John Saxe-Fernández
Ante la lentitud e incapacidad de la Organización de Estados Americanos (OEA) para sofocar el grave estallido diplo-militar por la violación de las fuerzas armadas colombianas del espacio territorial y aéreo de Ecuador en días pasados, los presidentes de ese país y Nicaragua abogan ahora por la transformación del Grupo de Río en una Organización de Estados Latinoamericanos. El contraste entre lo ocurrido en Washington y en Santo Domingo es significativo: en el norte prevaleció el tradicional bilateralismo intensivo ejercido por la Casa Blanca en los pasillos de la OEA a favor de Colombia, mientras en Dominicana con el llamado del presidente Hugo Chávez a no dejar que el conflicto se saliera de control, imperó la sensatez.
La parsimonia de la OEA, bajo guión imperial, se dio porque varios mandatarios fueron presionados por Estados Unidos “para que no se metieran en el asunto y dijeran que era un problema bilateral, cuando era multilateral”. (La Jornada, 9-III-08 p.26). Se sabe de una intensa participación de Estados Unidos en el operativo militar que coloca a la OEA en posición penosa: a pesar de intentos por restringir la información, en Bogotá circulan noticias y reportajes televisivos basados en datos del Ejército colombiano, que reconocen la participación de “aviones espías extranjeros” en la producción fotográfica para localizar los blancos de ataque. A decir de Angel Palacios, “no se trata sólo de la violación a la soberanía de Ecuador por el gobierno colombiano…Se trata de la incursión de aviones de inteligencia (de Estados Unidos) en territorio ecuatoriano”. (Rebelión 5-III-08)
En el nuevo contexto latinoamericano y mundial, este tipo de operativos diplomilitares profundizan el desgaste y desprestigio acumulado por el sometimiento de la OEA a Estados Unidos desde que empezó a operar en 1948, máxime si se tienen en cuenta testimonios que indican que fueron organismos de inteligencia de esa potencia los que dieron a los colombianos las coordenadas exactas (posicionamiento geoespacial, grados, latitud) para realizar el ataque. Es difícil que el sometimiento crónico de la OEA confirme los operativos del Pentágono-CIA en la planificación, recolección, procesamiento, análisis-producción y distribución final de los informes de inteligencia. Es algo que Ecuador debe exigir se aclare.
El asunto es grave y debe ser tratado en la ONU y en el Grupo de Río, que sin dificultad emitió una resolución que puso fin a la crisis, aunque no a su fondo.
Sin mayor costo, Colombia pidió perdón y se comprometió a no incursionar más en otra nación. De esta desactivación del conflicto salió la propuesta para establecer un foro de negociación regional, algo urgente porque ahora Bush azuza el conflicto vinculando a Venezuela con el terrorismo y todavía faltan semanas de acciones, reacciones, investigaciones y negociaciones, para restablecer la confianza. Existen riesgos y también condiciones mundiales, regionales y locales para recuperar la soberanía y el impulso a los intereses públicos nacionales en la construcción de una nueva arquitectura diplomática, económico-financiera, monetaria y de seguridad propia.
Es la hora latinoamericana. Bolívar y Martí en vez de Jefferson y Monroe. Su mensaje: poner fin al uso de los latinoamericanos para derrotar a los latinoamericanos. Tal ha sido el fundamento monroista de dominación en la región durante los últimos dos siglos. La amalgama de intereses entre las clases dominantes de la metrópoli y la periferia es el meollo socio-económico que facilita este señorío. Los lazos oligárquico-imperiales de sujeción económica, empresarial y policial militar, se basan en la propensión histórica de las oligarquías criollas a estar satisfechas, y hasta propiciar arreglos de coparticipación en la apropiación del excedente y en el manejo fiscal, presupuestal y de seguridad de las naciones que depredan: ya hay condiciones y contradicciones para superar esta trabazón oligárquico-imperial.
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