Publicado el 14 de Mayo de 2008
Por Amy Goodman
Ya han pasado más de cinco años desde que comenzó la invasión de Irak, desde que el presidente Bush se paró bajo la pancarta que decía “Misión Cumplida” en la cubierta de aquel portaaviones. Mientras que el quinto aniversario de estos eventos ha tenido cierta repercusión, otro no la ha tenido en absoluto: el ataque contra el Hotel Palestina de Bagdad llevado a cabo por un tanque del ejército de Estados Unidos el 8 de abril de 2003. En el ataque resultaron muertos dos periodistas no incorporados a las tropas estadounidenses, los camarógrafos Taras Protsyuk, de Reuters, y José Couso, de la cadena de televisión española Telecinco. Couso grabó su propia muerte. Se encontraba filmando desde el balcón y registró con su cámara la imagen del distante tanque cuando rotaba su torre y disparaba contra el hotel. Un tribunal español ha acusado a tres soldados estadounidenses de homicidio, pero el gobierno de Estados Unidos se niega a entregar a los soldados acusados. La historia podría haber acabado ahí, tan sólo un día más de violencia y muerte en Irak, si no fuera por una joven veterana de la inteligencia militar de Estados Unidos que decidió contar lo que sabe.
Adrienne Kinne es una ex sargento del ejército que trabajó en inteligencia militar durante 10 años, de 1994 a 2004. Formada en el idioma árabe, trabajó en el ejército traduciendo comunicaciones interceptadas. Me contó en una entrevista que le hice esta semana que vio una lista de blancos militares que incluía al Hotel Palestina. Ella sabía que había periodistas alojados allí, ya que había interceptado llamadas realizadas desde el Hotel Palestina entre periodistas y sus familiares y amigos en sus países de origen (un acto que ella pensaba que era ilegal e inconstitucional).
Kinne dijo: “Estábamos realizando escuchas a periodistas que estaban alojados en el Hotel Palestina. Y recuerdo eso, concretamente, porque durante la intensificación de la operación ‘Shock and Awe’... se nos dio una lista de posibles objetivos en Bagdad, y el Hotel Palestina estaba entre ellos. Sumando una cosa con la otra, acudí a mi oficial a cargo, y le dije que había periodistas alojados en ese hotel que pensaban que estaban a salvo, y que a pesar de ello nosotros lo teníamos incluido en una lista de posibles objetivos, y que de algún modo no se estaban uniendo estos dos puntos, y le dije “¿no deberíamos hacer un esfuerzo para asegurarnos de que la gente que corresponda conozca la situación?” Y, desafortunadamente, mi oficial a cargo... básicamente me dijo que mi trabajo no era analizar ... alguien en un nivel superior de la cadena de mando sabía lo que estaban haciendo”.
Kinne mencionó que el oficial a cargo era el Brigada John Berry.
El relato de Kinne contradice directamente el discurso oficial del gobierno de Estados Unidos. El 2 de mayo de 2003, Colin Powell, el entonces Secretario de Estado y ex general del ejército, visitó España. Dijo sobre el Hotel Palestina: “Estábamos al tanto del hotel. Sabíamos que era un hotel en el que se alojaban periodistas y otras personas, y por esa razón no fue atacado durante ninguna fase de la campaña aérea”.
Si Powell estaba diciendo la verdad, entonces ¿por qué estaba incluido el hotel en la lista de objetivos que Kinne afirma haber leído en un correo electrónico seguro? ¿O estaba usando cuidadosamente sus palabras cuando dijo que no fue un objetivo durante la “campaña aérea”? Kinne también reveló que el ejército espiaba a organizaciones no gubernamentales como Médicos Sin Fronteras y la Cruz Roja Internacional, interviniendo llamadas telefónicas de esos grupos —también un acto ilegal— y lo justificaba con la excusa de que podría darse la casualidad de que hablaran de un arsenal de armas de destrucción masiva, o que su teléfono satelital podría haber sido robado por terroristas. También recibió y tradujo un fax del Congreso Nacional Iraquí, el grupo de exiliados iraquíes financiado por la CIA que estaba proporcionando información falsa sobre armas de destrucción masiva al gobierno estadounidense para reforzar los argumentos a favor de la guerra. Esta información de inteligencia fue considerada de alto valor y fue enviada directamente a la Casa Blanca.
Kinne ha demostrado tener un gran coraje y ha asumido grandes riesgos al sacar a la luz estas informaciones, al denunciar la situación. Ha seguido la tradición de Daniel Ellsberg, que filtró los “Documentos del Pentágono” (Pentagon Papers) durante la guerra de Vietnam. Ellsberg ha pedido a los trabajadores del gobierno que denuncien este tipo de situaciones:
“Es un riesgo muy, muy grande tener la cantidad de información secreta que tenemos actualmente y que ha permitido al presidente mentirnos para meternos en esta guerra y que nos está conduciendo hacia una guerra incluso más desastrosa en Irán. Es tiempo de que haya revelaciones no autorizadas, que es la única cosa que nos va a decir la verdad sobre lo que está pasando, y esas denuncias deberían ocurrir, en mi opinión, a un nivel que posibilite o incluso garantice que se identifique a la persona que haga la denuncia”.
El hermano de José Couso, Javier, ha perseguido sin descanso la justicia para su hermano, viajando por todo el mundo para que se conozca su historia e impulsando el caso en los tribunales españoles. Las revelaciones de Kinne crearon revuelo en España, donde se está poniendo en cuestión la jurisdicción de los tribunales españoles en el caso contra los tres soldados estadounidenses. El video de las revelaciones de Kinne fue descargado y rápidamente traducido para ser presentado al día siguiente ante el tribunal en Madrid.
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