Para Adriana Gonzáles, ejemplo de lucha.
Los magos de la cañería electoral del PRD han dejado pálido a David Copperfield. Ahí donde no se instalaron casillas, aparecieron resultados que constan en actas, con todo y “paquete electoral” en forma. Sobra decir que el milagro de la multiplicación de las casillas favorece a la Chucha Nostra, al grado de que Don Chuchone (F. Ochoa dixit) pide el conteo total de los votos. ¡Aun de aquellos de las casillas no instaladas! Voto por voto, transilla por transilla.
El gran problema de Ortega es, hoy, el mismo de siempre. Nueva Izquierda ha sido incapaz de convocar al voto espontáneo, convencido, autoestimulado de los votantes perredistas que no están adscritos a las tribus. Los adversarios de Ortega han recibido el beneficio de un flujo de votantes gratuitos, ajenos a los grupos de interés. Esos votantes sueltos no acuden a cambio de ninguna despensa, dádiva o promesa de beneficio alguno. En el comportamiento del votante suelto, se encuentra la explicación del hecho de que Jesús Ortega ha sido derrotado por grupos significativamente menores que Nueva Izquierda.
Esos votantes gratuitos, ajenos a los grupos en pugna, históricamente han votado en contra de Nueva Izquierda. Y siempre, han inclinando la balanza en contra de Jesús Ortega. Ahora, esta ola de votantes entendió el llamado de Andrés Manuel, y lo atendió con sentido de urgencia, convirtiéndose en un tsunami pejista, que arrasó lo que fue, tal vez, la última oportunidad de Chucho I.
¿Por qué los votantes perredistas sueltos han votado siempre contra Nueva Izquierda? ¿Por qué los votantes perredistas le han entregado todos los espacios de poder a Nueva Izquieda, menos la Presidencia Nacional? En la respuesta a estas preguntas Don Chuchone y su equipo encontrarán las razones de su derrota. La derrota de hoy, la de ayer, la de antier.
Los chuchos cosechan ahora lo que han sembrado desde la imposición del gobierno espurio. Apostaron a congraciarse con Calderón, con los medios de la derecha (la banda del suetercito rosa). Apostaron a abandonar al Presidente Legítimo, pensando que ya no obtendrían beneficios de quien los llevó saborear las mieles del poder que hoy disfrutan. Su pecado fue la deslealtad, y su penitencia el repudio del movimiento popular que tiene en jaque a la derecha entreguista y desnacionalizadora.
Sigan así, y no ganarán mañana, como no ganaron hoy, aun multiplicando votos y casillas.
Martín Vélez
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