Francisco Rodríguez
En tan sólo 12 meses, el Partido Acción Nacional perdió lo que dijo haber ganado -y los magistrados del Tribunal Federal Electoral le creyeron, una "corta" de por medio- en el 2006.
El torrente de votos que, dijeron, dio el triunfo electoral al señor Felipe Calderón fue en el 2007 apenas un chisguete.
Carga hoy el PAN no sólo con el natural desgaste del ejercicio del poder, también con un cúmulo de errores políticos de nada despreciable envergadura ante la urgente y casi desesperada necesidad de legitimación del ocupante de Los Pinos quien, por tal, ha cedido a perredistas, pero sobremanera a los priístas, no pocos de los controles en el tablero de mando.
Como nunca, hoy está vigente aquello que don Jesús Reyes Heroles -el de a de veras- parafraseaba de Tocqueville: "la oposición gobierna oponiéndose", lo cual vale para el sol azteca.
O sumándose, por lo que hace al tricolor.
Y fue en tal virtud, que para los panistas debe ser catalogada cual vicio, que en el 2007 el señor Calderón hubo no sólo de adoptar medidas de respeto a los procesos electorales donde su partido sufrió grandes descalabros.
Para legitimarse, sobremanera para sacar adelante sus propuestas legislativas -en realidad, dos de instancias multilaterales, cual el Banco Mundial (Ley del ISSSTE) y del Fondo Monetario Internacional (mini-reforma fiscal); y una del senador Manlio Fabio Beltrones (reforma electoral)-, el señor Calderón acudió en el 2007 a métodos políticos heterodoxos que lastimaron a su partido.
Negoció con el PRI, en Yucatán.
"Concerta-cesionó" con los neocardenistas y "chuchos" del PRD, en Michoacán.
Se allanó, de plano, con el "narco-poder", en Tamaulipas.
Perdió el PAN -en realidad, Calderón- no pocas capitales estatales (Aguascalientes, simbólicamente), y una enorme cantidad de municipios donde los colores blanquiazules ondeaban en los edificios edilicios: el caso de Veracruz es prototípico.
Unicamente consolidó su triunfo en Baja California.
Todo ello, además, en un clima de lucha interna por el control del partido entre el equipo de Calderón y el de Manuel Espino (o Vicente Fox), lo que ocasionó una ruptura interna, que llevó a los panistas a la situación actual: el equipo del ocupante de Los Pinos dueño de la dirigencia partidista, pero desligado de las amplias bases ultraderechistas con las que esta organización se hizo de posiciones en los últimos años.
En el 2008 el futuro del PAN no pinta halagüeño. Ha dependido de los mensajes publicitarios o sea propaganda política a través de los medios masivos. Y esto ya cambió. Ya no tendrán acceso a radio ni a TV.
Por sí mismos, carecen de una estructura sólida en el país.
El desgaste de opinión pública de Felipe Calderón, peor aún, es más rápido que los de sus antecesores. Quizá equiparable con el de Zedillo por aquel famoso error de diciembre.
Sus esfuerzos en seguridad nacional y seguridad pública han sido vanos. La economía opera en su contra.
Para el PAN, 2008 será tan malo como lo fue el 2007.
Mañana, con su venia, platicaremos de cómo le fue al PRD el año anterior.
www.indicepolitico.com / pacorodriguez@journalist.com
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