Por Alvaro Cepeda Neri
Ya entrados en gastos de la Reforma del Estado, además del IFE y haber cortado de tajo la propaganda electorera (con la que empresarios y televisoras, botín de por medio, estaban suplantando la voluntad individual y colectiva del sufragio) es necesario, urgente, clausurar esa vetusta Comisión Nacional de Salarios Mínimos, un órgano favorable a los patrones de corte anticapitalista y antidemocrático y constituir una institución con plena autonomía y sin las complicidades de representantes sindicales, para que dicte, para todo el país, un máximo salario mínimo.
Fundada, me parece, durante el alemanismo, esa Comisión, conocida por sus siglas: CNSM, y que cada año reaparece para, con sus integrantes patronales, sindicales y de la Secretaría del Trabajo como representante del gobierno-administración federal, imponen un aumento a los salarios mínimos conforme a los intereses de la Coparmex, que representa a la oligarquía y que apoya el presidencialismo en turno. Uno y otro coludidos para perjudicar a los que, de la población económicamente activa, no menos de ocho millones de trabajadores, todavía reciben un promedio de 50 pesos por 10 y hasta 12 horas diarias de laborar.
Esa parcial Comisión acaba de imponer un aumento del 4 por ciento a esos salarios mínimos, lo que representa no más de 52 pesos por la jornada de trabajo y que los patrones ya no respetan las ocho horas y menos cumplen con las obligaciones constitucionales, porque la mayoría patronal no inscribe a sus empleados en el IMSS, les jinetean las propinas por más de un mes, despiden a embarazadas, echan a la calle a quienes llegan a los 40 años de verdad y, para colmo, con lo de las Afores, si cumplen con el lapso para jubilarse apenas si se llevan, para vivir -¿vivir?-, el resto de sus vidas con un “ahorro” de hasta 100 mil pesos o menos.
Llegaron los panistas. Pero de los foxistas a los calderonistas, en ese renglón, como en la mayoría, han repetido las antiguas recetas de más de lo mismo. Y cada vez peor. Los panistas calderonistas, que de ellos se trata ahora (con su secretario millonario poblano en Trabajo y Previsión Social, preparándose para autopostularse como candidato del PAN para Jefe de Gobierno de la Ciudad de México) son, también de misa, confesión y de dientes para fuera muy cristianos; empero dos despiadados con los trabajadores, con los pobres, con los indígenas, misóginos y protectores de pederastas.
Esos panistas, duchos en manejar estadísticas, curvas de salarios y alertas contra la inflación, decretaron, pues, un aumento de dos pesos para los que reciben el salario mínimo, para los que tienen dos o tres salarios mínimos, un aumento de cuatro pesos. Se trata de mantener en el hambre y la desesperación a los trabajadores que, suponiendo sin conceder, son 42 millones. Estos, acusa la tradición, se mantendrán en el “aquí no pasa nada”. Son, pues, dos miserables pesos y los calderonistas son los destinatarios de la expresión, corregida y aumentada, de... ¡con su PAN se lo coman!
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