María Teresa Jardí
Como salta a la vista, a pesar de lo que la telecrática telebasura diga, si millones estamos contra la privatización entreguista del usurpador, las encuestas contra la actitud del FAP en la Cámara tienen que estar tomadas de llamadas telefónicas a los jerarcas prianistas y a sus respectivas familias.
Y, por eso, ni por asomo hacen a nosotros jamás una de esas llamadas. Y, por lo mismo, tampoco conocemos a nadie que se las hagan.
Claro que también podría ser, aunque mucho me temo que así no sea, que hayan entrevistado esta vez a puros ciudadanos pensantes que hayan respondido que no creen en nada, pero en nada de lo que hagan los partidos a través de sus representantes, que sólo se representan a sí mismos. Aunque, no, qué va, por ahí no va la cosa, se expondrían mucho si así lo hicieran y luego trucarán el sentido de lo dicho. Respondones que somos los ciudadanos pensantes. A los prianistas y a sus familias, perfectamente identificados por las empresas entrevistadoras a modo, como la telecracia y la prensa vendida, les hacen las llamadas con las que la telebasura quiere enmendarle la plana a la ciudadanía. Encuestas pagadas al servicio de lo que desea que diga quien las pagas por muy usurpador que sea. Así que propongo que no nos preocupemos por chorradas y, más bien, apaguemos de una buena vez el televisor no permitiendo que nos sigan contaminando con sus deseducadores e inmorales mentiras.
Sigue adelante el movimiento en defensa de la nación mexicana. Las “adelitas” no están solas. A los cercos de mujeres, que reivindican el ser mujer, les acompañan otros cercos de mujeres que les hacen la comida y a esos, otros que se encargan de llevarles lo que las otras cocinan, y otras que se encargan de servirles y recoger para no ensuciar más las calles de lo que de suyo están normalmente también en el Distrito Federal, claro, que no en el centro, ahora que está tan arreglado desde que Slim es su dueño. Y que conste que no soy feminista. No, al menos, de las que buscan ser una cuota, que en España ya rebasan, para luego enterarnos de que en cuanto a perversidad no hay hombre que gane a una mujer maldita. Ahí está la Gordillo, por poner un solo ejemplo, de lo que es capaz de llegar una mujer desalmada y cruel por alcanzar y mantener el poder. Y, sobre todo, por el dinero que en países donde la corrupción es regla, da el poder. Dinero a raudales, como si no fueran nunca a morirse ni ella ni las muchas generaciones que le sigan.
Claro que de esto no se entera la telecrática telebasura. O, sí, sí se entera, vaya que sí lo sabe, pero lo oculta porque entre sus intereses no está el de reflejar la verdad y en cambio, sí se encuentra el de seguir obteniendo el dinero que a raudales los promocionales gubernamentales le dejan. Ni qué decir de “el del tesorito que va a salvar a los niños de la cancelación de vida digna a que se les ha condenado con el Fobaproa”. De eso vive la telecracia mexicana: de la mentira.
Lo que sigue es apagar el televisor, incluso para hacer crecer los cercos. En las mujeres está el que nuestros hijos y nietos no vean más telebasura contaminante e idiotizante, deseducadora, paralizante y fomentadora de una cultura dominante de los que tienen sobre los que no tienen y deben aceptar que su recompensa se les de en el cielo alcanzado cinco minutos antes de que acabe la telenovela, en tanto las Gordillo y los Marín y los Patrón Laviada mueren en un benévolo accidente sin haber pisado una cárcel, la cárcel es siempre para los pobres nunca para los ricos, también a lo largo de los últimos cinco minutos de mocudrama.
No dejemos que nos sigan estupidizando. Los cercos de las “adelitas” y los cercos de ese cerco, nos están poniendo el ejemplo.
Una forma de combatir la desinformación es no encender el televisor y además, tiene la ventaja agregada de que también es una forma de combatir la corrupción de la usurpación fecaloempresarial que nos aqueja.
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