La palabra "Tiempo" es, sin lugar a dudas, una de las mas recurrentes en nuestra época. La globalización nos la impone y nosotros la hemos aceptado gustosos. La motivación a lo rápido, la utilización mas eficiente y efectiva de las horas y minutos, el esquema consumista del llamado "fast track" o incluso la ya tan común y cercana comida rápida nos dan una idea de cuan aprisa hay que transitar en este ciberespacio cotidiano que rebasa incluso el "clic" de la computadora y se traslada a la trágica indiferencia cotidiana.
Todos de algún modo nos perdemos en la cotidianidad del apuro. Cada cual en su mundo, sus ideas y pensamientos. Absortos en la competencia y la angustia por destacar canjeamos en no pocas ocasiones lo valioso por lo inmediato.
Aplicable en todos los casos ya sea personales así como de organizaciones públicas o privadas, la búsqueda de resultados inmediatos y la angustia generalizada por obtenerlos junto con su consecuente ganancia es la constante en nuestro actual sentido de la urgencia.
Sin embargo, algo debe estar pasando en el inconsciente colectivo mundial cuando hay toda una corriente cultural que retoma la calidad y productividad como resultado de la mayor atención a nuestras acciones, es decir, actuar como resultado de un análisis y reflexión, actuar como resultado de planear y discernir entre diferentes escenarios de una misma problemática. Hay que tomar "tiempo" para poder actuar con certeza. Hay que tomar ese "tiempo", que se escapa de las manos, para ser más precisos en nuestro diagnóstico y en la correspondiente solución. Hay que darle calidad y sentido a nuestro camino y no solo hacerlo por la inercia del momento o la presión social del caso.
Ese "tiempo" que necesitamos, no lo tenemos porque, o simplemente no sabemos que hacer con el, o porque es mas fácil utilizarlo en barnizar soluciones. No se trata de alargar o hacer mas corto un periodo, se trata de que este realmente sirva para el propósito de solución y no como retardo o como albazo.
Observar los acontecimientos políticos actuales nos da un ejemplo real, actual y lamentablemente cierto de esta forma de actuar.
Desde la carencia de información precisa (trabajo previo de inteligencia) que en el Operativo Chihuahua haga la diferencia entre quienes forman parte de la delincuencia organizada y quienes somos ciudadanos de a pie hasta el diagnóstico de la problemática petrolera y los posicionamientos en las Cámaras de Diputados y Senadores de los últimos días, el síndrome es el mismo. Los acuerdos cupulares permean las decisiones, los apuros o retardos a conveniencia de unos y otros son la constante, la campaña de percepción de salvaguardar a la ciudadanía en el caso de la delincuencia, aún cuando esta presencia esté plagada de graves imprecisiones, es la nota nacional y el compromiso cumplido. Son los hechos donde la certeza de la acción importa menos que lo que conviene a los actores políticos de cara al juego intermedio del 2009.
Quizá los ciudadanos tengamos que poner la muestra, dar poco a poco un giro a nuestra vida y mayor calidad a lo que hagamos diariamente. Estar mas en el presente y poder exigir a quienes nos representan que dejen de mover las piezas pensando solo en lo que viene.
Retomar retos significa regresar al camino con paso más firme. Paso a paso, reza el refrán, se llega más lejos.
Como País, como comunidad, como personas, demos mas peso a la calidad de nuestras decisiones que a la cantidad de las mismas. Lo concreto contra lo indefinido y anónimo. Seguramente entonces podremos decidir no ser solo un reflejo de otros y actuando en consecuencia.
Soy Edna Lorena Fuerte y mi correo es ednafuerte@gmail.com para sus comentarios, gracias.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario