Prólogo Político
Alvaro Cepeda Neri
El problema de la educación sigue siendo el ancla de nuestro subdesarrollo y falta de crecimiento económico. Y una de sus raíces que producen hierba, mala hierba, es que en los 2 mil 480 municipios del país, no hay librerías ni bibliotecas para promover la lectura. Y los recintos que existen, como los edificios de las escuelas públicas, son ruinas o espacios donde se ofrecen libros de pésimas ediciones que por ningún motivo generan demanda. Basta con visitar las librerías, donde por lo general y cuando mucho hay textos escolares; una que otra ofrece una reducidísima variedad de libros, a precios que desalientan a los compradores potenciales.
No se diga de las bibliotecas. Si las hay son contadas. Con un acervo viejísimo, maltratado, done hasta los clásicos en ciencia, literatura, filosofía, etc., son traducciones de baja calidad o de plano no hay suficiente cantidad de libros. La red de bibliotecas que anuncia CONACULTA en 7 mil recintos no cubren las necesidades de quienes se atreven a visitarlos. Y cuando se quiere hacer una donación de libros, ponen obstáculos al condicionar recibirlos teniendo que cumplir con un trámite burocrático, que desanima.
Las librerías solamente tienen sucursales en la capital del país y en las ciudades importantes, el resto de los municipios no tienen donde surtirse. Y en lugar de abrirse, se cierran librerías, ya que desde 1995 lo han hecho 200 de ellas. Cada vez más supermercados y restaurantes, pero cada vez menos librerías. Y menos bibliotecas, con todo y la publicidad de CONACULTA. Por más que se quisiera leer y promover la lectura, en los municipios del país no hay un mínimo mercado del libro. Y los estudiantes se conforman con las lecturas de su currículum escolar.
Mientras los autores reciben migajas, los editores y librerías se llevan fabulosas ganancias, por lo que se ha estado planteando, al menos, los precios bajos. Con todo y sus mentirosas rebajas, los libros son muy caros. Y en las bibliotecas, con servicio al público, no hay ni variedad ni novedades. Es un fenómeno que aparece por todo el territorio y el resultado es que cada vez hay menos lectores, lo cual afecta a la educación. De nada sirve que en las escuelas y colegios se despierte el interés por los libros, si no hay librerías y mucho menos bibliotecas.
Y si a lo anterior agregamos el empobrecimiento, el rechazo de estudiantes, por tramposos exámenes de admisión en la escolaridad superior, el fanatismo por la "caja idiota" (de la televisión donde, sus programas están contra la cultura) y los juegos electrónicos, entonces el panorama de los libros y los lectores se reduce, para sumarse a la falta de librerías y bibliotecas. Y que son indispensables para conectarlas con la educación. Ésta requiere, indispensablemente, acceso a librerías y libros a un precio que reduzca los excesos comerciales. Y como su complemento la existencia de bibliotecas.
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