En 1998, fue designado jefe del equipo negociador de las FARC para los diálogos de paz
Jorge Enrique Botero (Corresponsal)
Un hombre ayuda a un niño a golpear con un palo la efigie del segundo comandante de la principal guerrilla de Colombia, ayer en Bogotá Foto: Ap. Gestando la equivocación desde que son niños.
El jefe rebelde saluda al presidente Andrés Pastrana, el 7 de enero de 1998 en San Vicente del Caguán, en la inauguración de los diálogos de paz Foto: Ap
Bogotá, 1º de marzo. Tras un largo periodo de actividad sindical y política, Raúl Reyes ingresó a las filas guerrilleras a mediados de los años 70. En Florencia, su ciudad natal, ubicada en el sur oriente del país y considerada la puerta de ingreso a la Amazonía colombiana, Reyes, cuyo nombre era Luis Edgar Devia, fue empleado de la compañía Nestlé, en cuyo sindicato dio sus primeros pasos como dirigente popular.
Posteriormente se vinculó activamente a la política como militante de partidos de izquierda, hasta que las amenazas en su contra y el asesinato de varios de sus compañeros lo impulsaron a la clandestinidad.
Su formación académica y política, así como su temperamento firme pero a la vez apacible, lo llevaron a convertirse rápidamente en uno de los jefes guerrilleros más respetados.
Al comenzar los años 80 fue elegido miembro del Secretariado de las FARC, la máxima instancia de dirección de esta guerrilla. En aquella época, el Secretariado estaba integrado por cinco miembros y en la actualidad lo componen nueve comandantes insurgentes y un suplente.
Este organismo colectivo de dirección está bajo el mando del máximo comandante, Manuel Marulanda Velez, también conocido como Tirofijo.
A los miembros del Secretariado de las FARC los designa el Estado Mayor Central, integrado por 35 miembros, que a su vez son elegidos por las Conferencias Guerrilleras. Estos eventos insurgentes tienen lugar cada cuatro o cinco años y el más reciente ocurrió a finales del año pasado.
En su condición de miembro del Secretariado, Reyes paso más de una década al lado de Marulanda y a comienzos de los años 90 fue designado para crear y dirigir el Bloque Sur de la principal guerrilla de Colombia, cuyo radio de acción se extiende a lo largo de toda la frontera con Ecuador, en zonas de selva pero también en las altas montañas de los Andes colombianos.
A la vez, Reyes era el coordinador de la llamada Comisión Internacional, encargada de mantener contactos y –en algunos casos– vínculos formales con gobiernos, partidos políticos y organizaciones sindicales y populares de todo el mundo.
En 1998, al iniciarse los diálogos de paz entre el gobierno del presidente Andrés Pastrana y la guerrilla, Reyes fue designado jefe del equipo negociador de la insurgencia.
Durante más de tres años actuó como portavoz y encabezó una delegación de guerrilleros que viajó a siete países europeos en una gira conjunta con funcionarios gubernamentales.
En la sede de los diálogos, situada en una zona desmilitarizada conocida como el Caguán, Raúl Reyes recibió a delegaciones nacionales e internacionales de alto nivel interesadas en la posibilidad de una salida política al conflicto armado que padece este país sudamericano desde comienzos de los años 60.
En septiembre del año pasado, el jefe insurgente abatido hoy recibió en uno de sus campamentos al enviado de La Jornada y concedió una larga entrevista, en la que ratificó la voluntad de la guerrilla para realizar un canje de prisioneros, hecho que calificó como “paso hacia la búsqueda de un nuevo proceso de paz”.
En dicha entrevista no descartó la posibilidad de un encuentro entre el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y el máximo jefe de las FARC, Manuel Marulanda.
En el encuentro con este corresponsal, Reyes bromeó sobre la obsesión del gobierno colombiano por capturar o abatir a un miembro del Secretariado.
“Ellos creen que con un hecho de estos se acabarían las FARC, pero para nosotros no sería más que un episodio normal dentro de la guerra. Para eso tenemos una sólida estructura militar y un grupo de cuadros capaces de ponerse al frente si uno de nosotros llegara a caer”, le dijo Reyes a este corresponsal.
Bajo de estatura, pero dueño de gran fortaleza física, Raúl Reyes manejaba una gran ironía y era muy amigo de ilustrar sus planteamientos con dichos y refranes populares. Según los primeros informes, Gloria, su compañera, también fue abatida en los bombardeos. Reyes deja tres hijos, dos de ellos profesionales, dedicados a la medicina.
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