Debate nacional vs. debate en el Congreso
El Senado se convirtió en ese instante en el epicentro de una crisis política
Jenaro Villamil
Jenaro Villamil
La toma de las tribunas del Senado y de la Cámara de Diputados por legisladores del Frente Amplio Progresista hizo aflorar las tensiones que apenas podía ocultar ya la “normalidad” aparente: el empantanamiento de los debates cruciales, las divisiones internas de cada partido y la prioridad que tiene para el PAN, el PRD y el PRI obtener la mayor utilidad política del manejo de la reforma energética.Al filo de la una de la tarde del jueves 10, la inmaculada tribuna del Senado, antesala de presidenciables y gobernadores, terminó su historia de buenas maneras legislativas al ser ocupada por 20 senadores del PRD, PT y Convergencia liderados por Ricardo Monreal.El Senado se convirtió en ese instante en el epicentro de una crisis política que abarca a los tres principales partidos y ensombreció la reforma energética de Felipe Calderón justo en su semana estelar.En el momento que el pleno del Senado discutía si autorizaba a Calderón su viaje a Nueva Orleáns entre el 21 y el 23 de abril, Monreal subió a tribuna para argumentar en contra del viaje y, de paso, contra su paquete de reformas energéticas. En realidad, se subió para dar la “señal” del inicio de las protestas anunciadas por Andrés Manuel López Obrador.–En este momento, inicia la resistencia civil pacífica en todo el país. No nos van a mover de aquí –advirtió Monreal. El exgobernador zacatecano colocó sobre la tribuna el banderín con la leyenda “No a la Privatización. Respeto a la Constitución”. Esa era la señal. Rosalinda López, Rosario Ibarra y Tomás Torres fueron los primeros senadores en llegar a su lado. Siguieron Claudia Corichi, Alfonso Sánchez Anaya, Gabino Cué, José Luis Lobato, Salomón Jara y Yeidckol Polevnsky, entre otros.Sorprendidos, más de 10 senadores del PRD no participaron en la toma, entre ellos Pablo Gómez, Arturo Núñez, Carlos Sotelo, Graco Ramírez y el propio coordinador Carlos Navarrete. A diferencia del coordinador de los diputados perredistas, Javier González Garza, quien en ese momento encabezaba la toma en la tribuna de San Lázaro, Navarrete estaba fuera del salón de plenos. Negociaba con Manlio Fabio Beltrones, jefe de la bancada del PRI, y con Santiago Creel, coordinador del PAN, la calendarización y organización de los 12 foros de debate sobre la reforma energética.Éstos constituyeron el punto medular de la crisis. El PRD demandó incrementarlos a 14 y pidió que se prolongaran hasta agosto. PAN y PRI aceptaron la realización de los foros, pero sin amarrarlos a una fecha definida. Creel se negaba a esta posibilidad. Un día antes, Felipe Calderón había anunciado en entrevista televisiva que se podía aprobar su paquete de reformas en abril, antes de que terminara el período ordinario. En el último borrador del acuerdo que se trabajaba en el momento de la toma, el PRI aceptaba irse hasta julio o agosto, siempre y cuando se dictaminara la reforma energética en septiembre. Otras versiones consultadas por Proceso señalaron que tal acuerdo estaba empantanado.
“No nos secuestren”
Cuando los legisladores del FAP ya estaban en la tribuna, en el interior del pleno de sesiones los ánimos se caldearon y llegaron al punto de los golpes.
–¡Vamos a bajar de ahí a esos hijos de su puta madre! –arengó desde su curul el panista Felipe González, mejor conocido como “el empistolado”. De inmediato, sus correligionarios Gustavo Madero y Teresa Orduño trataron de calmarlo. Se enfrentó también con Ramón Muñoz, exjefe de la oficina presidencial con Vicente Fox, quien lo llamó a la calma.
