Ricardo Monreal Avila
El pasado martes en el zócalo de la Ciudad de México se realizó la segunda concentración del Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo (MNDP), convocada por Andrés Manuel López Obrador, que lejos de estar muerto en términos políticos o minimizado por el cerco informativo de los principales medios de comunicación u olvidado en el inconsciente colectivo, está reinstalado en la escena pública.
La de ese día no fue una manifestación más. El zócalo estuvo lleno, como en otras ocasiones, pero hubo algo diferente. La gente estuvo perfectamente alineada en la plancha en formación de alerta, como suelen hacerlo los contingentes que desfilan en días festivos o cuando juran bandera los jóvenes del servicio militar. Hubo orden, organización y dirección. Algo inusual en los mítines políticos de la izquierda donde el espontaneísmo, el asambleísmo y la consigna fácil marcan sus manifestaciones masivas.
Si acudimos a una figura conocida, diremos que lo del martes no fue sólo mostrar el músculo, que lo tiene el MNDP, sino la dentadura completa: molares, incisivos y colmillos. No son sólo ciudadanos simpatizantes con el MNDP, sino un ejército civil de brigadistas que harán de la defensa del petróleo su batalla central. 10 mil mujeres y 18 mil hombres integran este primer contingente que tiene la misión de informar a la población sobre las intenciones privatizadoras de la reforma energética que presentarán PRI, PAN y gobierno federal.
Quienes argumentan que la movilización en defensa del petróleo tiene como propósito real ocultar la crisis que vive el PRD después de la elección de su dirigencia nacional, deben ahora estar revisando su diagnóstico. El MNDP demostró que tiene una estructura, una dinámica y un programa independiente del PRD. Busca transformarse en un movimiento social de largo alcance, no en un partido político.
Tampoco es una cortina de humo; es en todo caso un muro de contención ciudadana frente a una eventual reforma privatizadora. Tampoco es el petate del muerto; más bien es el metate del vivo. Es decir, es un movimiento que no depende de lo que sucede en el PRD, sino que existe y se desarrolla a pesar del PRD.
Preocupados y ocupados deben estar también quienes pensaron que con una campaña publicitaria al estilo Vicente Fox, bobalicona y con el guión de un cuento infantil (el tesoro oculto en el mar), se revertiría la percepción ciudadana de que el gobierno busca privatizar Pemex para beneficio de unos cuantos y, por ello, poco más de la mitad de la población se opone a la reforma energética del gobierno federal.
Vamos, ni siquiera en el PRI están convencidos de la reforma energética del actual gobierno, ya que los legisladores de este partido se encuentran divididos. El senador Manlio Fabio Beltrones, por ejemplo, ha declarado que no apoyarán una reforma que plantee la modificación del 27 constitucional o que reconozca los llamados “contratos de riesgo”, que implicaría entregar a la inversión privada una parte de las nuevas reservas petroleras probadas o un porcentaje de la renta obtenida en los nuevos yacimientos.
Si a este panorama agregamos que el mariscal de campo que el gobierno federal designó para librar la batalla por la reforma energética, el secretario de gobernación Juan Camilo Mouriño, se encuentra política, jurídica y moralmente cuestionado para tal encomienda, por el conflicto de intereses que se habría generado al actuar en su doble calidad de empresario-funcionario, tendremos entonces un cuadro crítico para el gobierno. En efecto, el gobierno federal parece patinar en un barril de chapopote pesado.
En cambio, el tema de la reforma energética ha relanzado a AMLO. La encuesta trimestral del suplemento “Enfoque” del diario Reforma reporta un crecimiento de las opiniones favorables a López Obrador en un rango de 37%, ya que logró posicionarse con el tema de la defensa del petróleo.
Mientras el gobierno federal ha titubeado en su estrategia, AMLO se mueve como pez en aguas profundas. El plan de acción del MNDP así lo evidencia. “1) Formación de brigadas patrióticas, grupos de 40 personas con un coordinador. 2) Difusión al pueblo de México de la pretensión de privatizar Pemex; todos los domingos en plazas públicas de todo el país se concentrarán las brigadas para repartir volantes, presentar videos, etc. 3) En el momento que se presente la iniciativa, huelga legislativa de diputados y senadores del Frente Amplio Progresista (Convergencia, PRD, PT) para evitar la aprobación de la reforma, exigiendo se retire la iniciativa. 4) cerco ciudadano en el Distrito Federal a las cámaras de senadores y diputados. En todos los estados, cerco ciudadano a los palacios legislativos y/o palacios de gobierno, exigiendo a legisladores, gobernadores y presidentes municipales que se manifiesten en contra de la privatización de Pemex. 5) Si con ello no se retira la iniciativa se promoverán cercos ciudadanos en la mayoría de los aeropuertos del país. 6) Si con ello no se retira la iniciativa se promoverán cercos ciudadanos a las instalaciones estratégicas de Pemex e instalaciones financiera. 7) Si con ello no se retira la iniciativa se promoverán paros de las principales carreteras del país. 8) Si con ello no se retira la iniciativa se promoverá un paro nacional patriótico”.
¿Por qué acudir a la presión social en las calles en lugar de la discusión y el acuerdo al interior de las instituciones? La respuesta es la siguiente: “No nos están dejando otro camino. Tienen secuestradas las instituciones de justicia y a pesar de que la mayoría del pueblo de México no quiere la privatización de Pemex, están dispuestos a promoverla”. Es decir, frente al “mayoriteo” o “golpe legislativo” es legítimo responder con la movilización social. Esta es la esencia de cualquier movimiento de resistencia civil pacífica.
Y si alguien sabe de la efectividad de este tipo de acciones políticas son precisamente los panistas de los años ochenta y noventa, cuando eran avasallados por el mayoriteo del PRI en los congresos federales y locales. El término “resistencia civil pacífica” lo popularizó en nuestro país Manuel J. Clouthier. Las tomas de puentes internacionales fronterizos fueron también manufactura de los panistas de Ciudad Juárez. Y los “gobiernos de sombra” que hicieran contrapeso a los gobiernos constituidos de facto que surgían de los fraudes electorales priístas (antecedente institucional de la “presidencia legítima” de AMLO) son propuesta del panismo doctrinario. Hoy nada de eso reconoce el panismo en el poder, por una sencilla razón: quieren ser el nuevo PRI del siglo XXI, es decir, el nuevo partido dominante, hegemónico y autoritario. Ya lo veremos.
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