Morris Berman
Hay una escuela de pensamiento que argumenta que la solución a la situación actual en Estados Unidos puede venir del propio interior. En ocasiones se le ha llamado la “teoría del péndulo” de la historia americana, y entre sus defensores se cuentan sofisticados académicos como Anatol Lieven de la New American Foundation y Geoffrey Stone de la Universidad de Chicago. Ellos argumentan que existen ciclos autorreparadores, así como la idea de que el ritmo de la historia americana es de acción/reacción o tesis/antítesis. Esta idea consiste en pensar que sí, es cierto, nos metemos de vez en cuando en un embrollo, pero entonces se desatan fuerzas en sentido contrario y logramos alejarnos del abismo. Lieven, por ejemplo, en America Right or Wrong, afirma que existe un patrón alternante de pluralismo tolerante y nacionalismo militante en la política exterior de Estados Unidos. Si hay una tradición mesiánica-idealista, también hay una pragmático-realista, y vamos de una a otra. Sobre esta base, piensa con optimismo que Estados Unidos logrará por fin corregir sus excesos actuales, y alejarse del actual sendero de militancia nacionalista. De igual forma, en Perilous Times, Stone vuelve su atención al terreno doméstico, en concreto al asunto de la constitucionalidad y las libertades civiles, y observa que la pérdida de las segundas por lo general tiene lugar durante una época de guerra, pero que la represión se levanta y la libertad se restablece cuando termina la guerra.
Está claro que estos argumentos no son una especie de pensamiento optimista; no se proponen soluciones “mágicas”. Lieven y Stone tan sólo revisan los antecedentes históricos. Para refutar la teoría del péndulo, entonces, tendríamos que mostrar que hay razón para pensar que las cosas han cambiado en un grado tal que lo que funcionó en el pasado no lo hará en el futuro; que, en efecto, se ha cruzado un Rubicón, y que hay un buen número de elementos cruciales irreversibles. Como los argumentos de la “escuela del péndulo” no me parecen convincentes, permítanme señalar brevemente por qué creo que “eso fue entonces, esto es ahora”.
Pudiera dar la impresión de que buena parte de la refutación de la teoría del péndulo ya está contenida en las páginas de este libro. Permítanme resumir algunas de las cuestiones que ya he afirmado:
– Estamos en un estado de avanzada desintegración cultural, o lo que podría llamarse muerte espiritual. Dado el vacío, la alineación, la violencia y la ignorancia que hoy predominan en este país, es difícil imaginar de dónde vendría una recuperación. La teoría de la autorreparación se basa, al menos en parte, en la reacción popular de una ciudadanía informada. En este sentido, la naturaleza del pueblo americano hoy no es una fuente de inspiración o esperanza.
– En cuanto a las libertades civiles, el desarrollo y proliferación de tecnologías de vigilancia extremadamente sofisticadas cambia el panorama de manera considerable. Comprometen la privacidad del individuo hasta amenazarla con desaparecer, y la tecnología llegó para quedarse. Una vez empleada, es muy difícil retraerse; la observación cercana de la ciudadanía por parte del gobierno e incluso de las empresas, junto con la recolección masiva de datos, se han convertido en lo normal. Todo esto hace que la represión sea fácil y el cambio difícil.
Fragmento del capítulo final de Edad oscura americana, libro del autor, publicado por el sello independiente Sexto Piso
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