martes, diciembre 18, 2007

De las guerras por petróleo a las guerras por agua

Por Amy Goodman

Esta semana se concedió el Premio Nobel de la Paz en Oslo, Noruega. Al Gore compartió el galardón con el Panel Intergubernalmental de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (PICC), que representa a más de 2.500 científicos de 130 países. La ceremonia solemne tuvo lugar mientras los Estados Unidos bloqueaban un significativo progreso en la Conferencia sobre el Cambio Climático en Bali, Indonesia, y en el Senado estadounidense los republicanos habían tumbado ya una ley aprobada por el Parlamento que habría acelerado la adopción de fuentes de energía renovables a expensas de las grandes corporaciones petrolíferas y carboníferas.

Gore definió el escenario: “Así, hoy hemos lanzado otras 70 toneladas de polución hacia la fina capa de la atmósfera que envuelve nuestro planeta, como si se tratara de una alcantarilla abierta, que aumentará el calentamiento global. Y mañana lanzaremos una cantidad ligeramente mayor, concentrando su acumulación, atrapando más y más calor procedente del sol. Como resultado, la Tierra tiene fiebre. Y la fiebre está creciendo. Los expertos nos han explicado que no es una aflicción pasajera que se curará por sí sola. Preguntamos una segunda opinión. Y una tercera. Y una cuarta. Y la conclusión más consistente, reafirmada con alarma creciente, es que algo básico va mal. Nosotros somos lo que va mal, y debemos hacer que vaya bien”.

Continuó: “El 21 de septiembre, mientras el hemisferio Norte se alejaba del sol, los científicos informaron con una inquietud sin precedentes que el casquete polar nórdico está `desmoronándoseï. Un estudio ha estimado que podría desaparecer completamente durante el verano en menos de 22 años. Otro nuevo estudio, presentado por investigadores de la Marina estadounidense esta misma semana, advierte que este hecho podría tener lugar en tan sólo siete años. Siete años a partir de ahora”. ¿Cómo explican esto los escépticos del cambio climático? (Las grandes empresas ya están celebrando la ruptura del casquete polar, ya que abrirá una ruta marítima en el Norte desde el Atlántico al Pacífico, creando una vía más barata para transportar más cosas innecesarias.) Es difícil imaginar que el Polo Norte, esa gigantesca expansión de capas de hielo y de nieve, desaparezca en sólo unos pocos años. Tan perdida como el vasto almacén de información arqueológica atrapado en el hielo: miles de años de historia del clima terrestre se encuentran en las capas de hielo que allí se cuentan por miles. Los científicos están precisamente ahora aprendiendo a leer e interpretar esa historia.

El enorme derretimiento tendrá con toda seguridad efectos catastróficos en el ecosistema del Norte, acelerando la extinción de especies como el oso polar. Rajendra Pachauri es un científico indio aceptado en el PICC de la ONU. Es un científico cauto y con la suficiente diplomacia política como para ocupar una silla del IPCC, a pesar del continuo antagonismo de los Estados Unidos. Ha señalado el desmedido efecto del cambio climático en el mundo pobre: “[L]as consecuencias del impacto del cambio climático en algunas de las comunidades más pobres y vulnerables del mundo son extremadamente perturbadoras... tendrá consecuencias en el acceso a agua limpia, alimentos básicos, condiciones de salud estables, fuentes de energía naturales y seguridad para los poblados.” Pachauri predice guerras por el agua y emigraciones en masa. “La emigración, normalmente temporal y a menudo procedente de zonas rurales con destino a áreas urbanas, es una respuesta común a calamidades como las inundaciones y las hambrunas”.

Gore invocó la memoria de Mohandas Gandhi, diciendo que él “animó la mayor democracia de la Tierra y forjó una solución común que llamó `Satyagrahaï (o `la fuerza de la verdadï). En cada país, la verdad -una vez es conocida- tiene el poder de liberarnos”. Satyagraha, como Gandhi lo practicó, es la aplicación disciplinada de la resistencia no-violenta, que es exactamente lo que Ted Glick está haciendo en Washington D.C. Glick lidera el Climate Emergency Council [Consejo de Emergencia Climática]. En su nonagésimo-noveno día de huelga de hambre, el día después de la ceremonia de los Nobel, Glick se unió a 20 personas en una sentada en la oficina del líder de la minoría del senado Mitch McConell. Los senadores republicanos están bloqueando una ley federal de la energía para invertir en el desarrollo de fuentes de energía renovables en los EE.UU., a la vez que terminar con la amnistía fiscal de la que se benefician el petróleo y el carbón, y que genera millones de dólares. Glick me explicó lo siguiente: “Estamos dispuestos a ir a prisión. Al Gore mismo habló hace un par de meses sobre cómo los jóvenes tendrían que organizar sentadas frente a las plantas de carbón para evitar la construcción de otras nuevas. Es verdad. Los jóvenes tendrían que estar haciendo eso. Los hombres de mediana edad tendrían que estar haciendo eso. Los mayores tendrían que estar haciendo eso. Y Al Gore tendría que estar haciendo eso. Vamos a ponernos serios con esta crisis”.

Mientras Glick estaba en la sentada, los noticiarios empezaron a informar de cómo el bufete de abogados del candidato republicano a la presidencia Rudolph Giuglani cabildeaba contra la ley de energía. De acuerdo con las noticias de Bloomberg, Bracewell & Giuliani LLP fue contratada por el gigante energético Southern Co. para derrotar la ley. En un acto de 1,000 dólares el plato organizado para recaudar fondos que tuvo lugar el pasado agosto, dirigiéndose a los miembros de la industria del carbón Giulani dijo que “tenemos que aumentar nuestra dependencia del carbón”.

Mientras los cofres de Giuliani engordan con el dinero procedente del petróleo, el gas y el carbón, Glick ha perdido más de 20 kilos, y la temperatura de la Tierra continúa subiendo.

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Amy Goodman es la presentadora del programa radiofónico de emisión nacional Democracy Now!

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