Por Fausto Fernández Ponte
I
¿Ordenó el Presidente Alvaro Uribe la incursión militar aérea a Ecuador para sabotear la liberación de rehenes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia sin consultar con George W. Bush?
Esa y otras interrogantes son formuladas no sin insistencia en ciertos cenáculos de los personeros intelectuales y operadores de las relaciones interamericanas en Washington, D. C.
Sábese que también se formulan allí interrogantes acerca de los móviles reales del señor Uribe que si su obsesiva agenda personal --la de destruir a las FARC-- tiene primacía sobre la estadunidense.
Sin embargo, ello no implica que el señor Bush sí haya sabido de antemano de la decisión del colombiano dada la cercanía doctrinaria y operativa -- de inteligencia-- de ambos en el Plan Colombia.
Señálese, sin desviarnos del tema central, que las FARC tienen casi medio siglo de existencia y que conforman, en la práctica, una fuerza beligerante, aunque en rigor jurídico esa condición le es negada.
El Presidente Uribe teme que las FARC sean reconocidas internacionalmente como fuerza beligerante, lo cual habría sido un enorme desfavor político para aquél; su posición sería socavada.
II
La posibilidad de ser reconocida como fuerza beligerante habría rayado en probabilidad si Ingrid Betancourt y una docena más de rehenes de las FARC hubiesen sido liberadas en Ecuador, como se preveía.
Ello conforma el motivo real de la agresión bélica del gobierno presidido por el señor Uribe a Ecuador, con la doble meta de destruir el santuario de las FARC en éste país y suspender el proceso.
Otras metas habrían sido, dedúcese en Washington, las de advertir a los gobiernos ecuatoriano, encabezado por Rafael Correa, y de Venezuela, presidido por Hugo Chávez.
El temor de que las FARC sean reconocidas como fuerza beligerantre tiene fundamentos. Ésta organización ejerce control sobre un tercio, aproximadamente, del territorio de Colombia.
Y tienen las FARC tantos años, casi, de actuación como la fase institucional (1959) de la Revolución Cubana. Cuando Granma navegaba de México a Cuba, Colombia ya estaba, desde 1948, en guerra civil.
III
Esa guerra civil concluyó, aparentemente, en 1960, pero su latencia persistió hasta 1964, cuando se fundaron las FARC y, luego, el Ejército de Liberación Nacional y otras insurgencias armadas.
Por supuesto, la iniciativa bélicosa del señor Uribe --"no soy hombre de odios", dijo el viernes en Santo Domingo, en la "cumbre" del Grupo de Río-- no contradice el sentir de don George W. Lo opuesto.
Y aun sin consultar su decisión con éste, el señor Uribe actuó con arreglo a la filosofía, la ideología y los imperativos políticos del interés del imperialismo y el contexto del Plan Colombia.
Ese Plan, aplicado también ya en México bajo la denominación de Iniciativa Mérida, es una socaliña: bajo la guisa de combatir al narcotráfico se criminaliza la protesta y la movilización sociales.
Por ello, aun sin la consulta y sin la eventual autorización del señor Bush al ataque a las FARC en Ecuador, el mandatario colombiano satisfizo también (y con creces) el interés geopolítico estadunidense.
De cualesquier maneras, la actuación del colombiano fue el proverbial tiro que salió por la culata. Creó una crisis política que el abrazo de Santo Domingo palia pero no resuelve y agudizará.
ffponte@gmail.com
Glosario:
Granma: nombre del yate propiedad del mexicano Antonio del Conde, El Cuate, que en 1956 llevó a Cuba desde Tuxpan, Veracruz, a 82 revolucionarios cubanos encabezados por Fidel Castro, quienes desde la Sierra Maestra combatieron y derrocaron al dictador Fulgencio Batista.
Grupo de Río: mecanismo de consulta y concertación política de países de Nuestra América, creado en 1986 en Río de Janeiro, a partir del Grupo de Contadora (México, Colombia, Venezuela y Panamá), así llamado por haberse reunido originalmente en la isla de Contadora, Panamá, a propósito de las crisis políticas en América Central; y del Grupo de Apoyo (Argentina, Brasil, Uruguay y Perú).
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario