Habrá estímulo a la producción agrícola: dirigencia
Gerardo Arreola (Corresponsal)
La Habana, 28 de diciembre. La dirigencia cubana confirmó el inicio de una reforma gradual del sistema socialista, encabezada por el estímulo a la producción agrícola y que por ahora tiene también en la agenda las carencias de la economía popular, el rechazo al “triunfalismo” en los medios informativos, la exigencia de que los funcionarios rindan cuentas, la crítica al “exceso de prohibiciones” en la sociedad y la búsqueda de eficiencia en la planta productiva.
El presidente interino Raúl Castro habló de los cambios en la sesión ordinaria del Parlamento. Como había anticipado en julio pasado, dijo que el proceso requiere consenso y será lento. “Todos quisiéramos marchar más rápido, pero no siempre es posible”, afirmó.
Al iniciarse la reunión, el líder parlamentario Ricardo Alarcón leyó un mensaje de Fidel Castro, ausente de sus funciones por enfermedad hace 17 meses. El mandatario dijo que había leído previamente el discurso de su hermano Raúl y anunció a los diputados: “Levantaré mi mano junto a la de ustedes para apoyarlo”.
Las dos intervenciones muestran el interés del líder cubano y del presidente en funciones de transmitir el mensaje de que siguen actuando concertadamente, como lo han hecho durante más de medio siglo.
Raúl Castro citó como factor protagónico del proceso los foros populares de septiembre y octubre pasados, que ventilaron la situación económica y social: participaron más de 5 millones de personas y al final se computaron más de un millón 300 mil propuestas.
Sobre la agenda del cambio, Raúl Castro expuso que se busca con “urgencia” que trabajen la tierra quienes produzcan “con eficiencia, se sientan apoyados, reconocidos socialmente y reciban la retribución material que merecen” y que importa que el crecimiento “se refleje lo más posible en la economía doméstica, donde están presentes carencias cotidianas”.
Dijo que se intenta “eliminar la nociva tendencia al triunfalismo y la complacencia” en los medios informativos y garantizar que los funcionarios informen regularmente de su gestión con “realismo, de forma diáfana, crítica y autocrítica” y propicien el ambiente para que los demás hablen “con absoluta libertad”.
Raúl compartió las críticas al “exceso de prohibiciones y medidas legales, que hacen más daño que beneficio. La mayoría pudiéramos decir que fueron correctas y justas en su momento, pero no pocas de ellas han sido superadas por la vida”.
Aunque omitió detalles, aludió así a la tupida red de regulaciones de la vida ordinaria, que van desde la ilegal prohibición de que los cubanos se hospeden en hoteles pagaderos en divisas o contraten celulares, hasta los abultados ordenamientos sobre vivienda, posesión de automóviles o viajes al extranjero.
Señaló que el gobierno requiere ajustar su gestión para hacerla más organizada y coherente en sus distintos niveles, fijar prioridades y usar racionalmente los recursos, en la búsqueda de eficiencia y productividad.
En su mensaje, Fidel Castro recordó una declaración suya de la semana pasada sobre su desinterés por aferrarse al poder. “Puedo añadir”, dijo ahora, “que lo fui un tiempo por exceso de juventud y escasez de conciencia”.
Añadió que cambió con el paso del tiempo y el estudio “de Martí y de los clásicos del socialismo. Mientras más luchaba, más me identificaba con tales objetivos y mucho antes del triunfo pensaba ya que mi deber era luchar por éstos o morir en el combate”.
Castro, de 81 años de edad, no ha descartado su posible relección como jefe de Estado y de gobierno.
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