Amor por la tierra
* El indígena mixteco Jesús León Santos, Premio Goldman, considerado el Nobel para el activismo ambiental
Santiago Tilantongo, Oax., 14 de abril (apro).- Nativo de este señorío mixteco, Jesús León Santos, quien dirige un programa de regeneración de la tierra y desarrollo económico sin precedentes, con base en antiguas técnicas indígenas, fue galardonado con el Premio Goldman, considerado el “Nobel para el activismo ambiental”.Con la ayuda del Centro de Desarrollo Integral Campesino (Cidecam), Santos descubrió una fórmula, con base en técnicas precolombinas, para combatir la erosión de las tierras mixtecas.Santos es el cuarto mexicano que ha sido distinguido con ese premio. Este lunes, junto con otras siete personas, que ya se encuentran en Estados Unidos, recibirá el galardón.En 1996, el premio fue otorgado al indígena tarahumara Edwin Bustillo; en 2000 lo recibió Rodolfo Montiel, uno de los campesinos ecologistas del estado de Guerrero, y en 2005, se le concedió a Isidro Baldenegro, de la sierra Tarahumara.El Premio Goldman fue creado en 1990 por el líder cívico y filántropo Richard N. Goldman y su finada esposa, Rhoda H. Goldman. Hasta ahora, ha sido otorgado a 126 personas de 72 países, entre ellos Wangari Maathai, quien en 2004 obtuvo el Premio Nobel de la Paz.Aquí, en la llamada “tierra del Sol”, donde en 1990 se conmemoraron mil años de cultura mixteca escrita, Santos lleva ya dos décadas de utilizar técnicas agrícolas precolombinas que le trasmitieron unos guatemaltecos para transformar tierras áridas en áreas arboladas y de cultivo.Desde 1997, a raíz de la creación del Cidecam, unas 400 familias de 12 comunidades de los municipios de Santiago Tilantongo, Magdalena Jaltepec, San Francisco Jaltepetongo, San Pedro Coxcaltepec y Asunción Nochixtlán, mantienen una batalla contra la erosión.Según la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), en la mixteca existen 500 mil hectáreas erosionadas, problema que se agrava por la falta de lluvias. La misma ONU sostiene que, desde la época de la Colonia, en la mixteca se han ido erosionando los suelos.
Reverdecer la tierra
En el “lugarcillo o templo del cielo de la sabiduría” (Ñu ntnu, en mixteco), don Jesús afirma que, como si fuera “un milagro”, se han ido regenerando los suelos en la región.Originario del Distrito Federal, este indígena mixteco, de 42 años de edad, dice: “De niño tuve una vida bastante difícil. Tenía que acarrear la leña y el agua, al ver la poca productividad en las parcelas. Con el tiempo, comprendí que teníamos que hacer algo. No era posible que mis hijos vivieran en condiciones tan difíciles”.Cuando era joven, Santos, quien sólo estudió hasta la secundaria, regresó a la Ciudad de México, donde trabajó como ayudante de albañil:“En esa ciudad no tenía dónde vivir. Me quedaba en las obras con tal de ganarme la vida, pero no era lo que yo buscaba. Fue entonces cuando decidí regresar a mi tierra y me encontré a unos guatemaltecos que me enseñaron mucho, lo que me permitió encontrar una vocación: la cuestión del medio ambiente; de cuidar de la tierra, quererla… Si la tierra es la creadora de la vida, hay que cuidarla y hacer mucho por ella.”Durante un recorrido con don Jesús, ya en la montaña, donde nació la cultura mixteca, se observan árboles de ocote y de helites, algo que enorgullece a éste indígena, quien ha colaborado con los campesinos y ha podido “reverdecer la tierra”.Cuenta: “Yo empecé a trabajar a los 18 años. Muy joven tuve la idea de luchar sin tener que irme a otros lados, como lo han hecho muchos de mis compañeros, que viven en la ciudad de Oaxaca, en el Distrito Federal o en Estados Unidos. Si yo hubiera pensado como ellos, hubiera hecho lo mismo: emigrar y no regresar.” Don Jesús explica que su proyecto no se hubiera consolidado sin otra herramienta netamente indígena: el “tequio”, el trabajo comunitario no remunerado.Añade que, sin esa herramienta, aun con los empleos temporales que paga la Comisión Nacional Forestal (Conafor), su proyecto no se hubiera logrado. Dice que esto ha permitido también frenar la migración en la zona.Explica que, hasta ahora, se han restaurado unas 400 hectáreas, las cuales retienen grandes volúmenes de agua de lluvia y evitan que el suelo se siga erosionando.“Este proyecto lo iniciamos a pico y pala… A través de la excavación de las zanjas-trincheras se ha evitado que se siga erosionando el suelo. Ahora hay manantiales con más agua y, en otros sitios, están surgiendo pequeños nacimientos de agua”, añade.
