miércoles, diciembre 05, 2007

Era otra crónica anunciada


Por María Teresa Jardí

Que Ivonne Ortega no iba a llegar a nada por lo que toca a los innumerables delitos cometidos por los Patrón Laviada, por Roberto Hernández, por los amigos y empleados de los Patrón Laviada, etc., etc., era otra crónica anunciada.
Ivonne Ortega no tiene la autoridad moral que se requiere para llegar a sus corruptísimos antecesores.
Es lo mismo que le ocurre a Calderón que, claro que va a recibir a Fox, faltaba más, son amigos y además el usurpador le debe el favor de, al costo de acabar con la posibilidad de construcción de una democracia,haberlo convertido en el usurpador que es. Y está claro que va a dejar impunes los crímenes de Fox y de la mujer de Fox y de los hijastros de Fox y de los hermanos de la mujer de Fox y de sus propios hermanos, todos enriquecidos ilegítimamente e igual de claro que el usurpador acabará igual de cuestionado por ladrón y su mujer también y sus hermanos y sus cuñados, alguno de los cuales empezó desde antes en el IFE a modo, encabezado por Ugalde otro delincuente en el más amplio sentido de la palabra. Todo son crónicas anunciadas. Como se anuncia el hartazgo cada vez mayor de un pueblo al que le están cerrando todas las salidas de cambio. Hasta el impresentable Banco Mundial entiende lo que viene y ahora le "preocupa" lo que propició a sabiendas del horror que para el pueblo significaría.
Ivonne Ortega pertenece al PRI. Es priísta. El usurpador pertenece al PAN. Es panista.
Y para recobrar la autoridad moral, perdida por los gobernantes a la mexicana, Ivonne Ortega tendría que haber roto con el PRI. Calderón se canceló esa posibilidad cuando eligió ser un espurio.
Ivonne Ortega pudo elegir ser otra cosa. Pero eligió dejarse mangonear por Gamboa Patrón, el que también está detrás de la exculpación al "góber precioso",
votada por los ministros de la Corte al altísimo precio de exterminar el Poder Judicial como administrador de la Justicia.
Y es lo mismo que hizo el juez en el caso de José Carlos "El Teclas" Guzmán Alcocer.
Legalizado el fraude por el impresentable tribunal electoral mexicano, una crónica anunciada también era que en cadena se iba a evidenciar la destrucción del Poder Judicial, de la cabeza a los pies. Y si hubiera empezado por los pies, quizá, habría sido aún salvable, pero no, aquí la demolición la hizo la cabeza. Eso es lo que significa la resolución de los imprestables ministros de la Corte, acordada seguramente también con Gamboa Patrón, implicado en el caso de pederastia en México.
Personalmente a lo mejor hasta se sienten mal algunos a los que les quede algún resquicio de conciencia.
Pero son parte de un sistema que se corrompió hasta la médula. Están satisfechos con las recompensas económicas que eso les produce. Y no han entendido, perdieron la capacidad de entender porque la corrupción corrompe la inteligencia, el hartazgo del pueblo que la desesperanza genera.
Ivonne Ortega pudo simplemente no hacer nada, cuestión de inteligencia, pero, probado está, que entre los funcionarios de primer nivel a la mexicana la inteligencia ha sido enterrada en el panteón de los recuerdos al lado de la ética y la moral y los principios y los valores y todo aquello que hace una persona del animal humano. Ortega pudo dejar correr el tiempo. A final de cuentas, en un país sin memoria, todo se olvida. Pero generar esperanza para luego meter a la cárcel a un pez pequeñito o a tres que pasarán a ser los políticos presos de Ivonne Ortega es una estupidez monumental y el haberse sometido a Gamboa Patrón para hacerlo, la ubica al lado de la bajeza moral de los ministros "preciosos", lo que el pueblo de Yucatán, que votó por ella con la esperanza de que cambiaran las cosas, no merece.

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