–No ves cómo estoy y todavía estás chingando –le reclamó el exgobernador de Aguascalientes a Muñoz.El caos dominaba. El vicepresidente de la Mesa Directiva, el panista José González Morfín, decretó un receso. Como un rayo, Manlio Fabio Beltrones entró al salón de sesiones y desde su curul le ordenó a González Morfín:
–¡Que se reponga la sesión! ¡Reinicia la sesión! ¡Levanta el receso!Santiago Creel, presidente del Senado, no atinó a subir a la tribuna tomada. Su correligionario Ricardo García Cervantes le reclamó que asumiera el control del pleno.A gritos, el perredista Tomás Torres le reviró a Beltrones:
–¡Usted no puede hablar, ya se decretó el receso!
–¡Que no nos secuestren la sesión! ¡Que no nos secuestren! –gritó Beltrones.Luego, molesto, acusó a los miembros del FAP de “querer dinamitar la posibilidad de un debate. A ellos no les interesa debatir; lo que les interesa es no concluir y dejar paralizado el país”.La tribuna de la Cámara de Diputados también había sido tomada. El Congreso mexicano quedó paralizado.
La cúpula fracturada
La Junta de Coordinación Política, la cúpula del control político del Senado, se descarriló desde ese momento. Desde que se levantó la sesión del pleno tomado sólo pudo llegar a un acuerdo: reunirse este lunes 14 para una reunión convocada por Beltrones, su presidente.Los tres coordinadores del Frente Amplio Progresista, Carlos Navarrete, Dante Delgado y Alejandro Yáñez, demandaron que la junta sesionara antes del lunes y facilitara que la Mesa Directiva de la Comisión de Energía se reuniera para elaborar la calendarización de los foros de debate.En respuesta a la petición del FAP, Creel y Beltrones insistieron en que primero los senadores debían desalojar la tribuna para acabar con el “secuestro” del Senado, y después negociar.Las posiciones se volvieron irreductibles. Navarrete confirmó las versiones de que al mediodía del jueves se retiró unilateralmente de la junta, sin consultar a su propia fracción.Otras versiones indicaban que sostuvo una fuerte discusión con Creel. El exsecretario de Gobernación le demandó al perredista que primero debía resolver el desalojo de la tribuna y la liberación del bloqueo en los alrededores del Senado.El viernes 11 de abril, segundo día de la toma del Senado, el FAP volvió a solicitar la reactivación de las negociaciones en la Junta de Coordinación Política. Anunciada para las 11 de la mañana, la reunión de la Mesa Directiva de la Comisión de Energía, integrada por Francisco Labastida, Graco Ramírez y Salvador Camarillo, no se realizó porque éste, panista identificado con el ala dura de su partido y promotor de la reforma energética, estuvo ilocalizable. En la noche del mismo viernes, acompañado por Creel, Camarillo se defendió de las acusaciones de que estaba bloqueando el acuerdo: “Para que un barco pueda naufragar, hay que echarlo a la mar. No puedo asistir a una reunión a la que no he sido convocado”.Durante todo el viernes se ventilaron las versiones sobre un posible acuerdo entre el PAN, PRI y Panal para acordar una “sede alterna” del Congreso. El vocero de la fracción priista en San Lázaro, Enrique Benítez, afirmó que el FAP tiene hasta el martes a primera hora para desalojar la tribuna o, de lo contrario, los demás partidos sesionarán en otra sede. Creel y Beltrones consultaron esta posibilidad con el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño.
