José Antonio Rojas Nieto
Este jueves, una vez más, las cotizaciones internacionales del petróleo alcanzaron su máximo histórico en moneda corriente. Sí, el marcador estadunidense West Texas Intermediate (WTI) cerró en 102.59 dólares por barril. Y el viernes apenas si registró una pequeña baja de 75 centavos. Con esto _ahora sí– se alcanzaron los niveles reales máximos de la historia. Se habían registrado –en moneda contante actual– en algunos días de los meses de abril a julio de 1980, en los que el crudo registró un promedio de 39.50 dólares por barril.
Ahora bien, si usamos el índice de precios del producto doméstico de nuestros vecinos (GDP Deflator, por sus siglas en inglés) esos 39.50 equivalen a cerca de 87 dólares actuales. No dispongo de la información detallada de aquellos días, pero no es difícil suponer momentos en esos meses de la primavera y el verano de 1980, de cotizaciones cercanas a los 46 dólares, justamente el nivel registrado el jueves pasado en el mercado spot de Nueva York. Esto significa que no sólo superamos ya la denominada “barrera psicológica” de los 100 dólares, sino que ya alcanzamos en un día, el nivel máximo registrado también en 1980. No olvidemos, sin embargo, que el promedio de 2007 fue de 72.25 dólares por barril para este crudo marcador WTI. Y que su promedio equivalente en 2000 fue de 37.96 dólares por barril, o sea, 84 u 85 dólares de hoy por barril.
Es decir, en todo 2007, la cotización fue 12 dólares menor a la de 1980. Sin embargo, según las expectativas actuales, este 2008 podría registrarse un precio promedio anual del orden de los 93 dólares, 20 más que en 2007 y –ahora sí– superior en poco más de cinco dólares al nivel medio anual de 1980. Con este precio de 2008, el pago mundial de petróleo (factura petrolera por cerca de 2.7 billones de dólares) llegaría a un nivel superior al de 2007 (2 billones de dólares) en un punto porcentual respecto al valor del producto mundial.
Solamente un precio promedio que fuera superior en 40 dólares al del 2007, es decir, un precio de un WTI del orden de los 112 dólares, llevaría el peso de la factura petrolera mundial al más alto nivel anual registrado, justamente, en 1980 y 1981: cerca de 7 por ciento del valor de ese producto mundial. Una pequeña regla de dedo: por cada 17 dólares que crece el precio en relación con el nivel de 2007, el peso de la factura petrolera en el valor del producto mundial aumenta en uno por ciento. Si consideramos este pequeño enredo de números, y la volatilidad reciente de los precios del petróleo, no es difícil entender que hoy se hable de una nueva barrera sicológica de los precios del petróleo del orden de los 110 dólares.
¿Por qué? Porque un nivel anual de ese orden, llevaría al registro máximo histórico no sólo en el nivel del precio del petróleo, sino en el pago que el mundo global haya realizado por combustible alguno en su historia.
Hay que advertir, sin embargo, que el nivel de precio que permitiría pagar las inversiones para obtener un barril de crudo en el yacimiento más caro actualmente (insisto, necesario o demandado por un consumo actual de petróleo en el mundo, que es del orden de los 87 millones de barriles al día en promedio) no es mayor a 65 o 70 dólares para el crudo del tipo WTI (banqueros internacionales dixit).
Esto significa que hoy en día, países productores, con costos de 70 dólares por barril para un crudo homologado al WTI, tendrán un excedente medio anual de orden de los 20 a 23 dólares, excedente que disfrutarán todos los demás productores, con costo menor o igual a ese de 65 a 70 dólares. Pero, si por fortuna –como es nuestro caso– se tienen costos menores, además de ese excedente de 20 a 23 dólares por –diría David Ricardo– la elevación de los precios de mercado por encima de los precios naturales (esos 65 a 70 dólares), se tendrá otro excedente. Se trata de la renta petrolera. En el caso de México, usando como guía estos números y los costos y características de nuestro crudo, esta renta petrolera no será inferior a los 50 dólares por barril producido en 2008, es decir, no será menor a 56 mil millones de dólares. Si, además, le sumamos no menos de 17 dólares por barril, proveniente de la especulación actual con el crudo, México dispondrá de otros 19 mil millones extra.
Y es que nunca como ahora los inversionistas han demandado petróleo en el mercado; de 140 mil millones en 2007 invertidos o canalizados a la compra de commodities, más de 25 por ciento se orientó al mercado petrolero, es decir, 35 mil millones de dólares. Bueno, pues en nuestro caso, la suma de renta petrolera y excedentes especulativos del petróleo, podría llegar a un total de 73 mil millones de dólares en 2008. En este contexto y aceptando –como parece inevitable– que nuestros costos de producción crecen día a día (aunque nunca serán los más caros del mundo), no puede uno sino concluir que alentar la privatización o la reforma energética para que ingrese el capital privado en producción primaria es una propuesta que proviene de la ignorancia o francamente del engaño. Ninguna de las dos –ninguna– se justifica en estos momentos. Ninguna ¿Quién, con estos números, se atreve a hacerlo? ¿Quién?
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