María Teresa Jardí
Se equivocan los padres de los estudiantes asesinados en Ecuador por el asesino gobierno colombiano apoyado por el asesino gobierno gringo, al pretender que Fecal condene la masacre de sus hijos estudiantes mexicanos. ¿Acaso los crímenes de Atenco no esperan castigo sin obtener ni la menor de las respuestas? Ahí está la criminal ejecución impune, por poner un ejemplo que me toca de cerca porque desde pequeño lo conocía, de Alexis Benhumea, como testigo de lo que digo.
La derecha mexicana que hoy, es decir en la era fecalista por la que atraviesa nuestro país, para desgracia de los mexicanos, con dinero del erario se construye una catedral cristera y se alza imponente como defensora de la vida de los fetos. El resto para ella es porquería incluidos los asesinato, con los que está de acuerdo, de nuestros compatriotas y de todo hijo de vecino que no sea rico, riquísimo y parte de las familias mafiosas que la integran.
Lo de lo catedral es una aberración más del fascismo, como salta a la vista. Pero lo de la defensa de los fetos hasta podría considerarse respetable, si además condenara la derecha, aunque fuera con menor ahínco, los asesinatos del ejército gringo en Irak por ejemplo y de la CIA en casi cualquier otro lugar del planeta.
Porque no basta con condenar los crímenes, atroces también, de los soldaditos mexicanos enviados a asesinar, convertidos por elección propia en la mano de obra desechable y barata, en carne la de cañón, pues, del ejército gringo, debido, pero igual por elección de vida, repito, a la necesidad que tienen de emigrar a gringolandia porque en fecalandia mueren de hambre ellos y sus familias.
Se podría respetar hasta a los PROVIDA que usurpan el poder hoy en México, aunque usaran el dinero del erario destinado a la defensa de los fetos de menos de 12 de semanas de concebidos, también para comprarse tangas, es decir, pantaletas de escasa tela y apariencia lujuriosa, braguitas del grosor del hilo, si condenaran, al alimón, los impunes asesinatos, las ejecuciones y las desapariciones --a las que la derecha ha decido llamar, para encubrirlas, “levantones”-- que suelen acabar en muertes seguras.
Respetable alcanzaría a ser la derecha si condenara, aunque fuera de tanto en tanto, pedir que lo haga de manera cotidiana, ya se sabe, que sería más que una utopía, los crímenes brutales que las más de las veces se cometen con la participación de la policía que no tenemos en México y de los “madrinas” de la policía que sí tenemos, como el producto de exportación nacional para el país que quiera acabar con policías “molestas” empeñadas en cumplir con la función de servir protegiendo a la ciudadanía. Aunque eso también sería aspirar más que a la más inalcanzable de todas las utopías. Integrada por sicarios del crimen organizado está infiltrada aquí la policía: “Afis de día y Zetas por la noche”. Compuesta por sujetos impresentables en cuyas manos han puesto los legisladores, de todos los partidos, la integridad e incluso la vida de los mexicanos con la fascista LEY GESTAPO, convertida la institución, cabeza de la policía, es decir, la institución antaño procuradora de justicia, que hoy es la que propicia la injusticia, en la encargada principal de otorgar la impunidad que brinda la protección de los delincuentes sobre todo de cuello blanco.
Para la derecha mexicana la vida sólo es defendible antes de haberse producido el nacimiento. Es clara la razón: la derecha amiga de los Mario Marín y de los Kamel Nacif necesita niños para violarlos y mujeres para ser prostituidas. La derecha fascista necesita pobres, incluso, para acusar a los indigentes de ser los fabricantes de las bombas que ella detona en los lugares donde gobierna quien puede repetir el fenómeno de convertirse en otro presidente legítimo, frente a otro usurpador de mierda.
Ebrard, como AMLO, es también una amenaza para el destinado a continuar usurpando el poder.
Para la derecha mexicana el dinero es lo único que cuenta aunque se obtenga a través del más nauseabundo entreguismo.
Y como para la derecha que hoy el usurpador Felipillo, tan amigo de Mouriño, tan guapiño, es justificable la masacre colombiana en Ecuador, en lugar de la condena fecalista al asesino gobierno colombiano, la orden está dada a la PGR, garante de la impunidad absoluta que prevalece en el país para la corrupción y todo crimen que venga del sector gubernamental y empresarial y de la jerarquía sindical y eclesiástica, para que inicie la averiguación, post mortem para los estudiantes mexicanos asesinados en Ecuador y para que interrogue, tan “ética institución”, a Lucía Morett, a la que más le valdría ir ya pidiendo el asilo político al gobierno ecuatoriano para ella y para toda su familia si no quieren engrosar las listas de los presos políticos que llenan las cárceles del prianismo y del perredismo ¿o no era por el PRD que llegó Sabines a Chiapas?
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