Respeto a las comunidades
El códice Nutall cuenta que esta región era un área de bosque templado o de altura, pero que fue en la época de la Colonia cuando se inició su decadencia.De acuerdo con documentos, a los únicos indígenas que los españoles les concedieron la gracia de criar ganado, fue a los mixtecos. Miles de cabras acabaron prácticamente con todo lo que encontraron en la región.A esto se suman los daños ocasionados por las industrias de cal que se instalaron en la región para la fabricación de ese material, que se utilizó para la construcción de enormes templos dominicos, los cuales requirieron de grandes cantidades de madera y cal. Además, el tipo de arado que se adoptó contribuyó a la erosión del suelo.Actualmente, los mixtecos de Tilantongo siembran alrededor de 200 mil árboles anuales, lo que ha ido revirtiendo poco a poco el proceso de desertificación. Esta técnica es ya utilizada por otros pueblos circunvecinos.Don Jesús, quien da conferencias en universidades de Estados Unidos y de Centroamérica, dice que con este proyecto de reforestación se han logrado otros objetivos, como la creación de viveros comunitarios y la aplicación de programas gubernamentales, a través del empleo temporal para plantaciones masivas.Además, se han instalado cisternas de ferro-cemento de 12 mil litros, que también recogen el agua de lluvia para el riego de invernaderos familiares orgánicos. En tanto, con la madera de los árboles helites se ha rescatado una actividad condenada a desparecer: la elaboración artesanal de cucharas, molinillos y yugos de madera. Otra situación que ha permitido el éxito de este proyecto, es que el Cidecam y las comunidades no manejan dinero. En algunas comunidades, las asambleas han decidido invertir los recursos que les entrega la Conafort por el trabajo comunitario para la instalación de sistemas de agua potable, la compra de camiones de volteo y otro tipo de necesidades.Santos señala que en 1997 se empezaron a firmar convenios de colaboración con la Semarnat y la Conafor, “con la condición de que no hubiera imposiciones y, mucho menos, tintes políticos, lo que, hasta ahora, se ha respetado”.
Indica: “Al principio, no queríamos nada con el gobierno porque sabemos cómo se manejan muchos programas gubernamentales… Sin embargo, el éxito de este proyecto ha dependido del respeto a las decisiones comunitarias.”El Cidecam y las comunidades tienen proyectado para este año restaurar otras 200 hectáreas y plantar cerca de 200 mil árboles.Además de Jesús León Santos, los otros galardonados con el Premio Goldman son los ecuatorianos Pablo Fajardo Mendoza y Luis Yanza, quienes luchan contra el gigante petrolero Chevron, que está contaminando una extensa región de la Amazonía ecuatoriana. También recibirá el premio el activista africano Feliciano dos Santos, quien capacita a los pobladores rurales para participar en el desarrollo sustentable y superar la pobreza. Se trata de campañas de educación y de tecnologías innovadoras, que permiten llevar servicios sanitarios a los lugares más remotos de Mozambique.Otro de los galardonados es la puertorriqueña Rosa Hilda Ramos, quien dirige un movimiento para brindar protección permanente a la ciénaga Las Cucharillas, uno de los últimos espacios abiertos que quedan en esa zona y uno de los ecosistemas de humedal más grandes de la región. Además, la rusa Marina Rikhvanova, quien trabaja en la protección del lago Baikal de Siberia --una de las fuentes de agua dulce más importantes del mundo--, víctima de la devastación ambiental de las industrias petroleras y nucleares.Finalmente, la belga Ignace Schops, también será premiada, tras haber encabezado una campaña que culminó en el establecimiento del primer y único parque nacional de Bélgica y la protección de uno de los espacios verdes más extensos de ese país.
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