Los costos internos
Con la parálisis del Senado afloraron las divisiones y las fracturas que estaban soterradas en cada uno de los tres principales partidos: PRD, PAN y PRI.La más obvia fue la que se generó al interior de la fracción del PRD. Sólo 16 senadores de los 28 participaron en la toma de la tribuna. La mayoría de los que se mantuvieron abajo pertenecen a la corriente de Nueva Izquierda, Los Chuchos, que disputan la dirigencia nacional del PRD tras las irresolubles elecciones internas.David Jiménez, integrante de Los Chuchos, acusó a los seguidores de Monreal: “Tratan de sabotear, torpedear a la coordinación de Carlos Navarrete”. Graco Ramírez, negociador en la Comisión de Energía, fue otro de los más visibles opositores a la toma de la tribuna, mientras que Pablo Gómez, de otro grupo al interior de la fracción, optó por una versión intermedia: se solidarizó con sus compañeros, pero él hubiera tomado una medida más “radical”, explicó ante la prensa.Horas después de la confusión, Monreal reiteró que el coordinador de la fracción es Navarrete. Cuestionado insistentemente por los reporteros, Navarrete explicó así las posiciones en su fracción:“Hay opiniones diversas, como diversos son los partidos, y esto no significa ni fracturas ni divisiones, son acciones diversas de un solo movimiento y de una sola convicción.”Menos visible, la división al interior del PRI también afloró. Poco antes de la toma de la tribuna, su coordinador, Manlio Fabio Beltrones, sostuvo una discusión con Heladio Ramírez, senador y dirigente de la CNC, que expresó sus diferencias con el paquete de reformas de Calderón. También Carlos Jiménez Macías ha expresado públicamente su divergencia con el proyecto de inversión privada en materia de refinación.El distanciamiento más visible ha sido entre Francisco Labastida, excandidato presidencial, cercano a la dirigente nacional Beatriz Paredes, y el propio Beltrones. Ambos han hecho declaraciones distintas sobre el tiempo necesario para organizar los debates. Labastida ha afirmado que es “prácticamente imposible” dictaminar en abril.Un punto de convergencia enlazan las posiciones de Labastida y de Paredes: la defensa de los seis lugares de la representación del poderoso sindicato petrolero en el Consejo de Administración de Pemex. En declaraciones a medios, Beltrones se ha desmarcado de este aspecto:“Este es un asunto que debe resolverlo la empresa. Las relaciones de un sindicato no son con el Congreso, las relaciones de los sindicatos son con las empresas. De tal suerte que la responsabilidad queda ahí, en la empresa-sindicato”, declaró Beltrones en entrevista con Hoy por Hoy.La disputa por el control de la fracción también está presente en el PAN. Senadores panistas criticaron la actitud “blandengue” de Creel frente a la toma de la tribuna. El mismo jueves un grupo de diez senadores se radicalizó e ingresó al salón de sesiones para desafiar a los que mantenían ocupada la tribuna. Encabezados por Gustavo Madero, Fernando Elizondo y Rubén Camarillo –los tres redactores de un anteproyecto de reforma energética–, los senadores del PAN colocaron en las curules de su fracción pancartas con las leyendas: “Respeto al Congreso” y “No a la Violencia, ¡Sí al Diálogo!”.El más exaltado, Jorge Ocejo Moreno, les gritaba “¡fascistas, fascistas!” a los perredistas que mantenían ocupada la tribuna.
La confrontación
El impasse en el proceso legislativo no ha excluido la posibilidad de que, dentro y fuera del Congreso, comience a generarse un debate sobre la necesidad de unos foros de debate que se prolonguen más allá de abril.Paradójicamente, al PRI y a los partidos del FAP les beneficiará con mayor fuerza la realización de estos debates.La dirigente nacional priista, Beatriz Paredes, reiteró su deseo de que “se recupere a la brevedad posible un ritmo de diálogo y un debate dentro de la normalidad democrática” en el Congreso. No mencionó la palabra “secuestro” e hizo votos para que las autoridades de ambas cámaras “actúen con inteligencia y tomen las estrategias que sean pertinentes”.En San Lázaro las seis coordinaciones del FAP anunciaron que iniciarán su propio debate interno (el primer invitado será el constitucionalista Jaime Cárdenas). Al mismo tiempo, se pronunciaron contra el “linchamiento mediático” y le demandaron a Televisa el derecho de réplica ante una cobertura que ha editorializado la toma del Congreso.Mordaz, Carlos Monsiváis, integrante del Comité de Intelectuales que ha demandado su participación en el debate sobre la reforma energética, sintetizó así el origen de la crisis política que detonó en el Senado: “Quieren privatizar los beneficios del petróleo y que les aplaudamos, mientras vemos las fotos de Lázaro Cárdenas en 1938”.
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