Carlos Fernández-Vega
Hasta al Banco Mundial alarma la concentración de la riqueza y la desigualdad
En medio de la “austeridad” que implica un desayuno para 500 personas, el inquilino de Los Pinos confundió situación personal con circunstancia nacional, al decir que un año después el “panorama (es) verdaderamente distinto”. Será para él, porque a pesar del fraude permanece sentado en la residencia oficial, lo que, supone, un giro a su entrada por la puerta trasera, hace 12 meses.
Fanático del discurso hueco, fatuo como casi todos los presidentes de la República, Felipe Calderón cree que el “panorama (es) verdaderamente distinto”, no obstante que cinco de sus principales promesas de campaña para resolver de inmediato igual número de lacerantes problemas nacionales (seguridad, crecimiento económico, empleo, mayores beneficios sociales y combate a los monopolios) no sólo permanecen incumplidas, sino que a lo largo de esos 365 días tales problemas se han exacerbado.
Cierto es que hace un año entró por la puerta de atrás, y hoy lo hace por la principal, no sin antes ingresar su ejército de seguridad, pero eso no modifica la circunstancia nacional. La inseguridad es obvia y creciente, el raquitismo económico es contundente, el empleo sólo brilla en el discurso presidencial, mientras la estadística oficial lo desmiente rotundamente, la deuda social sigue al alza y el combate a los monopolios es inexistente.
Un solo dato desmorona el triunfalista discurso del inquilino de Los Pinos. Dice el Banco Mundial –que obviamente votó a favor del michoacano– que a estas alturas “en una escala donde 100 por ciento es la mejor calificación”, México tiene un nivel de 32.7 en “estabilidad política y ausencia de violencia”. Si a lo anterior se suma un promedio diario de ocho asesinatos por narcoviolencia, medio punto porcentual de incremento en la tasa de desempleo, un “crecimiento” económico 40 por ciento menor al de 2006, mayor concentración del ingreso y la riqueza, y fortalecimiento de monopolios y oligopolios, entonces el susodicho tendrá que dedicarse a otra cosa, porque al más puro estilo foxista de cinco, cinco incumplidas, y va por más.
Algunos ilusos creyeron que, tras la salida del PRI de Los Pinos, la “nueva” camada de gobernantes desmantelaría el viejo aparato y sus prácticas. Siete años después, lo único que ha hecho es apuntalar esa misma estructura que en el discurso se presume derruida. Por ejemplo, un punto total en su estrategia de campaña fue el compromiso de acabar con monopolios, oligopolios y demás poderes fácticos. Un año después, nada ha pasado y, por lo visto, nada pasará.
Lo anterior, no obstante que uno de sus aliados naturales, el Banco Mundial, lo ha repetido hasta el cansancio: “una característica particular de la estructura económica de México que limita su competitividad es el grado de concentración de los mercados en sectores económicos clave y la existencia de monopolios públicos y privados… Las reformas introducidas durante los años noventa (…) llevaron a una mayor concentración de los mercados y no lograron mejorar la competitividad de la economía en conjunto… En muchos casos las privatizaciones sólo significaron un cambio de propietario, sustituyendo los monopolios públicos por privados, y sin contar con un marco regulatorio funcional y organismos sólidos que pudieran hacer cumplir condiciones de mayor competitividad” (México: más allá de la captura del Estado y la polarización social, 2007).
Algo más: “gracias a décadas de acceso privilegiado al poder y a la protección del gobierno, ciertas elites económicas de México consiguieron posiciones únicas. La clara tendencia de la concentración de la riqueza y la desigual distribución de los beneficios económicos (y de la influencia política correspondiente) ha creado un terreno de juego altamente desigual en términos políticos, donde un número limitado de elites empresariales bien dotadas y conectadas logran obtener concesiones preferenciales del gobierno (normalmente en forma de protección de mercado)… Las privatizaciones y las reformas para la apertura comercial indican la persistencia de una fuerte influencia de los empresarios en la política, aunque con algunos cambios en las identidades de las elites involucradas y el tipo de interacción entre el Estado y las empresas… El extraordinario nivel de concentración de la riqueza en una economía en la que las manos del Estado aún son visibles podría ser motivo de preocupación para la incipiente consolidación democrática del país.
“Con su concentración de la riqueza y sus cercanos contactos con elites políticas, los intereses económicos de México tienen una capacidad única para influir en los resultados políticos. Resulta evidente que en el pasado su influencia ha sido grande… La evidencia circunstancial sugiere que su influencia podría haber aumentado desde la apertura política. En primer lugar, las elites empresariales de la actualidad son mucho más ricas que sus equivalentes de antaño. Segundo, las relaciones entre gobierno y empresariado en México han mejorado desde principios de los 90… Podría esperarse que las relaciones más llevaderas de la actualidad mejoren el acceso de las elites económicas a la toma de decisiones del gobierno… El dinero es capaz de influir en la política de muchas maneras y el papel del dinero en la política es, posiblemente, más pronunciado en los sistemas políticos en los que las elites políticas y económicas han mantenido relaciones simbióticas estrechas, como en México… Los multimillonarios mexicanos en general no heredaron su riqueza, la ganaron mediante conexiones políticas y acceso privilegiado a los mercados”.
A pesar de ello, dice, el “panorama (es) verdaderamente distinto”.
Las rebanadas del pastel
Arranca hoy la Muestra iberoamericana 2007 de televisión y video educativo, científico y cultural en el Centro Nacional de las Artes (3-6 de diciembre), que reúne a un grupo de expertos de alto nivel. Convoca la Dirección General de Televisión Educativa, y congrega a las principales televisoras educativas y culturales de la región.
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