente: cerca de 70 mil viviendas en el estado podrían ser declaradas “pérdida total”, según un primer balance de Protección Civil de la Secretaría de Gobernación (SG). Este indicador, relativo a afectaciones superiores, resultaría básico para avanzar en la contabilidad de inmuebles, enseres, cultivos, maquinaria y producción afectada por las inundaciones en aquella entidad (ídem).
Supongamos que los 7 mil millones de pesos, íntegramente, se destinan a la recuperación de las citadas viviendas perdidas: en promedio, los tabasqueños que perdieron totalmente sus casas recibirían 100 mil pesos cada uno para construir o adquirir vivienda nueva. ¿Para cuántos metros cuadrados daría eso? Para unas buenas tiendas de campaña.
La emergencia no se limita a la vivienda. Falta por considerar un mundo de carencias y de amenazas, como sanitarios, que ya son calificados de “serios y graves”. Habrá que añadir la rehabilitación y generación de empleos, recuperación de escuelas, bienes muebles perdidos por la población y lo que guste añadir, de tal forma que los 7 mil millones de pesos se acaban en un dos por tres.
Y en este contexto de emergencia, los partidos políticos retoman la vergonzosa actitud de 2005, cuando el territorio nacional fue vapuleado por una serie de meteoros que parecía interminable. No están dispuestos a ceder un sólo peso del presupuesto oficial que cada año, desde hace 10, sale de los bolsillos de los mexicanos para que esas agrupaciones vivan en paz. Promueven, eso sí, que sus legisladores aporten un día de su dieta para guardar las apariencias, pero del multimillonario presupuesto absolutamente nada.
En fin, el gobernador tabasqueño no podrá quejarse: ya le “regresaron” sus 7 mil millones de pesos, “recortados” por la autodenominada “reforma” fiscal calderonista, impuesto a la gasolina incluido.
Las rebanadas del pastel
Después de miles de fotografías y videos de ocasión, cientos de promocionales con su imagen repartiendo pañales, cargando saquitos de arena a medio llenar, acariciando bebés y demás tomas paternales, todos ellos en el marco de la tragedia tabasqueña, el inquilino de Los Pinos contó el chiste del día: “no hay margen para el oportunismo político en Tabasco”. Y quedóse tan tranquilo.
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